POR MARTÍN BALZA EX JEFE DEL EJERCITO. AUTOR DE “MI HISTORIA ARGENTINA”
Conocidas y juzgadas las responsabilidades de quienes nos condujeron a la guerra y la derrota, es preciso recordar también el heroismo y la conducta de nuestros soldados.
Malvinas: vivencias y más conjeturas, 30 años después
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12/04/12 - Clarin
Con respecto a Malvinas, nuestro pueblo está familiarizado en forma emotiva, más que precisamente informado.
La sociedad argentina quiere conocer y comprender lo que sucedió y porqué, y no sólo una narración de heroicos comportamientos , que si los hubo, aunque en ellos no figuren generales. La difusión completa del llamado “Informe Rattembach” contribuirá al esclarecimiento de una guerra jamás pensada ni planificada.
La critica a quienes tenían la responsabilidad de gobierno no constituye una actitud antipatriótica, como me lo insinuó un ex ministro de la dictadura militar- actualmente condenado por delitos de lesa humanidad -, cuando me espetó que los errores de los altos mandos no debían señalarse públicamente, pues los civiles “no estaban capacitados para comprender cuestiones de estrategia y tácticas”.
¿Lo estaban acaso muchos hombres de uniforme? El “informe Rattenbach” se refiere a ello con claridad meridiana; las conclusiones del mismo — y de todos los que vivimos y soportamos la ineptitud e impericia de los altos mandos en el conflicto- está guiada por el respeto para con nuestros muertos, heridos, combatientes , y para con la sociedad argentina, que también sufrió con la derrota. Quienes lanzaron hombres a esta aventura nunca asumieron sus responsabilidades ante sus subordinados y ante nuestro pueblo .
Muchos se ocuparon sobradamente de Galtieri y sus adláteres, pero quizás poco de cómo lucharon y murieron nuestros soldados. Mientras que los primeros se guiaban por unas ansias de gloria mal habida, y llegaron a traicionar a la República disfrazados de honor y patriotismo, los segundos actuaron guiados por un sano sentimiento de Patria.
El “Informe Rattenbach” rescata el comportamiento meritorio de las Fuerzas Armadas en las Islas . Con respecto al Ejército, me permito reiterar una vez más que, en dicho informe, puede leerse “La Artillería de Campaña y de Defensa Aérea, las Compañías de Comandos, el Escuadrón de Exploración de Caballería, los elementos de Aviación de Ejercito (helicópteros), algunos elementos de apoyo de combate y elementos del Regimiento 25 de infantería, demostraron un elevado grado de adiestramiento y profesionalismo, así como una adecuada acción de mando, lo que fue puesto de manifiesto especialmente en la defensa de Puerto Argentino, donde tuvieron un desempeño destacado”.
Fuimos a una guerra exaltando una tradición maravillosa de éxitos militares del siglo XIX, sin pensar en el compromiso con esa tradición, que habíamos abandonado durante la segunda mitad del siglo XX, con un Ejército politizado y con dictaduras militares que afectaron nuestra profesionalidad.
A pesar de ello, en la zona de combate Malvinas, hubo aciertos y virtudes de miles de hombres; los mismos que a su regreso fueron ocultados y después olvidados, aunque rescatados — en su momento — por el entonces adversario.
Mientras los altos mandos del Ejército los ignoraron y menospreciaron, iniciando una incomprensible desmalvinizacion — hoy superada — que no tuvo otra finalidad que ocultar su propia ineptitud , para lo cual necesitaban ignorar a quienes combatieron en forma anónima y abnegada. Esa — al margen de la derrota — fue la hazaña del Ejército.
Después del conflicto no faltaron quienes con altas responsabilidades estratégicas olvidaron que no podrían justificarse por su complacencia, e invocaron estériles argumentos, como decir que, contrariamente a su voluntad, tuvieron que cumplir órdenes de Galtieri; en ese caso, les queda el camino de la “desobediencia debida” ¿ Desobedecí algunas órdenes en Malvinas? Sí, y gracias a ello salvé vidas de mis hombres.
Cuando cesó la metralla en Malvinas pensé en la abnegación, en el sacrificio y el coraje de ambos bandos. De nuestro lado éramos conscientes de la inutilidad de la lucha, pero no vacilamos en seguir combatiendo; ellos, los británicos, estaban seguros de la victoria, pero no ahorraron esfuerzos para alcanzarla.
La guerra es una tragedia que pone al descubierto grandezas y miserias de cada uno de nosotros : la valentía y el miedo; la solidaridad y el egoísmo; el heroísmo y la cobardía.
Es una desgracia para cualquiera de los adversarios. ¿Quién podrá reemplazar la vida de los soldados caídos para siempre y compensar el dolor de sus seres queridos? El militar cumple mejor su misión cuando gana la paz, que cuando hace y gana la guerra.
En las dos guerras mundiales y en conflictos posteriores (Medio Oriente, Balcanes, Afganistán e Irak, entre otros) se cometieron repugnantes crímenes de guerra; en cambio, salvo unas pocas excepciones, en Malvinas se peleó con notable respeto a las normas morales por parte de argentinos y británicos. Comportamiento de caballeros y no de villanos es el que ambos contrincantes observamos, cumpliendo el precepto sanmartiniano “La Patria no hace al soldado para que la deshonré con sus crímenes”.
Puesto que la guerra no es una obra de Dios, me costaba comprenderpor qué nosotros pedíamos la protección y ayuda de la Virgen María — bajo la invocación de la Virgen del Rosario — por nuestro triunfo; en el campo de prisioneros de guerra soldados británicos me contaron que muchos de ellos imploraban lo mismo. ¡En que dilema habíamos puesto a nuestra Santa Madre!
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