viernes, 27 de septiembre de 2013

España y Las Malvinas

España pidió explicaciones por Repsol y refutó a Timerman sobre Malvinas

POR IGNACIO MIRI - Clarin
Los diplomáticos se vieron ayer. Argentina informó que se unirían para reclamar a Londres. Madrid lo negó.

En Nueva York. Timerman en la ONU, su par español (abajo) informará hoy sobre su encuentro./ADRIANA GROISMAN

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NUEVA YORK. ENVIADO ESPECIAL - 27/09/13 - Clarin

El ministro de Exterior de España, José María García Margallo, hizo ayer un planteo por la nacionalización de YPF en un encuentro que mantuvo con el canciller Héctor Timerman en Nueva York, en una reunión paralela a la 68° Asamblea General de la ONU. Ese pedido por los intereses de la petrolera Repsol no tuvo respuesta, según aseguró Timerman. “La Cancillería no se ocupa de esa cuestión, que se está resolviendo en otro ámbito”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores, cuando reseñó el contenido del encuentro ante los medios. Esa es la posición que sostiene la Casa Rosada desde que comenzó el diferendo por la expropiación de las acciones que tenía Repsol en YPF, que impulsó Cristina Kirchner.

Pero esa no fue la única diferencia de óptica que quedó de manifiesto entre García Margallo y Timerman. El cortorcircuito de visiones llegó ayer a la noche a su pico en medio de versiones diferentes sobre la misma reunión. El motivo fue un comunicado de la Cancillería argentina que aseguraba que ambos funcionarios “acordaron realizar gestiones conjuntas instando al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte a dialogar en cumplimiento de los mandatos de las Naciones Unidas” sobre “las disputas de soberanía sobre la cuestión de las Islas Malvinas y de Gibraltar”. El funcionario argentino había anunciado que la mayor parte de la conversación con su par español estuvo dedicada a analizar “acciones en forma conjunta” para esos reclamos territoriales. Sin embargo, fuentes del Gobierno español citadas en off the record por los diarios El Mundo y El País de Madrid negaron que ese haya sido el contenido del encuentro. Según publicó en su edición online el primero de los dos periódicos, en “La Moncloa aseguran que España ‘no suscribe’ la alianza anunciada horas antes por el Ejecutivo de Cristina Fernández y quieren dejar claro que Reino Unido es ‘un país socio y amigo’”.

El País, por su parte, aseguró que el gobierno español “no hace suya” la versión del encuentro que dio Timerman. El canciller argentino había dado incluso detalles de lo conversado con García Margallo y aseguró que habían concertado mantener “en pocos días” reuniones preparatorias de sus equipos de trabajo que desembocarían en un nuevo encuentro de ministros para poner en marcha la cuestión. La agencia española EFE también había citado fuentes españolas para confirmar esa versión de la reunión.

Clarín consultó anoche al portavoz del Ministerio del Exterior español, Florentino Llera, para conocer la versión de La Moncloa sobre el encuentro. El funcionario aseguró que no habrá una declaración oficial sobre el embrollo hasta hoy al mediodía, cuando García Margallo brinde una conferencia de prensa en la ONU en la que se referirá al tema. Hasta última hora de ayer, los funcionarios de la Cancillería argentina sostuvieron que los dos ministros habían hablado sobre los diferendos de soberanía. “La reunión fue, básicamente, sobre ese tema”, afirmó a este diario una fuente diplomática argentina. El miércoles, el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, en su discurso en la ONU dijo que la situación en Gibraltar es un “anacronismo colonial”. Y reiteró “una vez más su llamamiento al Reino Unido para retomar el diálogo bilateral”, dijo en referencia al peñón que hace 50 años está en la lista de territorios pendientes de descolonización por la ONU.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Malvinas: el petróleo ofrece una oportunidad

POR DANIEL GUSTAVO MONTAMAT EX PRESIDENTE DE YPF Y EX SECRETARIO DE ENERGÍA

Malvinas: el petróleo ofrece una oportunidad

12/09/13 – Clarin

Según previsiones explicitadas por la empresa Rockhopper y por las autoridades isleñas, en el 2016 comenzará la explotación comercial del petróleo descubierto en la cuenca Malvinas Norte (Sea Lion) en 2010. No se trata de un gran yacimiento; las reservas probadas ahora se cuantifican en el orden de los 400 millones de barriles y sus costos de desarrollo y producción son muy altos (explotación en aguas profundas y largas distancia de los mercados de comercialización).

Si la Argentina aumenta la eficacia de la política “con nosotros o con ellos” dirigida a los potenciales inversores de la zona en conflicto, y se mantiene la negativa regional de acceso a infraestructura alternativa, el encarecimiento de los costos logísticos permitirá negociar con la contraparte británica el reparto de renta de la futura explotación. Todo bajo el paraguas del reclamo soberano, y como mecanismo para restablecer una mesa negociadora.

El “sí” del referendo de marzo pasado dejó en claro que los habitantes de las islas quieren seguir siendo ciudadanos británicos. El conflicto sobre la soberanía de las islas tiene dos partes y tres interesados. Una parte, la Argentina que reclama la soberanía territorial; otra parte, Gran Bretaña, que detenta la posesión colonial desde la ocupación por la fuerza en 1833. Los habitantes de las islas, con un ingreso promedio per cápita de más de 60.000 dólares por año (un 50% mayor al de sus connacionales del Reino Unido) operan como terceros interesados buscando forjar una identidad propia a partir de la inmensa riqueza relativa con la que ahora cuentan.

No olvidemos que el Tratado del Mar (1982) convirtió a muchos territorios insulares en epicentros de extensas jurisdicciones marítimas (200 millas, que se prolongan a 350 cuando hay recursos explotables) donde la posibilidad de otorgar licencias de pesca y otros derechos asociados a la potencial explotación de las riquezas circundantes cambió de cuajo la viabilidad económica y financiera. En el caso de Malvinas, las licencias ictícolas, que en los mejores años aportan regalías de alrededor de 200 millones de dólares, permitieron transformar una economía lanar de subsistencia (500.000 cabezas ovinas) en una economía de rentas que ya ha creado su propio fondo soberano para los potenciales nuevos recursos que le puede proporcionar el petróleo.

Con una explotación petrolera de unos 40 millones de barriles año, asumiendo la renta potencial que está en juego (diferencia entre los precios del petróleo y los costos de la zona), y su reparto aproximado (40 % para el Gobierno, 60% para las empresas), las arcas de las islas podrían llegar a obtener un ingreso adicional de alrededor de 500 millones de dólares por año. Si esos ingresos capitalizan en el fondo creado, los intereses podrían asegurar a los isleños una perpetuidad financiera que haga más atractiva la posibilidad de la autodeterminación y la constitución de un nuevo Estado “libre asociado” (asociado al Reino Unido y al Commonwealth, por supuesto).

Esa decisión complicaría la posición argentina de seguir tratando el problema como una causa colonial.

Todo en condicional, porque la nueva renta de la explotación petrolera depende de precios de referencia internacional que son variables, y de costos de desarrollo y explotación en los que la distancias y las dificultades logísticas tienen mucha influencia (más cuando las reservas a explotar no son significativas).

Estos costos logísticos pueden reducirse y aumentar la renta si la Argentina y Gran Bretaña se avienen a negociar el tema petrolero y a repartirse el adicional.

En función de ese objetivo, es correcta la posición oficial argentina de plantear a las empresas que operan en las islas la disyuntiva “o con nosotros, o con ellos”.

Quien invierte allá no puede invertir en la Argentina. También son conducentes las restricciones logísticas impuestas con apoyo regional. Es cierto, los licenciatarios han seguido adelante con las exploraciones y con el desarrollo de las reservas descubiertas, pero todavía no hay actores importantes detrás del petróleo de Malvinas y los altos costos han sido disuasivos de mayor actividad.

La estrategia argentina debe potenciarse con otra política energética que siembre de derechos exploratorios el mar continental argentino (de los 62 bloques marítimos disponibles, sólo hay 3 adjudicados) y convoque las multimillonarias inversiones que requiere el desarrollo de los recursos no convencionales.

El “con nosotros o con ellos” debe traducirse en nuevas oportunidades de inversión para los que decidieron “con nosotros”.

La presión eficaz habilitará una instancia negociadora. Acceso a la logística local y regional con reducción de costos, a cambio de compartir la renta incremental.

martes, 10 de septiembre de 2013

Argentina y Chile, unidos en la Antártida

POR JUAN GABRIEL TOKATLIAN DIRECTOR DEL DEPARTAMENTO DE CIENCIA POLÍTICA Y ESTUDIOS INTERNACIONALES DE UTDT

Argentina y Chile, unidos en la Antártida

10/09/13 -  Clarin

Siete razones básicas deberían conducir a que el Estado y la sociedad repiensen el tema de la Antártida en la política interna y exteriorde la Argentina.

Primero, la creciente incertidumbre acompañada de inquietantes niveles de pugnacidad entre los principales países del sistema internacional. Segundo, los vertiginosos avances científico-tecnológicos que aceleran las transformaciones y los retos en la política mundial. Tercero, la urgencia de revertir el deterioro ambiental y de asegurar una estrategia de sostenibilidad ecológica en los planos global, regional y polar. Cuarto, la necesidad de concebir unidades políticas amalgamadas que garanticen, en la vecindad más próxima, el bienestar, la autonomía y la seguridad de distintas comunidades nacionales. Quinto, el aprovechamiento de los grandes progresos en el campo de la distensión, la cooperación y la concordia desarrollados con Chile en la últimas dos décadas. Sexto, la relevancia de concebir la cuestión Malvinas entrelazada con los asuntos del Atlántico Sur y la Antártida.

Y séptimo, la necesidad de tener al menos un proyecto de largo plazo movilizador y convocante entre los argentinos, cubriendo un amplio abanico político y social.

En ese contexto, el vínculo con Chile resulta esencial. En efecto, a pesar de altibajos episódicos, la relación argentino-chilena es hoy más estrecha y productiva que en cualquier otro momento histórico. No solo existen muchos beneficios económicos mutuos debido al comercio y las inversiones sino que también hay trascendentales logros recientes en el terreno diplomático y militar. Por ejemplo, Argentina y Chile comparten de modo muy aproximado el porcentaje de sus coincidencias respecto a Estados Unidos en el seno de Naciones Unidas: para 2010, 2011 y 2012, los datos arrojan 39.7%, 48.7% y 37.8% para la Argentina y 39.1%, 50.0% y 39.0% para Chile. A su vez, en un hecho sin precedentes entre países periféricos, Buenos Aires y Santiago han conformado la Fuerza de Paz Binacional “Cruz del Sur” para misiones pacificadoras avaladas plenamente por el Consejo de Seguridad de la ONU.

En los últimos años, y en relación con la Antártida, ambos países han compartido una mirada común y contraria a la extensión de la plataforma marítima que ha procurado Gran Bretaña.

Cabe recordar además que Londres pretende para sí la totalidad del territorio antártico argentino y buena parte del chileno.

En este sentido y en vista de los motivos inicialmente expuestos, cabría contemplar la gradual configuración de una co-soberanía argentino-chilena en torno a los espacios antárticos que los dos reclaman y que ninguno ha puesto en entredicho desde 1947.

A partir de una visión cosmopolita en ambas naciones, se procuraría profundizar un proyecto vasto de “integración antártica” que facilite llegar a una condición co-soberana.

En esa dirección, las bases permanentes y ocasionales, así como los campamentos y refugios de uno y otro se ocuparían y se manejarían de modo compartido.

Los planes científicos, técnicos y de servicios para la Antártida se elaborarían y aplicarían conjuntamente.

Las medidas de protección ambiental también se establecerían y ejecutarían por acuerdo entre las partes. Las políticas de seguridad en la zona polar y su entorno serían diseñadas y desplegadas como parte de una política concertada y cuyo principio conceptual sería el de defensa cooperativa.

En materia internacional, ante todos los foros y frente a diversas contrapartes individuales y/o colectivas, los dos países pondrían en marcha una estrategia unívoca cuyo pilar debiera ser la preservación de la Antártida como zona de paz y reserva de la humanidad.

En breve, se trataría de llevar a cabo un experimento desafiante para el país, inédito para América Latina y valioso en las actuales circunstancias internacionales: alcanzar una co-soberanía argentino-chilena sobre una porción de la Antártida.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Historias de Los Piratas

Malvinas y Gibraltar: de reliquias y de peces

POR FEDERICO LORENZ HISTORIADOR. AUTOR DE “MALVINAS. UNAS ISLAS DEMASIADO FAMOSAS”

Malvinas y Gibraltar: de reliquias y de peces

04/09/13 – Clarin

Algunas versiones indican que durante su próxima visita a la Argentina, el canciller español, José Manuel García-Margallo, explorará con su par local, Héctor Timerman, la posibilidad de crear un “frente común” a partir de sendas disputas que España y Argentina mantienen con Gran Bretaña por Gibraltar y las Malvinas. La posibilidad se conoció en el marco de un conflicto entre ambos países europeos por el endurecimiento de los controles españoles en la frontera con el peñón.

En 1713, la Paz de Utrecht ratificó la ocupación inglesa de Gibraltar, producida en 1704, durante la Guerra de Sucesión Española. En 1833, naves británicas expulsaron a las autoridades rioplatenses de Malvinas. Ambos golpes fueron parte de un proceso de expansión por el cual en vísperas de la Primera Guerra Mundial el Imperio británico controlaba los principales puntos estratégicos del globo, vitales para el comercio, el reabastecimiento de sus buques de guerra y el control de sus colonias.

Basta seguir algunos de los nombres y las fechas en un planisferio para visualizar ese avance: Ciudad del Cabo (1806), Mauricio (1810), Islas Marquesas (1827), Nueva Zelanda (1840) y Hong Kong (1842). Algunos fracasos militares, como en 1806 y 1807 en el Río de la Plata, no frenaron su expansión económica.

Gibraltar y las Malvinas son dos reliquias imperiales.

Pero es importante considerar que la expansión británica por el mundo fue una cara destacada de la dominación europea del globo, liderada por esta potencia pero de la que fueron partícipes en mayor o menor medida la mayoría de los países del Viejo Continente, e iniciada, justamente, por España y Portugal durante la Edad Moderna.

Las posibles iniciativas conjuntas con España no deben hacernos perder de vista ese proceso durante el cual América, Asia y África fueron el escenario de la expansión capitalista, la explotación desaforada de recursos, el sometimiento de millones de seres humanos y la consolidación de una estructura económica mundial que aún condiciona el desarrollo de esos continentes y de quienes vivimos en ellos.

La escalada por Gibraltar se debe a que el gobierno del peñón arrojó una gran cantidad de bloques de hormigón al Mediterráneo, lo que afecta las actividades de pesca de los españoles (pues rompe las redes y ahuyenta a los peces) y fue definido por el gobierno de Rajoy como “un atentado al medioambiente”. A partir de allí endureció los controles y Gran Bretaña envió buques de guerra a Gibraltar.

Es un conflicto entre dos naciones europeas pero con resonancias para la Argentina y, más ampliamente, para el marco regional en el que nuestro país busca inscribir la disputa por Malvinas. De allí que sea clave situarlo en una perspectiva histórica más amplia.

España considera amenazado su medio ambiente y afectados los derechos de sus pesqueros, peor a la vez estos no respetan la Zona Económica Exclusiva argentina en el Atlántico Sur.

Así, afectan el medio ambiente local e intereses nacionales.

Obtienen licencia de las autoridades de Malvinas para desarrollar sus actividades y protestan por los controles y advertencias de las naves argentinas.

A fines de 2011 la Asociación Española de Titulados Náutico-Pesqueros, en una carta dirigida al embajador argentino en España, argumentó que sus actividades eran legales pues tenían licencia de Malvinas, que son “parte de la corona británica”.

En 2006, asimismo, España firmó el Tratado de Lisboa, que estableceque las Islas Malvinas son un Territorio Británico de Ultramar. Y aún mantiene enclaves coloniales en África, aunque tengan el status de ciudades autónomas, como Ceuta y Melilla.

Una acción conjunta con ese país, ¿tendría presente estas cuestiones?

Vale la pena preguntarse si este tipo de acciones no son contradictorias con una política regional hacia Malvinas.

Desde la Antigüedad, el ser humano atribuye a las reliquias virtudes milagrosas. Concentran energías religiosas y emocionales. Songalvanizadoras de sentidos para quienes depositan algún tipo de creencia en ellas. Gibraltar y Malvinas son reliquias imperiales, pero no deberían generar respuestas rituales. Más bien se trata de una cuestión racional que saque la discusión de un terreno estéril en sus planteos, que tanto desconocen los cambios sociales e históricos en la región como desatienden procesos de dominación histórica. En una España que tiene el 27% de desempleo, dentro de una crisis generalizada europea, una reliquia puede volver a ser eficaz. Pero los argentinos esa historia ya la conocen.