martes, 3 de abril de 2012

Más sobre aquel 2 de abril de 1982

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03/04/12 - 00:53 -  Clarin

En el marco de los 30 años de la Guerra, profesores y alumnos realizamos un trabajo de investigación acerca de las visiones y los acontecimientos de 1982. Indagamos la historia oral, el registro de personas que durante el conflicto eran grandes, otros que en aquel año cursaban la primaria o secundaria. Todos ellos nos hablan de un derecho y un dolor a la vez, de una necesidad de que jamás exista una guerra que provoque la muerte a tantos jóvenes. Muchos comentan el rol de los medios apoyando y expresando que “estamos ganando” y del fanatismo y la ceguera que afloró a partir de la caída de Puerto Argentino.
Nuestra visión desde los 13 años, es que deseamos homenajear a nuestros ex combatientes, valorar la vida, ejercer un pacífico reclamo, cultivar la memoria sobre lo ocurrido a diario y pedirle a nuestros dirigentes la no utilización de un hecho tan doloroso para nuestro pueblo.
Roberto Peláez
PROFESOR, CON ALUMNOS DE 2DO. AÑO DEL COLEGIO LAUSANNE DE LANUS
robertopelaez3@yahoo.com.ar


Me llama la atención el comportamiento del Gobierno argentino y de su pueblo, con referencia a las Malvinas. El territorio argentino carece de recursos inteligentes y dignos que sólo un gobierno inteligente podría ofrecer, y que no lo hace por causa de sus dirigentes incompetentes. Las islas están bien administradas por un gobierno inteligente que sabe cuidar a su pueblo. Antes de exigir la soberanía de las islas, el Gobierno argentino debería comprometerse por el cuidado de lo que tiene y no consigue administrar. Dejen a los isleños tranquilos, están aterrorizados de sólo pensar en la posibilidad de pertenecer a un régimen ineficaz de gobierno como el actual argentino.
Miguel Angel Cotic
leojulicami@gmail.com


Quiero hacerles un pequeño homenaje a los miles de oficiales y suboficiales que combatieron por nosotros en la guerra de Malvinas, en especial a uno de esos miles ... mi papá, suboficial principal Carlos Alfredo Mancilla, para sus amigos “El Gordo”, para sus nietos “El Lolo”, para mí simplemente “un héroe”.
Hoy, a treinta años del conflicto, siento que lamentablemente no existe un verdadero reconocimiento hacia ellos. Mi papá estaba a cargo de la artillería antiaérea en las Islas. El 1° de mayo, a las 9.30 aproximadamente recibió la orden de derribar un helicóptero enemigo que se encontraba en la zona. Al observarlo en sus miras comenzaron a disparar hasta derribarlo. Mi papá fue el primer miembro de la Fuerza Aérea Argentina que derribó una aeronave enemiga.
El 23 de mayo en uno de los combates “diarios” fue herido y a fines de ese mes subido a un Hércules C-130 con destino Comodoro Rivadavia. Para él fue el principio de un largo desfile de médicos, psicólogos y psiquiatras que no sabían cómo tratar las “secuelas de guerra”. Una junta médica determinó que presenta un 40% de incapacidad (tuvo ataques de pánico y diversas fobias). Fue condecorado por el Congreso Nacional y pasó a retiro en 2003.
Papá, quiero que sepas que tus tres hijos y tus seis nietos estamos orgullosos de vos, siempre fuimos lo primero en tu vida, nos diste todo y seguís estando ahí presente, llamándonos todos los días
¡Por todo esto, y por tanto más, gracias papá, nuestro héroe!
Anabella Veronica Mancilla
anabellamancilla@yahoo.com.ar


Me duele en el alma saber que a los gobernantes les interesa más un mausoleo faraónico que un recuerdo para quienes dejaron en tierra argentina sus vidas.
Ni un desfile, ni generosas pensiones ni todo el oro del mundo paga los suicidios pos conflicto por la desidia estatal. Concuerdo con el General Belgrano: “Ni la virtud ni los talentos tienen precio, ni pueden compensarse con dinero sin degradarlos …” Cada día hace más daño saber el descuido, el desarreglo y la indiferencia, en el que se encuentra el cementerio de Darwin, en Malvinas. Su situación nos muestra la sensación que vivieron nuestros soldados en esas tierras. En el cementerio, un centenar de kilómetros al oeste de Puerto Argentino, apenas 114 de las 237 tumbas tienen nombre propio.El resto, como rezan sus lápidas, pertenece a un “soldado argentino sólo conocido por Dios”. Lo cierto es que en casi 30 años hasta ahora nadie se había ocupado de devolverles su identidad.
Adriana Lenardon
adrilenardon@ciudad.com.ar

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