viernes, 15 de junio de 2012

A 30 años de Malvinas

“Para la rendición de los argentinos usé tácticas que se usan con terroristas”

Por Maria Laura Avignolo-Clarin

Sir Michael Rose parlamentó con un capitán de la Armada. “Evitamos dejar la capital en ruinas”.

Rose. El general británico, en la entrevista con el Daily Telegraph.
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París. Corresponsal - 15/06/12 - Clarin

Treinta años atrás, un oficial británico del SAS, las fuerzas especiales británicas, cuya vida se ha transformado en una leyenda, les pidió la rendición a los argentinos en las islas Malvinas. Sir Michael Rose, un veterano de todas las guerras más que condecorado y entonces comandante del 22 Special Air Service Regiment, recibió la misión de sus superiores de contactarse con los militares argentinos para negociar su derrota.

En una entrevista con el diario conservador británico The Daily Telegraph , relató su sorpresa cuando gritó por la radio que quería hablar con un oficial argentino en inglés. Se encontró con una voz educada, en “impecable inglés”, que el identificó como educado en “Eton o Harrow”, los dos aristocráticos colegios británicos.

El interlocutor era el capitán Barry Melbourne Hussey, de la Marina argentina, que el general Mario Benjamín Menéndez había incorporado a su administración en la gobernación de las islas. Durante cinco días, Hussey y Rose negociaron para evitar que, según la visión del británico, la capital de las islas se convirtiera en una ruina humeante.

Nunca Rose había querido discutir los entretelones de la rendición hasta ahora, ni con la prensa británica ni con la prensa argentina, a la que se niega a recibir amablemente.

Al diario británico le explicó que durante las negociaciones r ecurrió a tácticas que había usado cuando negociaba con terroristas , durante el sitio a la Embajada iraní en Londres –en 1980– para persuadir a Menéndez de entregar la guarnición y que sus 10.000 militares depusieran las armas.

“Yo me di cuenta que estábamos yendo a una situación de rehenes terroristas”, dijo Rose al Daily Telegraph. “Los rehenes eran los dos mil civiles de Port Stanley (sic), expuestos y rodeados por el Ejército Argentino y nosotros rodeándolos a ellos. Yo usé todos los argumentos psicológicos que se usan con terroristas para esta situación. Yo estaba práctico en esto por lo que había pasado dos años antes”.

El primer acercamiento para la rendición se hizo el 9 de junio.

Las municiones y la logística británica estaban en serias dificultades , los británicos preparaban una serie de brutales ataques y Rose había recibido la instrucción del comandante Jeremy Moore de que, si encontraba un camino para rendir al enemigo, lo usara. Así inició una acción psicológica que duraría cinco días.

“Nosotros tenemos que discutir cosas de interés común. Tenemos que llegar a un punto donde podemos hablar de detener la batalla”, dijo Rose a Hussey por la radio.

Hussey, a quien los isleños consideraban “humano” según Rose y descendía de británicos, acordó comunicarse con él cada día a la 1 de la tarde. Mientras tanto caían en manos británicas Mount Longdon, Harriet, Dos Hermanas, Tumbledown y Wireless Ridge. El general Menéndez autorizó que Rose volara a la capital en un helicóptero, a donde llegó con un teléfono satelital, que le permitía comunicarse directamente con Margaret Thatcher y su gabinete de guerra, vía los cuarteles del SAS en Hereford.

Inicialmente Menéndez dijo que él rendía las islas del este pero no las del oeste del archipiélago. Rose se negó y respondió que la rendición “sería honorable. Usted va a irse de este país con la cabeza alta”, le dijo.

El general argentino insistía en que sus oficiales debían mantener sus pistolas ‘como reaseguro contra sus propios hombres’”, según Rose.

“No, no, no. Si usted se rinde, se rinde con todas las armas”, respondió el británico. Luego, Rose le propuso mantener las pistolas pero sin munición.

Menéndez quería regresar en barcos argentinos al continente y el gobierno británico se negó. Rose aceptó que borraran la palabra “incondicional” del documento de la rendición. Seis horas después, las negociaciones habían terminado.

“Esta ha sido una guerra que ha sido peleada sin odios” , le dijo Hussey a Rose, café de por medio.

La ceremonia de rendición se prolongó porque no sólo debía estar Jeremy Moore sino que el almirante Sandy Woodward quería participar en ella y debía volar especialmente.

“Yo dije: “No sea ridículo. Nosotros no podemos tener la posibilidad de que la guerra comience nuevamente por que nos falta un almirante” relató Rose.

El oficial Rose encontró en la oficina de Menéndez la foto del general Leopoldo Galtieri. La metió dentro de un placard y allí se encontró con un retrato intacto de la reina Isabel y la colgó en su reemplazo.

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