Marcelo Kohen
El acuerdo Foradori-Duncan del martes 13 incluye un capítulo sobre el Atlántico Sur en el que se refiere a “asuntos de interés recíproco” en dicha área. Contiene elementos sin precedentes. No se refiere expresamente a la disputa de soberanía, pero incluye una mención del llamado “paraguas” de 1989, que preserva las posiciones jurídicas de las partes. Se habla del “crecimiento económico y del desarrollo sustentable” de las Islas Malvinas como una unidad autónoma. Se acordó adoptar “las medidas apropiadas para remover todos los obstáculos” que los limitan.
En la jerga británica, significa el levantamiento de las medidas legislativas, administrativas y judiciales tomadas por la Argentina para proteger sus recursos naturales frente a la exploración y explotación unilaterales británicas y la negativa a resolver la controversia. La realidad, y lo que indica la política de Estado argentina, es otra: el principal obstáculo al crecimiento económico, desarrollo sustentable y normalidad de las islas es la subsistencia de la controversia de soberanía. La medida apropiada para remover ese obstáculo es la que exige el derecho y la comunidad internacionales: la negociación para resolver la disputa. Toda acción argentina debe evaluarse en cuanto a sus efectos al respecto: si, más allá de las palabras, ayuda a resolver la disputa o al statu quo.La existencia de vínculos aéreos entre las islas y terceros países es un viejo anhelo de la dirigencia económico-política isleña. El canciller Di Tella no llegó a autorizarlos en el acuerdo de 1999. Se limitó simplemente a enunciar la posibilidad de discusiones al respecto. El acuerdo Foradori-Duncan, tal como la primera ministra May lo había solicitado en su carta al presidente Macri, lo acepta. El objetivo de la dirigencia isleña es crear vínculos comerciales y otros con los países vecinos de América del Sur, excluyendo a la Argentina. La Declaración del 13 de septiembre plasma en los hechos la exclusión de nuestra aerolínea de bandera y relega los contactos con el continente argentino a menos de un cuarto de los contactos con los países vecinos.
La Declaración finalmente menciona la identificación de los soldados argentinos sepultados en el Cementerio de Darwin, al que califica de “delicada cuestión humanitaria”. Se trata en realidad de una cuestión de pura naturaleza humanitaria, que no debiera haber encontrado las dificultades creadas por ciertos dirigentes locales. Algunos de los cuales pusieron inclusive en duda la “imparcialidad” de médicos forenses argentinos, mundialmente reconocidos en la materia.
La Argentina demuestra una generosidad extraordinaria hacia el Reino Unido. Lo hace hoy en un contexto de serias dificultades y de aislamiento internacional británicos. La discusión y eventual implementación de lo acordado exige participación parlamentaria. La historia juzgará.
Marcelo Kohen es profesor de Derecho Internacional, Graduate Institute de Ginebra.
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