lunes, 12 de marzo de 2012

Dos veteranos y sus recuerdos de una guerra no deseada

Traducción. Elisa Carnelli THE GUARDIAN. ESP. PARA Clarín - 11/03/12

http://www.clarin.com/politica/veteranos-recuerdos-guerra-deseada_0_661733864.html

El veterano de la Armada Argentina Roberto Herrscher y el ex soldado de la Artillería Real Tony McNally hablan sobre la herencia de la guerra de Malvinas, uno de los conflictos más controvertidos del Reino Unido. Ambos volcaron en sendos libros su visión sobre la guerra. Herrscher en “Los viajes del Penélope”, y McNally en “Watching Men Burn”.

¿Cómo se enteraron de que los enviaban a las Malvinas? Roberto Herrscher: Estaba por terminar mi año de servicio militar. Me convocaron el 11 de abril. Volvía un domingo de una salida con mis padres y la policía me estaba esperando en la puerta . Me llevó mi padre y durante mucho tiempo no quise recordarlo.

Tony McNally: Estábamos esperando salir de licencia por Pascua. Jamás habíamos oído hablar de las Malvinas.

Suponíamos que estaban en algún lugar frente a la costa de Escocia y pensábamos: ¿por qué los argentinos están invadiendo Escocia? Aun cuando abordamos los buques, pensábamos que todo se iba a resolver. Después vimos los noticieros y todo cambió. Terminaron llevándonos a Plymouth en ómnibus. Mi madre estaba muy preocupada. Era una irlandesa católica y no había querido que yo entrara al ejército. Aun cuando abordamos los buques, pensábamos que todo se iba a resolver. Cumplí 20 años en julio en las Malvinas.

¿Qué ocurrió allí? RH: Pasé las primeras semanas en Puerto Argentino, durmiendo en un buque de transporte. Pero después del hundimiento del Belgrano, la marina argentina empezó a echar mano de los barquitos de los isleños. A mi me tocó un velerito construido en 1927. Cuando volvimos a Puerto Stanley o Puerto Argentino, realmente pensamos que todos íbamos a morir . Lo peor tuvo lugar después, cuando empezaron a llegar los cadáveres y los heridos de las montañas.

TM: Yo prestaba servicio en la Artillería Real. Una noche, estábamos en el comedor cuando vino un oficial y nos informó que el HMS Sheffield había sido destruido. Ahí supimos que iba a haber guerra y tuvimos miedo.

Cuando llegamos allí, la situación era surrealista . recuerdo que le dije a un amigo: “Esto es como el lago Windermere del Distrito de los Lagos”, donde vivo. Entonces empezaron los ataques aéreos. Pude derribar dos aviones en San Carlos. Tras la guerra empecé a sufrir trastorno de estrés postraumático. Durante los primeros años, no podía decir ni una palabra sobre lo que había pasado pero un terapeuta me aconsejó que lo pusiera todo por escrito . M ás de 300 veteranos ingleses de esa guerra se suicidaron, más que los que murieron en la guerra.

RH: Lo mismo pasó en la Argentina. Y en nuestro caso, no éramos héroes, habíamos perdido una guerra. Desde mi punto de vista, ustedes no fueron los responsables, fueron el general Galtieri y Margaret Thatcher. Ese pedazo de tierra no valía todas esas vidas.

La guerra fue corta pero proyectó una larga sombra sobre sus vidas. ¿Cómo lo viven? TM: Cuando uno es joven, obviamente es ingenuo. ¿Cómo puede saber lo que va a ser la guerra? Pero yo tenía una visión muy limitada. Mientras otros pensaban: “Voy a conseguir trabajo en el astillero o ser mecánico”, yo decía: “Tengo todo arreglado, voy a ser soldado.” Fue muy fácil. Mi padre me decía: “Te va a ir mejor si tenés un oficio, y tenía razón. Pero no me arrepiento de haberme incorporado al ejército. Siempre quise ser soldado.

RH: Estuve fuera de Argentina durante un breve lapso después del 10º aniversario en 1993. Me hice periodista y escribí sobre mi experiencia. Después fui a Costa Rica y cubrí las guerras centroamericanas. Ahora soy profesor de periodismo en Barcelona. No puedo decir si mi oficio me salvó la vida pero me ayudó.

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