Por: Ricardo Kirschbaum
Fuente: EDITOR GENERAL DE CLARINClarin 19 de Mayo de 2010
El flamante gobierno británico de David Cameron ha respondido con una tautología al reclamo argentino de discutir la soberanía sobre las Malvinas. Es decir, repitió el mismo argumento expresado de distinta manera.
Si los isleños quieren las negociaciones por las islas se pueden abrir, dice la alianza conservadora-liberal que acaba de desalojar del poder a los laboristas.
Pero no hay ningún indicio de que los habitantes de las Malvinas prefieran que la Argentina recupere lo que legítimamente le pertenece.
Por el contrario, lo rechazan abiertamente.
La tautología es que Londres otorgó a los isleños la ciudadanía británica después de la guerra de 1982. Ahora, otra vez, les da la llave para que sean ellos los que decidan su futuro como si fueran independientes.
¿No son acaso súbditos de Su Majestad con derechos similares a los que viven, por ejemplo, en Yorkshire o Liverpool?
Es, está claro, una forma de eludir una vez más sentarse a la mesa de negociaciones. Han reafirmado, también, el proceso de autodeterminación de las islas que sigue avanzando sin pausa.
El hallazgo de petróleo en el mar adyacente agrega motivos para que los isleños se abroquelen en su cerrada negativa a hablar con Argentina de soberanía. Pero su defensa depende de los británicos y el mantenimiento de una fuerza persuasiva en el Atlántico Sur no es algo pequeño, sobre todo en medio de una crisis económica de un alcance difícil de mensurar.
Se abre una oportunidad, entonces, para buscar replantear la política sobre Malvinas.
La Argentina se encuentra con un menú de pocas opciones frente a otro país que tiene como prioridad equilibrar su economía, afectada seriamente.
El petróleo, si su explotación es rentable, obligará a buscar acuerdos.
Argentina debe intentarlos.
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