lunes, 6 de abril de 2015

Malvinas y la Intercontinental de 1978

Debate.Juan Gabriel Tokatlian

HORACIO CARDO

HORACIO CARDO

A pesar de que los análisis de revistas militares especializadas como Jane´s Defence Weekly siguen indicando que el riesgo de un enfrentamiento bélico es remoto, se conoció que Londres incrementará el presupuesto de defensa para las Malvinas ante una eventual tentativa de la Argentina de recuperarlas por la fuerza en el marco de una hipotética adquisición a Rusia de aviones de combate Sukhoi SU-24.

Lo primero es verosímil solo si se coloca tal decisión en el marco de la política interna británica, tanto político-electoral como corporativo-militar, así como en el contexto de la inquietud que genera la política exterior rusa en Ucrania y otros lares; lo segundo es inverosímil pues la Argentina carece de una capacidad ofensiva en el terreno de la defensa respecto a las islas y al Atlántico Sur y había contemplado adquirir aviones F1 españoles o K-fir Block 60 israelíes (ambas compras podrían ser bloqueadas por Gran Bretaña).

Londres intenta, otra vez, reforzar el estatus quo vigente, algo que la favorece. A su turno, la Argentina podría comprar a China cazas de combate 20FC-1/JF 17 ante la dificultad diplomática o tecnológica de otras opciones.

Según el anuncio Londres destinará 180 millones de libras para Malvinas durante 10 años; esto es, 18 millones de libras anuales. En 2014 Gran Bretaña invirtió 63 millones de libras para la defensa de Malvinas: desde hace tiempo las islas reciben aproximadamente el 0.2% del presupuesto total en defensa.

La nueva partida refleja el usual énfasis en el componente militar, pero también sugiere que Gran Bretaña tendrá, en un ambiente recesivo que no cede, más limitaciones para incrementar grandes gastos en defensa ‘urbi et orbi’.

Al tema militar de Malvinas se agregó en días recientes el del espionaje masivo de Gran Bretaña al país y a su intento de modificar las posiciones de actores internos y a países vecinos en torno a ese tema: ni la Argentina se armó ni los vecinos abandonaron a Buenos Aires. Antes de elevar aún más el legítimo tono de queja ante ambos hechos, sería oportuno que la Argentina avanzara en nuevas propuestas. En realidad, Buenos Aires debiera abrumar a Londres con iniciativas positivas de diverso tipo.

Mi sugerencia, un tanto insólita, cándida y cosmopolita, es la siguiente. Como se sabe, la FIFA autorizó el partido de la Copa Intercontinental de 1978 que debieron jugar Boca y Liverpool. Con el argumento de un “problema de calendario” Liverpool rehusó ese año jugar la Copa. Según otras versiones, el equipo inglés no aceptó viajar a la Argentina de la dictadura militar. Algo similar había ocurrido con la Copa Intercontinental de 1977, pero en ese caso el Borussia alemán, subcampeón del trofeo europeo, disputó la final. Boca ganó esa Intercontinental, después de empatar como local (2-2) y triunfar como visitante (3-0) con goles de Felman, Mastrángelo y Salinas.

Ahora se efectuará el partido Boca-Liverpool. Al parecer ello ocurrirá en Miami en el mes de mayo. ¿En que consiste la propuesta? Que Boca, a través de la AFA, proponga un cambio de sitio y de fecha, probablemente cuando haya mejores condiciones climáticas.

El partido se jugaría en Malvinas. Allí está el modesto Stanely Stadium con capacidad para 1000 asistentes. 500 simpatizantes argentinos y 500 simpatizantes ingleses ocuparían las gradas. Bobby Charlton y Diego Maradona serían dos invitados especiales que debieran localizarse uno junto al otro.

Los equipos entrarían al campo de juego con sus respectivas camisetas pero con banderas invertidas; los de Liverpool la argentina, los de Boca la británica. Simbólicamente, el ganador recibiría el trofeo intercontinental y el perdedor la copa de la amistad.

En algún momento, británicos y argentinos debiéramos repensar, con imaginación y seriedad, cómo aportar a que los respectivos gobiernos encuentren una solución innovadora y viable a la cuestión Malvinas. La prolongación de un asunto delicado sin resolver solo lo empeora a largo plazo.

Juan Gabriel Tokatlian

Director del Departamento de Ciencia Política y Estudios Internacionales, Universidad Torcuato Di Tella

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