13/11/2016
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“Campo minado”, de Lola Arias
La guerra de Malvinas vista desde ojos argentinos e ingleses
La directora juntó a seis ex combatientes, tres por bando, para una historia que ya pudo mostrar en Londres.
“Campo minado se hizo en lugares muy distintos. En Brighton, Inglaterra, fue en un galpón. En Londres, en el Royal Court, con un escenario a la italiana muy tradicional. El formato es lo que se adapta, la potencia de la obra es la idea”. Lola Arias utiliza la escena como una zona donde las consecuencias del pasado recorren cuerpos actuales. El vehículo siempre es el relato, el testimonio oral enlazando los límites entre lo real y la ficción.
En Mi vida después, su primera obra en esta línea, los hijos hablaban de sus padres, algunos militantes en los años ‘70. “Hicimos seis años de funciones y durante ese tiempo fue cambiando, porque también la vida de los protagonistas variaba. Por ejemplo, el avance del juicio de Vanina Falco contra el apropiador de su hermano, Juan Cabandié, se incorporaba a la obra. En Campo minado también irá pasando algo parecido”, confía la directora.
El trabajo de Lola Arias con los ex combatientes comenzó en 2013. Primero fue una instalación para After the World, un ciclo con artistas internacionales que realizaban obras a partir de los 100 años de la primera guerra mundial. Luego incorporó un concepto clave: Reenactment. La idea de reconstrucción del pasado con la fidelidad de los protagonistas.
Hubo un trabajo de Jeremy Deller, La Batalla de Orgreave, donde el artista inglés juntó a mineros y policías que se habían enfrentado en una huelga en el ‘82. Así potenció Arias la idea de reunir tanto argentinos como ingleses. Para Campo..., producida por la UNSAM, hubo varios viajes y audiciones.
“Fue un proceso muy largo. No es sólo es que te guste la historia y la persona. Hay una segunda etapa y consiste en saber si esa persona puede emprender un trabajo escénico. Trabajamos también con un centro de asistencia psicológica de veteranos del Círculo Militar. Lo que tenés entre manos es muy frágil, ellos comparten cosas muy radicales, por eso es importante acompañarlos y comprometerse.”
Arias define al teatro como “una máquina del tiempo que me permite traer sucesos del pasado y pensar en los efectos que tuvieron en la vida de personas reales. Hay que hacer mucho trabajo de condensación y escritura para que el testimonio oral se transforme en relato. Este tipo de procesos hace que uno vea su propia experiencia con la distancia de la ficción. Te coloca en otro lugar respecto a tu propia vida y te permite hacer cosas que sin la obra no te permitirías. A mi me pasó con Melancolía y manifestaciones, sobre mi madre y su enfermedad maniaca depresiva. Tenés una conciencia mayor de cuáles son los núcleos de tus fantasmas, de tus obsesiones y miedos. Son proyectos que ayudan a ver algo que estaba ahí como una especie de coágulo y luego comienzan a circular.”
En Mi vida después, su primera obra en esta línea, los hijos hablaban de sus padres, algunos militantes en los años ‘70. “Hicimos seis años de funciones y durante ese tiempo fue cambiando, porque también la vida de los protagonistas variaba. Por ejemplo, el avance del juicio de Vanina Falco contra el apropiador de su hermano, Juan Cabandié, se incorporaba a la obra. En Campo minado también irá pasando algo parecido”, confía la directora.
El trabajo de Lola Arias con los ex combatientes comenzó en 2013. Primero fue una instalación para After the World, un ciclo con artistas internacionales que realizaban obras a partir de los 100 años de la primera guerra mundial. Luego incorporó un concepto clave: Reenactment. La idea de reconstrucción del pasado con la fidelidad de los protagonistas.
Hubo un trabajo de Jeremy Deller, La Batalla de Orgreave, donde el artista inglés juntó a mineros y policías que se habían enfrentado en una huelga en el ‘82. Así potenció Arias la idea de reunir tanto argentinos como ingleses. Para Campo..., producida por la UNSAM, hubo varios viajes y audiciones.
“Fue un proceso muy largo. No es sólo es que te guste la historia y la persona. Hay una segunda etapa y consiste en saber si esa persona puede emprender un trabajo escénico. Trabajamos también con un centro de asistencia psicológica de veteranos del Círculo Militar. Lo que tenés entre manos es muy frágil, ellos comparten cosas muy radicales, por eso es importante acompañarlos y comprometerse.”
Arias define al teatro como “una máquina del tiempo que me permite traer sucesos del pasado y pensar en los efectos que tuvieron en la vida de personas reales. Hay que hacer mucho trabajo de condensación y escritura para que el testimonio oral se transforme en relato. Este tipo de procesos hace que uno vea su propia experiencia con la distancia de la ficción. Te coloca en otro lugar respecto a tu propia vida y te permite hacer cosas que sin la obra no te permitirías. A mi me pasó con Melancolía y manifestaciones, sobre mi madre y su enfermedad maniaca depresiva. Tenés una conciencia mayor de cuáles son los núcleos de tus fantasmas, de tus obsesiones y miedos. Son proyectos que ayudan a ver algo que estaba ahí como una especie de coágulo y luego comienzan a circular.”
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