POR FEDERICO STORANI-Clarin
ETIQUETAS
29/12/12-Clarin
“El peor, creo, de mi vida”. Así califico la ex primer ministro británica Margaret Thatcher al momento en el cual se enteró de la ocupación militar argentina de las islas Malvinas que la tomó por sorpresa, según revelan los más de 3.500 documentos reservados, ahora desclasificados. Motivos no le faltaban. En el Reino Unido arreciaban huelgas y protestas que mostraban el clima de convulsión social que se vivía en contra del experimento de la abanderada de la revolución conservadora. En nuestro país, la ocupación se vivió en la euforia de una Plaza de Mayo desbordada, a pesar de que dos días antes la misma plaza estuvo colmada por quienes nos oponíamos a la situación económico social y fuimos duramente reprimidos.
La historia quiso que dos personalidades perversas con objetivos comunes se encontraran: Thatcher usó la contienda para recuperar su popularidad y la “grandeza del Imperio”, ambos en franca decadencia. Sin importarle la Justicia de la causa ni la pérdida de vidas humanas. El general Galtieri era el emergente de la más sangrienta dictadura militar de nuestra historia, quien se ilusionó ingenuamente con su continuidad en el poder en caso de que la aventura guerrera resultara exitosa.
Los documentos revelados no muestran prácticamente nada nuevo o desconocido: es la síntesis de las infructuosas gestiones y negociaciones por falta de voluntad en pos de mezquinos objetivos políticos de corto plazo, que abrieron un abismo entre dos naciones y sus pueblos con intereses comunes. Aparecen sí omisiones groseras: el hundimiento del crucero General Belgrano torpedeado por el submarino nuclear cuando navegaba fuera de la zona de exclusión unilateralmente impuesta por el Reino Unido que no sólo constituyó un crimen de guerra sino que hizo naufragar las negociaciones de paz. Nuestro propio informe Rattenbach revela que salvo honrosas y heroicas excepciones nuestras Fuerzas Armadas no estaban preparadas para un conflicto de esta naturaleza y envergadura. Falló lo elemental la coordinación y complementación que debían observar, repitiendo absurdamente el poder compartimentado impuesto en el territorio continental.
La solución no vendrá por las armas. Se obtendrá por vía de una continua y coherente acción diplomática que tiene que tomar como base la Resolución 2065 del año 1965 de la ONU. De aquel desafortunado momento en que estas dos perversas personalidades se encontraron para producir el desastre debemos aprender la lección guiados por la paz y el derecho en beneficio de ambos pueblos y naciones y tal vez entonces florezcan mejores noticias en el botánico Qew y en el de Buenos Aires.
(*)Ex presidente de Comisión de R. Exteriores de Diputados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario