jueves, 1 de noviembre de 2012

Premio Clarin de Literatura

“Sobrevivientes”

Fragmento

Usted capaz haya oído algo en algún noticiero internacional de la televisión de acá, señora, o en la CNN en español. El 2 de enero de este año un helicóptero que había despegado del rompehielos argentino volaba sobre la Antártida, cuando al piloto le pareció ver un punto rojizo en medio del manto de hielo. Sobrevoló el lugar y reconoció una antigua balsa de superviviencia. Aterrizó, se acercaron con el copiloto y descubrieron la inscripción: ARA General Belgrano. Adentro había tres cadáveres quemados de frío. Enero es siempre un mes árido de noticias, señora, incluso en mi país. Para los diarios cualquier cosa viene bien. Además, la historia que emergió tenía lo suyo, así que ocupó páginas durante varias semanas. Tres héroes del Belgrano saliendo a la luz tras permanecer casi 25 años cubiertos por la masa antártica eran bastante. Se contó la historia de cada uno de los tres marinos (un oficial, un suboficial y un conscripto), las de sus familias, se explicó cómo se muere de frío, se habló sobre las corrientes antárticas capaces de llevar una balsa al confín del mundo, se hicieron infografías hasta del hielo y sobre el efecto invernadero que derrite los casquetes y deja al descubierto hasta el pasado. También, claro, se volvió a hablar de la guerra, del hundimiento injusto del Belgrano, de los invasores ingleses, el tema, las fotos, los nombres de estos tres marinos llegaron a la ONU como un medio para reavivar el debate en el año en que se cumplían 25 años desde la guerra de Malvinas. Todo, hasta que en febrero otro tema tapó la noticia como en 1982 lo había hecho el hielo con la balsa hermética y los cadáveres de los tres marinos y en lo que siguió del año, el aniversario de Malvinas fue lo de siempre, un escenario para políticos. Como sea, cuando la mujer me dijo que era la madre del conscripto Del Valle, señora, yo apenas recordaba el episodio. Es que ocurrió cuando estaba de vacaciones en un hotelito costero en el sur del Brasil. Además, usted no tiene porqué saberlo, pero lo mío es la política, trabajo en la sección Política del diario, por lo que a la vuelta no tuve nada que ver con el tema. El nombre Del Valle apenas me sonó conocido. Traté de disimular la cara de a mí qué me importa, pero la mujer me miraba como si al mencionar a su hijo todo quedara explicado. Un segundo después se habrá dado cuenta de mi desconcierto porque agregó que era el muchacho que rescataron hace poco, el del Belgrano. Hubo una conexión eléctrica en mi cerebro ralentizado por la falta de café. ¡Uno de los congelados!, casi grité.

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