jueves, 5 de septiembre de 2013

Historias de Los Piratas

Malvinas y Gibraltar: de reliquias y de peces

POR FEDERICO LORENZ HISTORIADOR. AUTOR DE “MALVINAS. UNAS ISLAS DEMASIADO FAMOSAS”

Malvinas y Gibraltar: de reliquias y de peces

04/09/13 – Clarin

Algunas versiones indican que durante su próxima visita a la Argentina, el canciller español, José Manuel García-Margallo, explorará con su par local, Héctor Timerman, la posibilidad de crear un “frente común” a partir de sendas disputas que España y Argentina mantienen con Gran Bretaña por Gibraltar y las Malvinas. La posibilidad se conoció en el marco de un conflicto entre ambos países europeos por el endurecimiento de los controles españoles en la frontera con el peñón.

En 1713, la Paz de Utrecht ratificó la ocupación inglesa de Gibraltar, producida en 1704, durante la Guerra de Sucesión Española. En 1833, naves británicas expulsaron a las autoridades rioplatenses de Malvinas. Ambos golpes fueron parte de un proceso de expansión por el cual en vísperas de la Primera Guerra Mundial el Imperio británico controlaba los principales puntos estratégicos del globo, vitales para el comercio, el reabastecimiento de sus buques de guerra y el control de sus colonias.

Basta seguir algunos de los nombres y las fechas en un planisferio para visualizar ese avance: Ciudad del Cabo (1806), Mauricio (1810), Islas Marquesas (1827), Nueva Zelanda (1840) y Hong Kong (1842). Algunos fracasos militares, como en 1806 y 1807 en el Río de la Plata, no frenaron su expansión económica.

Gibraltar y las Malvinas son dos reliquias imperiales.

Pero es importante considerar que la expansión británica por el mundo fue una cara destacada de la dominación europea del globo, liderada por esta potencia pero de la que fueron partícipes en mayor o menor medida la mayoría de los países del Viejo Continente, e iniciada, justamente, por España y Portugal durante la Edad Moderna.

Las posibles iniciativas conjuntas con España no deben hacernos perder de vista ese proceso durante el cual América, Asia y África fueron el escenario de la expansión capitalista, la explotación desaforada de recursos, el sometimiento de millones de seres humanos y la consolidación de una estructura económica mundial que aún condiciona el desarrollo de esos continentes y de quienes vivimos en ellos.

La escalada por Gibraltar se debe a que el gobierno del peñón arrojó una gran cantidad de bloques de hormigón al Mediterráneo, lo que afecta las actividades de pesca de los españoles (pues rompe las redes y ahuyenta a los peces) y fue definido por el gobierno de Rajoy como “un atentado al medioambiente”. A partir de allí endureció los controles y Gran Bretaña envió buques de guerra a Gibraltar.

Es un conflicto entre dos naciones europeas pero con resonancias para la Argentina y, más ampliamente, para el marco regional en el que nuestro país busca inscribir la disputa por Malvinas. De allí que sea clave situarlo en una perspectiva histórica más amplia.

España considera amenazado su medio ambiente y afectados los derechos de sus pesqueros, peor a la vez estos no respetan la Zona Económica Exclusiva argentina en el Atlántico Sur.

Así, afectan el medio ambiente local e intereses nacionales.

Obtienen licencia de las autoridades de Malvinas para desarrollar sus actividades y protestan por los controles y advertencias de las naves argentinas.

A fines de 2011 la Asociación Española de Titulados Náutico-Pesqueros, en una carta dirigida al embajador argentino en España, argumentó que sus actividades eran legales pues tenían licencia de Malvinas, que son “parte de la corona británica”.

En 2006, asimismo, España firmó el Tratado de Lisboa, que estableceque las Islas Malvinas son un Territorio Británico de Ultramar. Y aún mantiene enclaves coloniales en África, aunque tengan el status de ciudades autónomas, como Ceuta y Melilla.

Una acción conjunta con ese país, ¿tendría presente estas cuestiones?

Vale la pena preguntarse si este tipo de acciones no son contradictorias con una política regional hacia Malvinas.

Desde la Antigüedad, el ser humano atribuye a las reliquias virtudes milagrosas. Concentran energías religiosas y emocionales. Songalvanizadoras de sentidos para quienes depositan algún tipo de creencia en ellas. Gibraltar y Malvinas son reliquias imperiales, pero no deberían generar respuestas rituales. Más bien se trata de una cuestión racional que saque la discusión de un terreno estéril en sus planteos, que tanto desconocen los cambios sociales e históricos en la región como desatienden procesos de dominación histórica. En una España que tiene el 27% de desempleo, dentro de una crisis generalizada europea, una reliquia puede volver a ser eficaz. Pero los argentinos esa historia ya la conocen.

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