viernes, 14 de mayo de 2010

No debemos convivir con la militarización de Malvinas

La llegada a las Islas de soldados que se entrenarán para ir a Afganistán es un nuevo acto de hostilidad para la Argentina y para todos los países que respaldan nuestra soberanía

Por: Hipólito Solari Yrigoyen, PRESIDENTE DE LA CONVENCION NACIONAL DE LA UCR
Fuente Clarin 12 Mayo 2010

Era lo que faltaba: las islas Malvinas, la reliquia colonial del Reino Unido, ahora se utilizan para entrenar a los soldados que participarán en la guerra de Afganistán.
En una palabra sirven para cualquier cosa, menos para negociar la disputa de soberanía con la Argentina, como lo viene requiriendo las Naciones Unidas año tras año.
Aun sin mencionar los legítimos derechos de nuestra República sobre los tres archipiélagos australes en disputa -Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur-, para las autoridades británicas, sean laboristas o conservadoras, Afganistán o lo que sea, cuentan más que los muchos lazos históricos y culturales que han unido a nuestros países a través de los años.
La llegada del primer contingente de los soldados de Yorkshire a las islas es un nuevo acto de hostilidad no sólo para la Argentina sino para toda la región latinoamericana que respalda nuestra soberanía y condena el colonialismo.
Este regimiento es uno de los más grandes de la infantería del ejército británico y se compone de cuatro batallones: tres del ejército profesional y uno del ejército territorial del condado al que pertenece. El regimiento fue formado oficialmente el 6 de junio 2006.
El duque de York es el coronel jefe y el duque de Wellington es el teniente coronel subjefe. Pero los soldados de Yorkshire, seguramente, ni en las Malvinas ni en Afganistán, tendrán el gusto de ver ni de lejos a estos jefes virtuales.
Esta nueva decisión militar, totalmente ajena a la esfera de nuestra región, no es un hecho aislado. Desde el final de la infausta guerra de 1982, el colonialismo ha dedicado las islas usurpadas a fines militares con un gasto de considerables proporciones para la corona británica.
A esta política la entonces primer ministro Margaret Thatcher, que lleva sobre sus espaldas buena parte de la responsabilidad de esa guerra, la llamó Malvinas Fortaleza.
Se creó la base militar de Monte Agradable, ubicada a unos 45 km al suroeste de Puerto Argentino, que fue inaugurada en 1985 y a la que se destinó desde el inicio un número de soldados poco más o menos similar al de habitantes, pero con instalaciones con una capacidad de albergar más del doble de tropa.
La base depende de la Real Fuerza Area y está equipada en forma permanente, por lo menos, con cuatro helicópteros, un avión cisterna y otro Hércules. Además cuenta con unidades de señales, un destacamento de misiles de la Artillería Real, una unidad conjunta de comunicaciones para la guerra electrónica y el comando y control de los sistemas de la Marina, Ejército y Fuerza Aérea.
El paso del tiempo y el notorio pacifismo de la Argentina, lejos de debilitar esa política belicista, lo han ido incrementando. La base aérea cuenta con un importante aeropuerto con dos pistas de 2590 y 1595 metros respectivamente y hace pocos meses reemplazó sus viejos aviones militares Tornado F3 por modernísimos superjets Eurofighter Typhoons (Serie 2) valuados en 100 millones de dólares cada uno, que pueden volar hasta una velocidad de 2450 kms. por hora, y que, con su sistema de misiles, pueden detectar blancos a través de sensores de altísima tecnología.
Los Typhoons son aviones de caza que tienen un diseño que combina agilidad con capacidades furtivas, lo que los ha convertido en uno de los mejores aviones de combate en la actualidad. Cada unidad está equipada con dos misiles de largo alcance y otros dos de guía infrarroja de corto alcance.
El proyecto inicial de estos aviones fue impulsado por la empresa British Aerospace aunque para su construcción se apeló a capitales internacionales europeos. El inicio de la hasta ahora frustrada exploración petrolera puso en evidencia el incremento de la dotación naval en las islas. En sus aguas adyacentes se encontraron el submarino a propulsión nuclear Sceptre, equipado con torpedos anti buque Spearfish, y otros cuatro barcos de guerra: un destructor de la Marina, un buque de patrulla, un barco de encuesta y otro auxiliar.
El submarino, de 82 metros de largo, no es moderno pues fue construido en 1978, pero sí lo es su equipamiento con un sonar, periscopios de ataque y de búsqueda, de radar anticolisión y de guerra electrónica. Además, cuenta con cinco tubos de torpedos capaces de disparar el Spearfish de alto poder destructivo.
La Argentina no constituye ninguna amenaza. Nuestro justo reclamo por los territorios usurpados desde el advenimiento de la democracia el 10 de diciembre de 1983 con el presidente Raúl Alfonsín, se encuadra en los principios del derecho internacional, que destierran para siempre el uso de la fuerza.
La política de Defensa de nuestro país y todos sus actos respaldan su inequívoca política pacifista.
Nuestra diplomacia debe llevar adelante una fuerte ofensiva diplomática contra la provocación armamentista de la potencia colonial.
Hay que plantear el tema en la OEA y, con la solidaridad de los países hermanos y amigos, llevar la denuncia a las Naciones Unidas, incluyendo el Comité de Descolonización, sin perjuicio de plantearlo también en las relaciones bilaterales.
En definitiva, no podemos convivir en silencio con una militarización que incluye el peligro nuclear.
La Argentina no debe ahorrar esfuerzos para lograr que el Atlántico Sur sea una zona de paz como lo ha declarado la Asamblea General de Naciones Unidas.

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