Zona franca
Malvinas, el viaje más traumático
El autor revive algunos recuerdos de su época de soldado conscripto en 1982, cuando fue llevado a las islas del Atlántico sur para tomar parte de la guerra contra Inglaterra.
Para el autor de estas líneas, no hay viaje más difícil de revivir que el realizado a las islas Malvinas en abril de 1982 en calidad de “soldado conscripto clase 63” -una marca de fábrica que había que repetir seguido a grito pelado- o, sin eufemismos, colimba resignado a obedecer órdenes de oficiales y suboficiales. Varias veces, el aniversario de esa guerra absurda encontró cara a cara al periodista -cargando su mochila de veterano protagonista- con alumnos de los colegios de la colectividad armenia Arzruní y San Gregorio El Iluminador. Cada año, la recordada fecha del 2 de abril replica el inquietante momento que uno acepta transitar para asumir un desafío mayor, planteado cándidamente por adolescentes ávidos de datos precisos y de un relato que refleje vivencias, miedos, proezas y los acuciantes dolores personales y colectivos, marcados para siempre por esa contienda que desde un principio se percibía sin equivalencias.
Con todas sus contradicciones a cuestas, la sociedad que les toca a estos chicos y chicas -de miradas agudas que traslucen su carácter reflexivo- atesora un valor agregado, la lección finalmente aprendida después de haber asimilado a los golpes esas épocas de dictadura irracional y audaces aventuras bélicas: la Argentina democrática sólo concibe formas pacíficas para discutir la soberanía de Malvinas. Está claro que no hay lugar para los nostálgicos de la guerra.
Convencidos de llegar a buen puerto a través del diálogo, los alumnos demandantes interpretan esa experiencia forjada hace 35 años como un viaje envuelto en tinieblas que los transporta a un mundo demasiado lejano, sólo posible de alcanzar a través de la imaginación. Por suerte para su salud mental, términos como “fal”(fusil automático liviano), “combate”, “trinchera”, “pozo de zorro”, “Zona de exclusión”, “comando”, “gurkas”, “recluta”, “milico”, “estaqueados”, “servicio militar obligatorio”, “Teatro de Operaciones” y “rendición” representan una suma de palabras afines con una película de Hollywood, que suponen extraídas de las amarillentas hojas de un obsoleto manual de guerra. Paz, amor y mucho whatsapp es la consigna que impera.
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