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- 26/11/14
El conscripto que murió en Malvinas bajo una bayoneta inglesa.Un inglés buscaba a la familia del argentino que mató en las islas para devolvérselo. Clarín encontró a su padre.
“Muchas almas filantrópicas imaginan que existe una manera artística de desarmar o derrotar al adversario sin excesivo derramamiento de sangre, y esto es lo que se propondría en el arte de la guerra. Esta es una concepción falsa que debe ser rechazada, pese a todo lo agradable que pueda parecer”, ha dicho en su clásica obra de ciencia militar, De la Guerra, el general prusiano e historiador Karl Von Clausewitz.
Tras semanas de búsqueda, chequeos y confirmaciones con especialistas en estrategia y desarrollo de combates, y tras el testimonio clave de un capitán de navío, Clarín pudo confirmar que el soldado argentino cuya familia busca un veterano británico de la guerra de Malvinas para devolverle el casco que se llevó consigo tras matarlo de un bayonetazo en la madrugada del 14 de junio de 1982 era el dragoneante del Batallón de Infantería de Marina 5, José Luis Galarza. Clarín también logró contactar a su padre, Miguel Galarza, y a dos de sus cuatro hermanas, Fabiana y Celia.
Miguel Galarza, en Duggan, junto al monumento de su hijo José Luis, caído en las Islas Malvinas. (Alfredo Martinez)
“Claro que quiero el casco”, dijo Miguel, un hombre discreto, de voz suave, curioso desde el principio hasta al final del encuentro con este diario, en el que habló apenas lo imprescindible. Miguel optó por ceder la palabra a sus hijas, mientras él, recurrentemente, secaba sus lágrimas. “Lo recuerdo como estaba, así”, dijo, sin que en ningún momento de la larga jornada compartida en el pueblito de Duggan, partido de San Antonio de Areco, se detallaran los detalles de esa muerte, en el Monte Tumbledown, lugar donde se libró una de las últimas batallas que rodearon la capital de Malvinas.
Hace unas semanas, Gordon Hoggan, ex integrante del 2º Batallón de la Guardia Escocesa que participó del asalto a Tumbledown en la noche del 13 de junio, concedió una entrevista a la agencia de noticias AFP, en la que agregaba un condimento más a ese sentimiento que ya había expuesto hacia 2012, cuando lo entrevistaron por los 30 años de la guerra. Hoggan ya no sólo exhibía su dolor y la depresión que le había dejado la guerra en el Atlántico Sur, sino que quería devolver el trofeo del soldado que mató a secas con su bayoneta.
Histórico. Gordon Hoggan con el casco del soldado Galarza. (AFP)
Tras unas semanas de búsqueda, Clarín llegó a la pista de Galarza por Alicia Panero, autora del libro Mujeres Invisibles -las que participaron en el conflicto del Atlántico Sur- y colaboradora en Córdoba de la organización Internacional de Mujeres de Paz en El Mundo. Panero llegó a la historia del soldado argentino Oscar Ledesma que le envió una carta a la familia del teniente coronel Herbert Jones, el británico que mató. Es una historia inversa a la de Galarza, quien apareció en esa investigación.
Además de chequear el dato con militares en ejercicio, los que afirmaron que a muchos padres sólo se les informó que sus hijos “murieron en combate” sin más detalles, el capitán de navío retirado Carlos Daniel Vázquez confirmó hace unos años claramente que es Galarza quien fue bayoneteado “por un inglés”. Vázquez estaba a su cargo, y hasta tiene una pintura plasmada por los estrategas británicos que pelearon en Tumbledown, y en la que se detalla cada baja. Más aún, la muy conocida muerte de Julio Saturnino Castillo se produjo cuando este suboficial se dio cuenta de que habían asesinado a su dragoneante Galarza. Al salir de las piedras para atacar el enemigo y defender a Galarza al grito de “inglés hijo de puta”, recibe un disparo de muerte por la espalda.
Además de que José Luis Galarza es el soldado argentino que Hoggan está buscando, hay momentos de esta historia que son conmovedores. Por empezar, que ese joven muerto a los 20 años en Malvinas, hacía su servicio militar cuando estalló la guerra. Nacido en Luján, terminó el colegio y se fue con sus padres a trabajar el campo en Duggan, donde se instalaron ingleses e irlandeses de la Argentina, muy curiosamente.
Trabajaba en las calderas del BIM 5 cuando se ofreció como voluntario de Malvinas, algo inusual entre los “colimbas”, que fueron obligados por la dictadura a combatir por las islas. Apuesto, de sonrisa amplia, y fanático de su guitarra, José Luis fue trasladado de La Plata a Tierra del Fuego. Llegó a las islas el 7 de abril de 1982, y diez días después cumplió los 20. Era el mayor de los seis hijos de Miguel, quien pudo viajar tres veces a Darwin para abrazar la tumba de José Luis, y aún guarda sus cartas escritas desde un frío pozo de zorro.
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