martes, 11 de febrero de 2014

El Papa, la Reina y nuestras Malvinas

POR FABIÁN BOSOER-Clarin-11/02/14

Cuando parece que todo sobre Malvinas ya fue dicho y probado, y que el conflicto estuvo, está y estará definitivamente encallado en la posición irreductible de las partes, surge siempre una novedad que actualiza la añeja cuestión y pone la fotografía en movimiento. Y no necesariamente para repetir las escenas ya vividas con idéntico resultado. En este caso,la novedad la da la noticia del encuentro que la Reina Isabel de Inglaterra tendrá con el Papa Francisco en el Vaticano, el próximo 3 de abril. Será, “casualmente”, cuando se acaben de cumplir 32 años del desembarco militar argentino del 2 de abril del ‘82, que desencadenó la guerra del Atlántico Sur.

Será el primer encuentro entre estos dos jefes de las dos grandes Iglesias -la anglicana y la católica-. Pero no será la primera vez que un Papa y esta Reina tengan algo que ver con el conflicto argentino-británico. Francisco podrá recordar el papel jugado por Juan Pablo II en el final del conflicto bélico, llamando a los jóvenes en Londres y Buenos Aires a construir cadenas de paz más fuertes que las de los odios y las guerras.

A la Reina Isabel alguien podrá recordarle que hace 61 años, en las mismas ceremonias de su coronación, quien encabezaba la delegación argentina, el almirante Alberto Teisaire, encaraba una negociación reservada encomendada por el presidente Perón, para ... comprar las islas. Fue una gestión sin resultados, pero mostraba la voluntad de encontrar alternativas “originales” para sacar al conflicto por la soberanía del callejón sin salida.

Vendría luego el endiablado combo de negocios, diplomacias paralelas y políticas de poder en el que Malvinas fue siempre una buena excusa para dirimir otros asuntos. Y nuestro país no hizo el mejor papel ni sacó mayores beneficios de esos juegos especulativos, por lo general guiados por consideraciones de corto plazo y política doméstica, que abortaron los avances logrados en el campo diplomático.

Acaso estas dos instituciones monárquicas y religiosas con tanta influencia política, acostumbradas a resistir los vaivenes de gobiernos, regímenes políticos y sus propios desprestigios a lo largo de los siglos y en los tiempos más recientes, puedan ahora cumplir otro papel. En este caso, en condiciones relativas más beneficiosas para nuestro país, visto el reconocido prestigio y popularidad que el Papa Francisco ganó en tan poco tiempo.

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