lunes, 31 de diciembre de 2012

Cómo una mujer engañó a la Junta con el apoyo de EE.UU. en la guerra

POR MARÍA LAURA AVIGNOLO (*)
Era Jeane Kirkpatrick, representante de Washington en la ONU, y aliada incondicional de la dictadura argentina.

Salida. La premier Thatcher, en la puerta de 10 de Downing Street, en pleno conflicto por las islas Malvinas.

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LONDRES. CORRESPONSAL - 30/12/12 – Clarin

El conflicto de Malvinas puso en crisis la churchilliana “relación especial” entre Gran Bretaña y Estados Unidos. Se produjo al hacerlos entrar en contradicción a la administración Reagan y sus funcionarios con el apoyo que la dictadura argentina estaba dando a los norteamericanos en Honduras para el entrenamiento de la guerrilla “Contra”, que combatía a los sandinistas en Nicaragua. Así queda demostrado en su último despacho como diplomático por el embajador británico en Washington, Nicholas Henderson, que ha sido liberado por los archivos oficiales británicos entre los 3.500 documentos secretos de la guerra en el Atlántico Sur.

En él, el legendario y experimentado “Nicko” Henderson escribe finalmente lo que piensa de la actitud norteamericana en la guerra. Sugiere que Argentina podría haber sido alentada “a invadir” las Malvinas por dos funcionarios de la administración Reagan. Y los menciona: Jeane Kirkpatrick, embajadora de EE.UU. en la ONU y feroz anticomunista, amiga del general Leopoldo Galtieri y el brigadier Basilio Lami Dozo, dos ex miembros de la Junta Militar, y Thomas Enders, secretario asistente para América Latina y con un rol esencial en el secreto bombardeo a Camboya durante la Guerra de Vietnam, y que paradójicamente auspicio un diálogo con los sandinistas, pero apoyo al régimen salvadoreño en los días de los escuadrones de la muerte. Kirkpatrick y Enders se detestaban.

“Es relevante que el señor William Casey, el jefe de la CIA, que estaba extremadamente preocupado en las discusiones del Gabinete sobre esta cuestión ha sugerido a nosotros privadamente que él piensa que los argentinos fueron llevados al camino equivocado: es que elloscreyeron que su apoyo a EE.UU. en las operaciones encubiertas en América Central eran más importantes para EE.UU. que lo que en realidad eran y que podrían ganar la aceptación norteamericana en otra política en otra parte”, escribió Henderson.

La misma interpretación hicieron a esta corresponsal el general Mario Benjamin Menéndez y el general Jofre después de la guerra, ambos comandantes argentinos en las islas. Ellos creían que la Junta Militar podría haber mal interpretado a los estadounidenses.

Las menciones de Kirkpatrick y Enders no son casuales. Ellos eran los que lidiaban con los militares argentinos y la Junta, a quien miraban con simpatía con la convicción que podían llevar a una democracia autoritaria que sería mejor que el comunismo.

La Guerra Fría y el anticomunismo de la administración Reagan justificaba el apoyo a los dictadores argentinos y su colaboración en la guerra contra los sandinistas en Nicaragua. Al menos 40 “consejeros argentinos”, encabezados por el coronel José Osvaldo “Balita” Riveiro, de la G2 de Inteligencia del Ejército y del Batallón 601, estaban en Honduras colaborando con el militar norteamericano Oliver North y entrenando a los 9000 efectivos de la “Contra” en acciones antiguerrillas, dentro del marco del apoyo de EE.UU. en su combate a Moscú.

Enders había viajando unos días antes del conflicto a la Argentina y este desplazamiento despertó las sospechas de Henderson. El diplomático, casado con una ex corresponsal de guerra, descubrió las simpatías pro argentinas de Enders cuando fue a informar a Alexander Haig, entonces Secretario de Estado, sobre los movimientos de la flota argentina en el Atlántico Sur. “El hizo lo mejor para tratar de minimizar lo que me había llamado la atención. Dijo que el gobierno norteamericano tenía el reaseguro del canciller argentino que su gobierno no contemplaba una confrontación con nosotros. Es más: ellos tenían este reaseguro confirmado. Yo señalé que los movimientos de la flota argentina refutaban lo que él estaba diciendo”. Con un cinismo que caracterizó su distinguida carrera diplomática, Henderson intentó hacer un paralelo entre Kirkpatrick y Enders.

“Al comparar a Kirkpatrick con Enders, es difícil mejorar el apotegma que circula en el Departamento de Estado donde el último es más fascista que loco, Kirpatrick es más loca que fascista. Ella parece ser una de las más seguras para cometer goles en contra: sin tacto, cabeza dura, ineficaz y un dudoso tributo a la profesión de académica a la que ella expresa su fidelidad”, escribió con acidez británica.

Las presunciones de Henderson con respecto a Kirkpatrick no eran erradas. Durante la guerra de Malvinas, tres militares argentinos cercaron al canciller Nicanor Costa Méndez durante todas sus negociaciones diplomáticas y las boicotearon o acicatearon, con tiempos diferentes en Nueva York, Washington, Lima y hasta en La Habana. Ellos eran el general Héctor Iglesias, representando a Galtieri; el vicealmirante Benito Moya, jefe de la Casa Militar como enviado del inflexible almirante Anaya y el brigadier José “Pepe” Miret como delegado del “Balo” Lami Dozo, el otro integrante de la Junta Militar y proclive desde el inicio a una salida negociada del conflicto. Lami Dozo había sido el último en enterarse el 6 de enero de 1982 de las intenciones de ocupar las islas Malvinas por boca de Galtieri y Anaya, inspirador inicial.

Su enviado, “Pepe” Miret almorzaba, desayunaba y cenaba con Kirkpatrick en EE.UU. para tratar de encontrar una solución negociada a la guerra, especialmente después del hundimiento del crucero Belgrano. Tenía dos feroces fuerzas que lo detenían: Moya, en representación de Anaya, y el embajador Henderson, que cada noche aparecía en la televisión norteamericana para demoler las posiciones argentinas representadas por Costa Méndez, que había quedado aislado ante la Junta, especialmente por presión de Anaya y Moya.

L a doctrina Kirkpatrick justificaba las atrocidades cometidas por los dictadores argentinos en nombre de la Guerra Fría . La diplomática y académica consideraba que eran regímenes autoritarios estables cuando los comunistas buscaban controlar los pensamientos de la gente. Con denuncias de desapariciones y brutalidades, Galtieri y la Junta encontraban en Kirkpatrick una interlocutora comprensiva, que ellos confundían con la administración Reagan. Fue ella quien le pidió al presidente de EE.UU. que consiguiera un diálogo con los británicos en medio de la guerra .

Churchill había establecido la “relación especial” anglo-norteamericana que incluía colaboración tecnológica, política y en la guerra. Malvinas puso una seria fricción en esta histórica alianza e instaló una indeseada rispidez entre Reagan y Margaret Thatcher, que rechazó tres veces su llamada a una negociación y su pedido de no humillar a los argentinos. Una vez más, los estadounidense usaban el pragmatismo y así enfurecían a los británicos.

En una carta enviada por Reagan el 29 de abril del 1982 a Thatcher le dice que “puede contar con nuestro apoyo en cada forum en que esta cuestión sea debatida (..) Vamos a anunciar que el rechazo argentino a retirar las fuerzas de la invasión y negociar en buena fe ha hecho necesario para EE.UU.adoptar una nueva postura hacia Buenos Aires”. Dos días antes del hundimiento del Belgrano, Reagan le recordaba que ella “había dejado claro” que nada más que el “mínimo esencial de fuerza” sería utilizado.

La ambigüedad norteamericana también fue remarcada por Sir Anthony Parsons, el representante permanente británico en la ONU. Cuando se fue de su cargo, envío un despacho que alivió al canciller británico Francis Pym. Dijo que EE.UU. era mirado con una mezcla de “exasperación, frustración y desprecio” y que “los delegados del Tercer Mundo estaban shockeados, alarmados y furiosos por la incompetencia, el amateurismo y la paralizante falta de coordinación de la misión norteamericana, el Departamento de Estado y la Casa Blanca”.

(*)Cubrió la guerra diplomática durante el conflicto de Malvinas

Comentarios de lectores:  http://www.clarin.com/politica/engano-Junta-apoyo-EEUU-guerra_0_838116230.html

Malvinas: la negociación, los planes militares y Astiz, según los archivos británicos

POR RICARDO KIRSCHBAUM (*)
Fueron liberados a 30 años del conflicto. Las actas del comité de crisis de Thatcher.

Rendición. El 14 de junio de 1982 en las islas, fin de la guerra en las Malvinas./ap

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30/12/12-Clarin

Gran Bretaña estuvo a punto de atacar a la flota argentina que se había retirado de la zona de combate y ubicado dentro de las 12 millas de la plataforma continental. La propuesta fue aprobada por Margaret Thatcher, primer ministra del Reino Unido, pero quedó a criterio de los comandantes británicos si advertían que sus barcos corrían peligro.

Las actas de las reuniones en Downing 10, sede del gobierno británico, durante la guerra por las islas Malvinas son muy detalladas y, salvo algunos párrafos que fueron testados y se mantienen en secreto, son muy elocuentes sobre las alternativas del choque armado. La documentación puede ser consultada libremente y fue liberada del secreto al cumplirse treinta años de aquellos acontecimientos.

La documentación argentina se fue conociendo por retazos hasta que el llamado Informe Rattembach, redactado por el general que encabezó la investigación militar, fue liberado por la presidenta Cristina Kirchner este año.

Los documentos británicos están divididos en capítulos en los que se tratan cuestiones diplomáticas, políticas y militares, e n un comité que se reunía casi diariamente y que estaba presidido por Margaret Thatcher y del que participaban el ministro de Defensa, John Nott; el ministro de Relaciones Exteriores, Francis Pym; el ministro de Asuntos Internos, William Whitelaw y los responsables de las fuerzas armadas, especialmente el primer almirante, sir Terence Lewin.

En esas reuniones, se mezclaron temas como las negociaciones diplomáticas con Argentina, a través del secretario de Estado de EE.UU., Alexander Haig; los planes militares para recapturar las Georgias del Sur, primero, y las islas Malvinas, después; qué hacer con el teniente Alfredo Astiz, reclamado por Francia y Suecia por crímenes de lesa humanidad por el secuestro y desaparición de las monjas francesas y de una ciudadana sueca que desapareció en la ESMA; las conflictivas relaciones con la BBC, que se negaba a someterse a una estrategia que afectase la calidad e independencia de su periodismo; y la permanente preocupación del gobierno británico por no afectar las relaciones con Ronald Reagan.

Respecto a este último punto, por ejemplo, los británicos estaban interesados en que, si se llegaba a un acuerdo con la Argentina, los Estados Unidos desplegaran tropas y equipamiento para defender el aeropuerto de Puerto Argentino y disuadir una “segunda invasión” argentina, si las negociaciones finalmente fracasaban.

Las negociaciones sobre el status final de las islas estuvieron muy presentes en esos días. Había fórmulas de una administración interina y luego una definición sobre la soberanía sobre la que nunca hubo acuerdo porque los británicos insistían con que se debían contemplar los deseos de los isleños, es decir los deseos de pertenecer o no a la comunidad británica, y los argentinos se mantuvieron firmes en que la opinión de los pobladores de las Malvinas no sea fundamental.

Según la documentación que ahora es pública, el fantasma de la “segunda invasión” estuvo siempre presente.

Una cuestión importante fue la discusión en principios de abril si la fuerza expedicionaria británica debía o no llevar armamento nuclear.

Se convino en ese comité que las “rules of engagement” para el conflicto en el Atlántico Su r excluían ese armamento, pero nadie puede asegurar a ciencia cierta si algunos buques lo portaban.

En cambio, las reglas para los submarinos de propulsión nuclear no se modificaron y éstos participaron del ataque.

Otra cuestión fue la discusión sobre el desembarco en las islas. Finalmente ocurrió en el estrecho de San Carlos, que separa a ambas islas, el 20 de mayo de 1982. En la planificación previa, el almirantazgo británico planteó la existencia de cuatro amenazas: Los barcos argentinos de superficie, que se habían retirado luego del hundimiento del crucero General Belgrano y se mantenían navegando dentro de las 12 millas de plataforma exclusiva, cerca de la costa. Allí se examinó seriamente atacar a la flota argentina , aun dentro de esta zona, si constituía un peligro para los británicos. Sin embargo, en la discusión también se dijo que el peligro que significaba la flota de superficie estaba neutralizado.

El ministro de Defensa, John Nott, sostuvo en ese comité de guerra que la Armada británica había perdido ya cuatro barcos (luego perdería varios más) y que no se podía permitir que barcos armados con exocets o aviones lanzados desde el continente o desde el portaviones Independencia siguieran operando desde un “santuario” que no se podía atacar por razones políticas. Allí fue cuando se señaló que el hundimiento del portaviones argentino podría tener consecuencias muy negativas en la opinión pública mundial que, en general, apoyaba a Londres.

La fuerza submarina argentina fue considerada como de algún peligro y con capacidad de hacer daño si es que la lanzaban al ataque a cualquier costo. Se adoptaron, según dicen los documentos, muchas medidas antisubmarinas para contrarrestar esa potencial amenaza.

La aviación, un arma letal para los británicos a la que temían con razón, les habían inflingido ya pérdidas grandes. Se analizó cómo neutralizar al único portaaviones argentino, que también se había retirado de la zona de combate, y algunas bases aéreas en el sur, lo que significaba atacar el continente.

Se reconoció que no se tenía la total supremacía aérea en la zona de combate.

Se advirtió que habría muchas víctimas y que había que preparar a la opinión pública británica sobre el elevado costo de la operación.

Otro de los capítulos de los documentos se refieren a la situación del entonces teniente Alfredo Astiz, apresado sin luchar en las islas Georgías del Sur, a pesar de que la abundante propaganda argentina sostenía que sus hombres combatirían a morir. Astiz fue llevado a la isla de Ascensión, junto con los otros prisioneros, y se lo retuvo allí para que Francia y Suecia lo interrogasen acerca de su participación en la represión ilegal en la Argentina.

Thatcher dijo que Astiz debía ser interrogado pero que estaba en su derecho no responder a las preguntas francesas y suecas. En ese caso, manifestó la premier deberá ser liberado porque Londres no violará la Convención de Ginebra, que establece el trato de los prisioneros durante la guerra. Varias veces se trató el tema Astiz y se trató con delicadeza porque querían que Francia se mantuviera al lado de Londres y que bloqueara la venta de misiles exocet a la Argentina.

Astiz fue llevado al Reino Unido. Francia entregó diez preguntas para que se le formulasen sobre la desaparición de dos monjas francesas (Astiz fue finalmente condenado en la Argentina por esos crímenes) y Suecia hizo lo propio sobre la desaparición de Dagmar Hagelin.

El marino, que está siendo nuevamente enjuiciado por su particición en el campo de concentración de la ESMA, no respondió a las preguntas,como Thatcher predijo.

Y volvió de regreso a la Argentina.

(*)Editor general de Clarin y co autor de “Malvinas, la trama secreta”

domingo, 30 de diciembre de 2012

Una síntesis de los mezquinos objetivos de dos perversos

POR FEDERICO STORANI-Clarin

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29/12/12-Clarin

“El peor, creo, de mi vida”. Así califico la ex primer ministro británica Margaret Thatcher al momento en el cual se enteró de la ocupación militar argentina de las islas Malvinas que la tomó por sorpresa, según revelan los más de 3.500 documentos reservados, ahora desclasificados. Motivos no le faltaban. En el Reino Unido arreciaban huelgas y protestas que mostraban el clima de convulsión social que se vivía en contra del experimento de la abanderada de la revolución conservadora. En nuestro país, la ocupación se vivió en la euforia de una Plaza de Mayo desbordada, a pesar de que dos días antes la misma plaza estuvo colmada por quienes nos oponíamos a la situación económico social y fuimos duramente reprimidos.

La historia quiso que dos personalidades perversas con objetivos comunes se encontraran: Thatcher usó la contienda para recuperar su popularidad y la “grandeza del Imperio”, ambos en franca decadencia. Sin importarle la Justicia de la causa ni la pérdida de vidas humanas. El general Galtieri era el emergente de la más sangrienta dictadura militar de nuestra historia, quien se ilusionó ingenuamente con su continuidad en el poder en caso de que la aventura guerrera resultara exitosa.

Los documentos revelados no muestran prácticamente nada nuevo o desconocido: es la síntesis de las infructuosas gestiones y negociaciones por falta de voluntad en pos de mezquinos objetivos políticos de corto plazo, que abrieron un abismo entre dos naciones y sus pueblos con intereses comunes. Aparecen sí omisiones groseras: el hundimiento del crucero General Belgrano torpedeado por el submarino nuclear cuando navegaba fuera de la zona de exclusión unilateralmente impuesta por el Reino Unido que no sólo constituyó un crimen de guerra sino que hizo naufragar las negociaciones de paz. Nuestro propio informe Rattenbach revela que salvo honrosas y heroicas excepciones nuestras Fuerzas Armadas no estaban preparadas para un conflicto de esta naturaleza y envergadura. Falló lo elemental la coordinación y complementación que debían observar, repitiendo absurdamente el poder compartimentado impuesto en el territorio continental.

La solución no vendrá por las armas. Se obtendrá por vía de una continua y coherente acción diplomática que tiene que tomar como base la Resolución 2065 del año 1965 de la ONU. De aquel desafortunado momento en que estas dos perversas personalidades se encontraron para producir el desastre debemos aprender la lección guiados por la paz y el derecho en beneficio de ambos pueblos y naciones y tal vez entonces florezcan mejores noticias en el botánico Qew y en el de Buenos Aires.

(*)Ex presidente de Comisión de R. Exteriores de Diputados.

Más huellas de una certeza: las islas estuvieron cerca de volver a ser argentinas

POR RICARDO KIRSCHBAUM (*)-Clarin
Los archivos británicos sobre la guerra de Malvinas confirman lo que ya se sabía sobre la historia reciente.

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29/12/12-Clarin

Los archivos británicos sobre la guerra de Malvinas confirman lo que ya se sabía. A pesar del desembarco argentino y de los fieros combates librados sobre la turba de las islas por la fuerza expedicionaria británica, el archipiélago podría haber sido recuperado por Argentina mediante negociaciones.

La pregunta es ¿por qué no se pudo llegar a un acuerdo? ¿Cuál fue el principal obstáculo para que esas cruciales negociaciones fracasaran? Y la tercera pregunta es ¿qué hubiera pasado si los militares, al fin, conseguían lo que tuvieron al alcance de la mano?

Los nuevos documentos echan luz sobre la disposición británica a buscar un acuerdo y sobre la presión de EE.UU. para evitar que argentinos y británicos, aliados de distinto rango con Washington en esos tiempos del mundo bipolar, se mataran mutuamente. Las propuestas estuvieron sobre la mesa: autoridad interina (con presencia argentina y garantía de Estados Unidos, luego reemplazada por otros países después de la decisión de Washington de apoyar militarmente a Londres), plazo breve para discutir sobre la soberanía (fines de 1982 o, in extremis , julio de 1983). Todo giró en torno a esos temas: el hundimiento del Belgrano también hizo naufragar la propuesta del presidente peruano Belaúnde Terry quien, como se comprobó luego, negociaba respaldado por el secretario de Estado de Estados Unidos, Alexander Haig, y el canciller británico, Francis Pym.

Uno de los puntos centrales fue el retiro de las tropas argentinas de las islas. En todos los documentos –los conocidos y los que ahora se hicieron públicos– era una cuestión crucial. El plan original de los militares argentinos fue desembarcar en las islas, tomar el control del gobierno de la colonia, dejar un destacamento de gendarmes y retirar la mayor cantidad de tropas a los cinco días. Esas previsiones no se cumplieron.

Si el hundimiento del crucero General Belgrano tuvo un impacto demoledor en la negociación diplomática, el exitoso ataque a HMS Sheffield puso algo de equilibrio militar. Pero nada detuvo el choque militar .

Aún así, según los documentos revelados en Londres, en una conversación telefónica entre el presidente Ronald Reagan y la primer ministra británica Margaret Thatcher se volvió a plantear seriamente la posibilidad de un acuerdo. Las tropas de asalto del Reino Unido ya habían desembarcado en el estrecho de San Carlos y vencido en la batalla de Goose Green.

Dice el documento: “El presidente Reagan dijo que los Estados Unidos consideraban imperativo que el Reino Unido esté preparado para hablar antes que los argentinos fueran forzados a retirarse”. Y agrega: “Como el Reino Unido tiene ahora ventaja militar debería plantear el acuerdo ahora ”.

Los temores británicos se referían al peligro de una segunda “invasión” argentina, pero el principal tema estaba vinculado con los deseos de los isleños.

La cuestión, según surge de esos documentos, eran un nuevo status, diferente al que tenían las islas antes del 2 de abril. Y ese nuevo status se refería a la autodeterminación de las islas y a su independencia.

Si hubo estas propuestas –existe abundante documentación sobre las negociaciones– las explicaciones sobre el fracaso hay que buscarlas tanto en la situación interna británica como en la complicada y confusa conducción argentina . Ese fue el nudo central del problema: lo que se jugó en la guerra tenía mucho que ver con los frentes internos y la estabilidad futura según el resultado de la guerra y con la situación internacional de entonces. Hubo incompetencia política y diplomática, pero también ambiciones personales que llevaron al desastre.

Otra vez aparecen las huellas de esa certeza: las islas estuvieron muy cerca del volver a formar parte del territorio argentino. Ahora han quedado mucho más lejos de lo que estaban en 1982.

(*)Editor general de Clarín y coautor de “Malvinas, la trama secreta”.

Según archivos británicos, Thatcher pensó en negociar la soberanía de Malvinas

Fue por presión de EE.UU. La Dama de Hierro fue sorprendida por el desembarco.

Baile de los aliados. Thatcher, con el presidente Reagan, los documentos desclasificados muestran sus cartas./AP

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29/12/12-Clarin

En los días que siguieron a la ocupación militar argentina de las islas Malvinas, el 2 de abril de 1982, la primera ministra británica Margaret Thatcher barajó la posibilidad de llegar a un acuerdo que evitara la guerra , dejando el archipiélago bajo administración de Naciones Unidas, para más adelante otorgarle la independencia. A más de 30 años del conflicto, la confirmación de estas evaluaciones se conoció con la desclasificación por parte del Archivo Nacional británico de más de 3.500 documentos secretos sobre la guerra . Estos detallan los esfuerzos de mediación del secretario de Estado norteamericano Alexander Haig, las circunstancias en que se tomó la decisión de hundir el crucero General Belgrano y los planes británicos para atacar la Argentina continental, entre otras revelaciones.

El desembarco del 2 de abril tomó a Thatcher por sorpresa, ya que la primera ministra había considerado esa situación podía producirse recién dos días antes, al recibir informes de Inteligencia.

“Nunca, nunca esperé que Argentina invadiese las Falkland (Malvinas) frontalmente. Era algo estúpido, tal y como se desarrollaron los hechos, era estúpido incluso plantearse hacerlo” , dijo Thatcher.

Esta declaración está contenida en uno de los documentos de mayor valor histórico dentro de los archivos que fueron desclasificados al cumplirse 30 años de su elaboración, según los reglamentos británicos. Es que la “Dama de Hierro” brindó testimonio a puertas cerradas ante el Falkland Islands Review Committee (Comité de Revisión de las Islas Falkland-Malvinas), el 25 de octubre de 1982, a muy poco de terminada la guerra y en consecuencia, con los hechos todavía muy calientes. El Comité estaba presidido por Oliver Franks.

Los británicos, sin embargo, habían hecho planes de contigencia un mes antes del ataque argentino y el 26 de marzo el Ministerio de Defensa presentó a Thatcher un plan para impedir una invasión a gran escala.

Ante el Comité, Thatcher insistió que nunca tomó seriamente esta posibilidad. “Vuelvo a recalcar que pensé que sería absurdo y ridículo que invadieran las Falkland, no pensé que fuera a suceder. Sin embargo uno debe tener siempre planes de contingencia y poco después ocurrió el incidente de Georgias del Sur”.

Pero unos días después, el 31 de marzo, le llevaron los reportes de Inteligencia acerca de una acción inminente: “Fue el peor momento de mi vida ”, sostuvo y agregó: “Aquella noche nadie pudo decirme cómo podríamos recuperar las Falklands, nadie. No lo sabíamos, no lo sabíamos”.

Presionada por Estados Unidos que buscaba una solución pacífica, Thatcher estuvo dispuesta a negociar.

“La retirada de las fuerzas argentinas se podría haber asegurado sin necesidad de acción militar . Argentina hubiese ganado representación en una comisión provisional y un acuerdo para la realización de negociaciones que decidieran el status definitivo de las islas antes de fin de año”, dijo. Y agregó: “Repugnante como era que el agresor gane algo con su agresión, parecía un precio aceptable a pagar ”. Hasta el 12 de abril, Thatcher consideraba “aceptables” y “defendibles ante el Parlamento” los puntos de un acuerdo propuesto por Haig, como la creación de un período provisional y la desmilitarización. Las cosas empezaron a cambiar cuando Londres consideró “decepcionantes” los resultados de las conversaciones de Haig en Buenos Aires, y luego cuando los británicos toman posesión de las Georgias del Sur, el 25 de abril.

Pese a todo, tras la guerra Tatcher decía estar dispuesta a “considerar un cambio” y creía que “el futuro probablemente reside en un acuerdo sin soberanía británica o argentina, sino alguna forma de independencia o cuasi-independencia de las islas ”, afirmó.

Entre los documentos hay una carpeta titulada “El hundimiento del Belgrano”. Tres días después de ocurrido, el 5 de mayo de 1982, durante una cena de representantes de la OTAN se afirma que el ministro de Defensa, John Nott, había dicho: “La decisión política fue tomada por un grupo de ministros, liderados por la primer ministro”, durante un almuerzo en Chequers, según la historia oficial británica. Otro documento del Gabinete, de la misma fecha, sugiere la línea a seguir ante el hundimiento del Belgrano, que navegaba fuera del la Zona de Exclusión Total. Afirma que ésta es “irrelevante” porque el Belgrano era parte de un grupo de buques que “representaban una grave amenaza a nuestros buques”.

jueves, 27 de diciembre de 2012

Londres criticó a Argentina por “intimidar” a los cruceros

Cameron. Premier británico.

27/12/12-Clarin

El gobierno británico volvió a atacar a la Argentina sobre la cuestión Malvinas. Esta vez, hizo una “inequívoca condena” a los “intentos por intimidar” a las compañías de cruceros que viajan a las islas. Y trató la situación directamente como un “chantaje”.

Las nuevas palabras de condena fueron del secretario de Estado para Asuntos del Commonwealth, Hugo Swire, frente a parlamentarios que le pidieron un informe sobre la situación. La reunión fue el 20 de diciembre, antes de que se inicie el receso de vacaciones en el Parlamento británico, pero trascendió ayer a la prensa.

“El gobierno británico lamenta profundamente que elementos de la Argentina hayan tomado recientemente acciones dirigidas a interferir en la visita de cruceros ” a las Malvinas, explicó Swire.

El funcionario se refería en especial a Carnival Group, uno de los mayores operadores de cruceros del mundo, que anunció el 13 de diciembre que evitará tocar los puertos argentinos durante la temporada 2013. De acuerdo al grupo británico, en numerosas ocasiones en los últimos años la bandera de ese país no ha sido permitida en los puertos argentinos o demorada. Se refiere a las medidas que en este país se han aplicado como parte del endurecimiento oficial por el reclamo de soberanía sobre Malvinas. Pero además, en en los primeros días de diciembre, hubo incidentes violentos cuando militantes de Quebracho atacaron una oficina de cruceros. Los activistas reclamaban el cumplimiento de “la ley Gaucho Rivero” –que rige en cinco provincias– y que intenta prohibir a los buques petroleros británicos en los puertos y que también se intenta aplicar a los turísticos. Aquella vez desde las islas condenaron el ataque y acusaron a Argentina de querer “estrangular” la economía del archipiélago dependiente de la industria turística.

Swire explicó antes los parlamentarios que las compañías de cruceros realizan una actividad “legal” y reveló que funcionarios de su área han “discutido” sobre ese tema con funcionarios argentinos. Además, precisó que el 3 de diciembre pasado convocó a la embajadora argentina en Londres, Alicia Castro. “Entiendo que la empresa Carnival al no obtener seguridades de que sus barcos no serán interferidos en la Argentina, tuvo que dejar de lado puertos en ese país”, puntualizó.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Cameron criticó a Cristina por el reclamo de Malvinas

El premier británico dijo que la presidenta tergiversa “la historia” y “la realidad”.

Avión. El primer ministro de Gran Bretaña, David Cameron, envió un mensaje a los isleños por las fiestas./AFP

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22/12/12

Los gobiernos de Argentina y Gran Bretaña volvieron a cruzarse ayer. Por un lado a través del mensaje navideño que habitualmente envía a las Malvinas el primer ministro del país europeo, el conservador David Cameron, consideró una “pena” la actitud del gobierno argentino respecto a las islas. Y por otro lado, el embajador británico ante este país, John Freeman, fue convocado a la Cancillería, donde recibió las protestas formales por la reciente decisión del Reino Unido de denominar “Tierra de la Reina Isabel” a un sector de la Antártida reclamado también por la Argentina.

“El gobierno de la presidenta (Cristina) Kirchner parece decidido a argumentar que no deben tener una opinión sobre cómo son gobernados. Continúan tergiversando la historia de sus islas y las realidades actuales de la vida allí”, afirmó Cameron en su mensaje radial. El mandatario británico –quien se reunión hace poco con los líderes isleños y a quienes le pidió su apoyo– aseguró que era “ una pena que Argentina siga actuando de esta manera ”, en alusión al reclamo nacional para que Londres acepte sentarse a negociar sobre la soberanía de las Malvinas, en el marco de lo dispuesto desde 1965 por las Naciones Unidas. Por detrás de las palabras de Cameron también se encuentra al referendum que en marzo próximo harán los isleños para mostrarle al mundo el “estatus político”, que quieren tener y que obviamente no es argentino. Desde el continente esta consulta fue rechazada: la posición histórica nacional es que la población de las islas es “implantada”.

“No hay justificación para que algún país intente negarles el derecho a la democracia y a la autodeterminación. Ni que trate de aislarlos, de bloquear su comercio o socavar su industria pesquera, de hidrocarburos y turística legítimas”, agregó en referencia al endurecimiento de las políticas nacionales hacia las islas.

Por otra parte, de acuerdo a un comunicado de la Cancillería, el embajador Freeman, oyó ayer la queja argentina. “Esta pretensión del Reino Unido (de homenajear a su Reina dándole su nombre a una porción de tierra antártica que se superpone con la de Argentina) demuestra, una vez más, las anacrónicas ambiciones imperialistasde ese país, lo que remonta a antiguas prácticas ya superadas, y no se condice con el espíritu de paz y cooperación que caracteriza”. El comunicado dice que Freeman concurrió al ministerio y se le “entregó una nota de protesta formal en la que expresa el ‘más firme rechazo a la pretensión del Gobierno del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, anunciada recientemente, de dar una denominación toponímica a un área del Sector Antártico Argentino’”.

En el pronunciamiento se reiteró el “compromiso con los valores y principios del Sistema del Tratado Antártico”, cuyos principales ejes son la paz, la ciencia, la cooperación internacional y la protección del medio ambiente. Y señaló la “plena vigencia del Art. IV” de ese tratado que respeta las posiciones de soberanía en la Antártida.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Desafío británico: nombró a parte de la Antártida “Tierra de la Reina”

POR NATASHA NIEBIESKIKWIAT-Clarin
Bautizó así al territorio que disputa a la Argentina. La decisión fue un homenaje al aniversario de la coronación.

Acto. Isabel escuchó atentamente al canciller William Hague cuando ayer hizo el anuncio en Londres. /AP

19/12/12 – Clarin

Así como la guerra de Malvinas le ha dado la sensación al Reino Unido de que las victorias otorgan derechos, Londres oficializó ayer otramaniobra bajo la idea de que nombrando un sitio de una manera refuerza su propiedad. Así,en un movimiento más que provocativo , el Foreign Office anunció la decisión de llamar Tierra de la Reina Isabel al territorio antártico que la Argentina autoproclama como propio, y también Chile.

Pese a que ante cada presentación unilateral británica, el Gobierno replica con su protesta, ayer después de la presentación no voló ni una mosca ni a un lado ni a otro. Más bien, hubo sorpresa.

Según el comunicado de la cancillería británica que ayer anticipóClarín.com , la decisión forma parte de los homenajes a la reina que este año festejó su Jubileo de Diamante, con sus 60 años en el trono. Y se produce sobre el final de los 30 años de la guerra por Malvinas, que elevó la tensión entre Londres y Buenos Aires por la disputa de soberanía a niveles no vistos en décadas.

El acto de presentación oficial de la “nueva toponimia” antártica británica fue el último acto del Jubileo de la reina, quien de hecho se hizo presente para ver la presentación de Hague, con mapa y todo. Son 169.000 kilómetros cuadrados. Representa un tercio de toda la masa antártica y es dos veces el tamaño del Reino Unido. De hecho, como un acto de unilateral de soberanía a partir de ahora los mapas británicos llevarán el nombre de la reina en esa porción de territorio.

“El Territorio Antártico Británico es un miembro único e importante de la red de los catorce Territorios de Ultramar del Reino Unido. Reconocer el compromiso del Reino Unido con la Antártida, con una asociación permanente a Su Majestad, es un gran honor”, comentó el canciller William Hague, sin mencionar a la Argentina.

El polémico anuncio no deja de ser curioso, porque de acuerdo al Tratado Antártico, que entró en vigencia en 1961 –y del que son signatarios, entre otros, Argentina, Chile y el Reino Unido–, las naciones presentan sus pretensiones de soberanía, que el Tratado no desmiente ni confirma.

Pero hay compromisos muy claros, pero además se define claramente la cuestión de los recursos naturales, sobre las bases que se instalan y que sólo pueden ser científicas y las investigaciones deben darse a conocer. Los recursos no pueden ser explotados y los resultados de las investigaciones deben darse a conocer. Las armas, los desechos nucleares y experimentos radiactivos están prohibidos.

En el año 2009, y siendo canciller, Jorge Taiana presentó ante las Naciones Unidas un pedido de extensión de la plataforma continental nacional ante la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, lo que aumentaría en un 35 por ciento el lecho del subsuelo marino, incluyendo a las islas Malvinas, las Georgias y las Sandwich del Sur y el informalmente conocido como Territorio Antártico Argentino o Antártida Argentina, y que de acuerdo a la toponimia local es el “Macizo Armada Argentina” en nuestra toponimia.

http://www.clarin.com/politica/Desafio-britanico-Antartida-Tierra-Reina_0_831516914.html

lunes, 17 de diciembre de 2012

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Malvinas: queja de Londres por el “acoso” a cruceros

Es por la protesta que hizo Quebracho frente a una agencia de turismo. Dos naves ya se negaron a ir a las islas.

04/12/12-Clarin

El Gobierno británico convocó ayer a la embajadora argentina en Londres, Alicia Castro, para que dé explicaciones sobre “supuestas acciones de acoso” contra cruceros que viajaban a las Islas Malvinas. La convocatoria a la diplomática fue por la protesta que activistas de la agrupación Quebracho hicieron, el pasado 19 de noviembre, contra una compañía que vende paquetes para los cruceros que pasan por Malvinas. Bombas molotov fueron lanzadas contra el frente del local, ubicado en el barrio de Retiro.

El Ministerio de Relaciones Exteriores británico calificó el incidente como un “acto violento de intimidación”. Interpretó, además, que la protesta buscó disuadir a cruceros a visitar Malvinas y que los atacantes podían tener respaldo del Estado argentino. Hasta ahora, se supo que dos cruceros evitaron ir a las islas para que en la Argentina no se le apliquen sanciones relacionadas a la “Ley del Gaucho Rivero”que aprobaron 5 provincias.

A través de una nota, la Cancillería británica sostuvo: “Es vergonzoso que elementos dentro de un país tan grande como Argentina busquen estrangular la economía de un pequeño grupo de islas. Tal acción no beneficia a nadie y sólo condena a los que prestan su apoyo”. Y agregó: “Estamos decepcionados de que fuera necesario convocar formalmente al embajador. Hicimos varios intentos de organizar una reunión menos formal, cada uno de los cuales la embajada argentina ha rechazado”.

La embajadora argentina respondió con otro comunicado: “El Reino Unido se queja porque prefiere pescar nuestro calamar en las aguas que rodean Malvinas”.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Malvinas: aumenta la tensión por los cruceros

POR NATASHA NIWIESKIKWIAT – Clarin

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01/12/12 – Clarin

La temporada de verano preanuncia más tensiones por las Malvinas, esta vez alrededor de la industria turística de los cruceros, que esta semana ya tuvo su escalada. Ayer se montó una batalla informativa entre el archipiélago y Tierra del Fuego, donde la prensa reportó que un tercer crucero había suspendido su paso por las islas a raíz de las presiones continentales en medio del reclamo de soberanía y la tensión latente con el Reino Unido. Tras la difusión de esa versión por el Diario del Fin del Mundo, la agencia Mercopress reportaba una nota breve con la intención de mostrar que el barco estaba amarrado en el la capital de las Malvinas, y los pasajeros estaban disfrutando del sol y la fauna marina.

La nueva escalada surge en gran parte de la puesta en vigencia de la llamada “Ley del Gaucho Rivero”, que está vigente en cinco provinciasy establece el impedimento de amarre a barcos británicos o con banderas de conveniencia. Si bien busca afectar a la industria petrolífera, ya hubo cruces por quedar afectado el turismo de cruceros. El Gobierno ha mostrado cierta dualidad con su aplicación, no la condena pero tampoco la promueve.

Las versiones de ayer se referían al crucero Seabourn Sojourn, que según el medio fueguino –citando como fuente al armados del buque– suspendió su viaje a Malvinas. Ya habían cancelado el viaje el Aida Cara y del Veendam, con excusas que no convencieron a los isleños, porque las noticias se conocieron en el marco del ataque con bombas molotov que la agrupación Quebracho encabezó el lunes pasado contra una agencia de viajes, en la zona de Retiro, que vende paquetes turísticos en cruceros e incluye entre sus puertos a las Malvinas. Ello encendió al gobierno británico, que amenazó con ir a la Unión Europea para que analizara llevar el caso a la Organización Mundial del Comercio.