martes, 27 de marzo de 2012

La desconfianza y el recuerdo de la guerra alejan a los kelpers

http://www.clarin.com/zona/desconfianza-recuerdo-guerra-alejan-kelpers_0_670133195.html

En el link de arriba esta la nota completa.  Y son muy interesantes los comentarios de los lectores de Clarin al pie de la misma

Por Marcelo Larraquy

Clarín reunió a voces representativas de los isleños, que reivindican las ocho generaciones de presencia en Malvinas. Sospechan del Gobierno argentino, pero no descartan mejorar vínculos.

“PISS OFF ARGENTINA”. UN INSULTO, AYER, EN UNA CASA. ABAJO DICE: “LAS FALKLAND SON BRITÁNICAS HASTA LA MÉDULA”.
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25/03/12 - 01:09 -  Clarin

Los cuatro tienen sus historias cruzadas por la guerra de las Malvinas en 1982. En esa época, Richard Hines, nacido en Inglaterra, vivía con su esposa junto a los wichis, en el Impenetrable de la provincia de Salta. El 2 de abril escuchó la música militar y a los pocos días un obispo le recomendó que se fuera al Paraguay, por precaución. “La zona era un poco peligrosa. Se cruzaba el río para traer cocaína, armas y en un tiempo de tensión como es la guerra, podía haber un malentendido con nosotros. Hasta ese momento, no había tenido problemas para difundir el culto anglicano entre los indígenas”, relata, 30 años después, en su casa de la calle Ross Road frente a la bahía, en Malvinas.
John Fowler llegó de Inglaterra en 1971. Estaba a cargo del único colegio isleño durante la guerra. A las 5 de la tarde del 1 de abril, el gobernador les avisó que esperaban un ataque militar hacia la madrugada. A las 2, un vecino que escuchó ruidos de combates en la zona del puerto, fue a la casa de Fowler para saber qué pasaba y se sorprendió que la puerta estuviera cerrada con llave. “Estamos esperando una invasión…”, le dijo Fowler. Al rato, las balas empezaron a cruzar el jardín ubicado a pocos metros de la residencia del gobernador. Pocos días antes de la caída de Puerto Argentino, Fowler recibió un proyectil en su casa que produjo una lluvia metálica en su interior. Tres vecinos, que habían ido a refugiarse, fueron muertos. Fowler resultó herido. “Mucha gente venía a mi casa porque tenía una construcción sólida. En la noche del 11 al 12 de junio, por un error del sistema de computación, un proyectil británico produjo la tragedia. El peligro era para todos. Estábamos en el lugar equivocado. Fue un milagro que en la guerra haya habido sólo tres bajas civiles”, explica Fowler, editor del semanario Penguin News, donde trabaja junto a tres personas.
Antony Smith tenía 20 años en 1982. El 1 de abril escuchó por radio el aviso del gobernador sobre el ataque argentino en la granja de Port Stevens, en la isla Gran Malvina. Le pareció insólito y no lo creyó. Al día siguiente, sintonizó en vivo la toma de la radio local y tres días después, un helicóptero aterrizó en la granja. Se acercó porque nunca había visto un aparato de esas dimensiones. Los soldados que descendieron le apuntaron y un oficial le informó a Smith que los argentinos quedarían al mando de las islas. Todas las tardes, a las cuatro, él y su familia se encerraban en la vivienda y apagaban las luces hasta el día siguiente, para respetar el “toque de queda”. Pero siguió con su rutina diaria y los niños continuaron en la escuela.
Teslyn Barkman nació en Puerto Argentino en 1987, pero recogió los relatos de la guerra de su madre. Su familia fue trasladada 5 kilómetros, desde Darwin hasta Pradera del Ganso, y los mantuvieron encerrados junto a otros granjeros. Todos dormían en colchones en una sala con un único baño, escuchando los sonidos de la guerra que llegaban desde afuera. Teslyn vio las fotos de su madre en un documental cuando fueron liberados por las tropas británicas. “Tenía una campera rosa inflada, muy de los ’80…”. Hoy Teslyn forma parte de un servicio militar voluntario (Falkland Islands Defense Force) que se entrena una vez a la semana, en forma grupal y personalizada. “Nos ayudan a percibir lo duro de la experiencia de la guerra. Estaría en la primera línea en caso de un nuevo ataque”, explica.
Convocados por Clarín, explicaron sus posturas.
-¿Por qué, 30 años después, está tan presente la guerra aquí?
Hines: La gente lo vive como si hubiese sido ayer. Sigue teniendo pesadillas por la guerra. Y las cosas que han visto con sus ojos, marcó sus corazones y su mente. No creo que los isleños tengan mucho resentimiento contra los argentinos, pero entiendan que la invasión fue un evento muy traumático. Llevará muchas generaciones reparar ese sentimiento. Desde que llegué aquí en 2007, éste es el momento de mayor desconfianza de los isleños hacia los argentinos.
Smith: Después de 1982, en la mente de la gente existió la posibilidad de un nuevo ataque, pero eso ya no existe. Quizá “odio” sea una palabra muy fuerte para expresar el sentimiento de la comunidad, pero había mucho enojo con la Argentina. Con el tiempo, la mayoría supo diferenciar las políticas del Gobierno y las de la gente.
-¿Se sienten molestos con la visita de los ex combatientes argentinos a las islas?
Hines: Tener 4 ó 5 veteranos… no hay problemas. Los isleños entienden qué significa para ellos volver aquí. Esta semana hay más de 60 ex soldados aquí. Eso es más difícil. Es provocativo, especialmente en el mes de marzo, cuando el isleño está más sensible.
Smith: Me parece fascinante llevar a ex combatientes a los campos de batalla, escuchar cómo cuentan sus acciones militares, sus historias personales. Me vuelven imágenes mías durante la guerra también. Ese es mi trabajo. Yo encontré a los soldados argentinos personas tan confiables como cualquier amigo de otro país.
Barkman: Cuando se realizó la identificación de cadáveres en Darwin muchos soldados argentinos parecían que tenían 12 años. Todavía no eran hombres. Y sé que muchos vinieron obligados a la guerra. Por eso mucha gente tiene simpatía por ellos. Pero también hay muchos que no están contentos por las razones por las cuales sus cuerpos no fueron llevados a la Argentina. Decían: “ya están en tierra argentina…”. Pero se respeta el hecho que son muertos y que tienen que estar enterrados.
-¿Cómo percibe el isleño el reclamo argentino de soberanía?
Hines: Como un acoso. Somos un pueblo chico sin ganas de confrontar. Los isleños quieren seguir como británicos. No tienen ganas de hacerse argentinos. Son distintas sus raíces y sus ancestros.
Fowler: Las Malvinas son una obsesión extraña para los argentinos. Para un país moderno, que quiere ser parte del Primer Mundo, esta obsesión por unas islas con rocas, ovejas y tres mil personas, no les va a producir ningún cambio en su forma de vivir… Nunca sabemos cuál es la intención del Gobierno argentino. Si mañana van a tenernos, ¿cómo sería? Supongo que vamos a ser tratados como la Patagonia o Tierra del Fuego... Para los argentinos, las Malvinas es un territorio mítico. Pero… ¿y la gente? ¿Hay gente? ¿Hay ovejas? ¿Qué hay? Nadie lo sabe…
Smith: En los últimos tiempos estuve pensando en el reclamo de soberanía. Si vamos al caso, los españoles habían estado antes, los franceses y los británicos. Mi familia nació aquí. Yo también. Somos de acá, hay que tener en cuenta nuestra postura y los derechos que tenemos sobre las islas. Quizá en las futuras generaciones, con un presidente argentino con mente abierta, las islas podrían llegar a ser de Argentina. Pero está muy fresco el recuerdo de la guerra y la forma en que Argentina intentó poseer las islas. Además, para el actual gobierno argentino, los isleños no existimos.
Barkman: Siento que nos tiran constantemente en la cara ese reclamo y resulta muy doloroso que quieran sacar a nuestra gente de este territorio, o que debamos seguir sus reglas o sus normas. No cambiaría esto por nada. Yo nací acá y no creo que deba pedir disculpas por eso. Es mi lugar. Como en la Argentina, muchas personas han llegado de otras partes como inmigrantes, y ahora consideran su hogar, lo mismo sucede para los isleños.
-¿Cómo sienten su identidad los isleños? ¿Quieren ser un país independiente o seguir siendo ciudadanos británicos?
Hines: La gente, en el fondo, quisiera seguir siendo británica. Están contentos. Es una cosa del corazón. Pero entiendo que hay algunas personas, que son muy pocas, que hablan de “nuestro país”, refiriéndose a las islas. No creo que sean muchos. Puede ser que cambie, que si hay petróleo, se tienda hacia la independencia, pero creo que no.
Fowler: Nuestra meta es ser independientes. No sé cuántos están de acuerdo conmigo. Algunos dirán que sí, otros tendrán miedo. Pero los isleños no van a confiar en cualquier trato con la Argentina y van a tratar de mantener la defensa británica. Tenemos pasaportes británicos, pero con un número que dice “Status Falkland Island”. Somos culturalmente británicos, pero políticamente primeros somos isleños. Un punto clave es el petróleo. Con la riqueza que provenga de ahí, podríamos consolidarnos como país independiente. No vamos a ser latinos, pero podríamos ser parte del Mercosur. Tener una autonomía política y económica. En este momento hay un partido de fútbol entre Gran Bretaña y Argentina y nosotros somos la pelota. Llegó el momento en que la pelota dice “no más, gracias…”. Queremos jugar otro juego, otro partido. Todavía es temprano para decir que es un punto de vista muy popular. Pero creo que es un sentimiento que está creciendo.
Smith: Si se descubre petróleo, puede resultar que haya mayor desarrollo y las generaciones jóvenes puedan tener la idea de independizarse y que las islas se manejen por sí mismas.
Barkman: Me siento isleña, hay una gran diferencia entre lo que es Gran Bretaña y las islas, y aunque tengo la ciudadanía británica, me considero siempre isleña.
-¿Por qué los isleños no pueden elegir su propio gobernador y dependen del que envía Londres?
Fowler: Tenemos un gobernador inglés que es como la Reina en Gran Bretaña. Es el símbolo de la presencia de la Corona, maneja la Defensa y las Relaciones Exteriores. Sólo recibimos de los británicos el costo de la defensa (¿Defensa contra quién? Contra Argentina) y de las relaciones exteriores. (¿Relaciones con quién? Con la Argentina). Si no fuese esta situación con Argentina, no sería necesario tener británicos acá.
Barkman: Siempre vamos a necesitar protección militar británica, porque no tenemos gente para poder defendernos. Pero no veo imposible que seamos independientes y podamos contar con el apoyo militar británico. No pienso que la actitud de la Argentina hacia nosotros cambie si fuésemos un país independiente.
Hines: Los isleños tienen su propio gobierno. El gobernador es un representante de la Reina Isabel y nunca haría algo que los representantes isleños no quisieran.
-¿Cómo se salda este conflicto?
Smith: No creo que se pueda en lo inmediato.
Barkman: Argentina debería quitar de su Constitución que este territorio es parte de su territorio.
Hines: Enfriando la situación. Para dejar atrás el trauma de la guerra, hay que construir una confianza nueva, con respeto mutuo, trabar una relación entre seres humanos. Sería mejor buscar y trabajar por las cosas que argentinos e isleños pueden compartir en esta zona. La soberanía es una cuestión complicada, con raíces profundas y quizá no sea posible resolver.
¿Cómo se reconstruye las relaciones con los argentinos? ¿En qué podemos ayudar?
Hines: Primero, los argentinos deben entender que los isleños forman una comunidad mixta, con raíces de 8 o 9 generaciones, que viven en paz y quieren seguir con el privilegio y la responsabilidad de la autodeterminación de su forma de vida, con sus relaciones históricas con Gran Bretaña. Podemos tener relaciones por la pesca y quizá el turismo. Traer determinado tipo de bebida o comida desde Sudáfrica o Inglaterra es muy costoso. Sería mejor traerlo de Río Gallegos o Ushuaia. Muchos argentinos podrían venir a trabajar aquí. Pero hoy en día, es muy difícil para nosotros tener una gotita de confianza con los argentinos, mejor dicho, con el Gobierno argentino. Sería mejor vivir en relación con el continente, pero teniendo siempre precaución. Sospechamos mucho.
Barkman: Los argentinos pueden vivir y trabajar acá, algunos ya trabajan. Pero el hecho de compartir la bandera, nuestras riquezas y aceptar algunas de sus leyes, eso no. Las islas cuentan con sus propios recursos naturales y nuestros antepasados tuvieron que trabajar duro para que logremos un mayor bienestar. Después de tanto trabajo Argentina quiere tomar las islas… me parece una locura. No pueden quitarnos nuestro hogar e intentar que perdamos la identidad. ¿Cómo te sentirías si te quitan tu casa?
Fowler: Si preguntás en la calle en qué pueden ayudar los argentinos, te van a decir “en dejarnos en paz y no molestarnos, no necesitamos nada más”. Pero nos falta fruta fresca, productos que podrían ser más económicos si vienen desde el continente. Nos faltan médicos clínicos. Sería excelente que vinieran. A las empresas petroleras les sería más fácil utilizar la infraestructura que ya está en la Argentina. Los argentinos podrían participar de la ganancia de la explotación petrolera. Podríamos compartir el trabajo. Sería una forma de cooperación. Pero primero el Gobierno argentino debe admitir que existimos.
-¿El isleño se siente un actor no escuchado en este conflicto?
Fowler: Sí, nosotros tenemos que tener una voz en el futuro. Nos tratan como gente “importada”. Son ocho generaciones las que nacieron acá.

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