domingo, 15 de mayo de 2016

La carta

Malvinas: busca una carta que le envió la mamá en plena guerra

Recuperar los recuerdos
La leía cada día entre lágrimas. En la rendición se la sacó un inglés. Ahora alguien la compró en un sitio de subastas.


Cuando supo de la historia, Humberto Chasampi pensó en su mamá. Mejor dicho, pensó en las manos de su mamá. O, más precisamente, en la suavidad de esas manos. En la calidez de su contacto. La historia ahora es gigante y cruza el océano, pero nace desde ese pequeño momento de intimidad. Desde la conexión primitiva de un ex soldado de Malvinas y su mamá, la autora de una carta que parecía perdida.
Pero no. Hace una semana, Humberto recibió una llamada inesperada en el teléfono fijo de su casa. El que llamaba era Sergio García, un coleccionista de objetos y memorabilia de Malvinas que vive en Tres Arroyos. García le contó que en el sitio de ventas Ebay remataban una carta que tenía su nombre en el remitente: “Humberto de Jesús Chasampi. Ese sos vos, no?”, le dijo. Humberto no pudo responder. La carta desapareció del sitio. Alguien la compró por 5 euros. Se la había enviado su mamá durante la guerra. Ahí fue cuando pensó en las manos de esa mujer.
“No pude seguir hablando. Le pedí que me diera unos minutos y me largué a llorar”, dice vía telefónica a Clarín. Humberto tiene ahora 54 años y dos hijos. Nació en la localidad de Pomán, en Catamarca, pero vive en Cerrillos, a 15 kilómetros de Salta. A los 15 años entró en la Armada y desembarcó en Malvinas el 3 de abril, con 19 años, como cabo segundo del Batallón de Infantería de Marina N°5. Como muchos otros, llegó con la ilusión de “probarse en combate”, pero se encontró con el frío, la humedad y el hambre. Estuvo en el monte William, cerca de Puerto Argentino, hasta los primeros días de junio.
Humberto recuerda todo. Es una de las cuatro cartas que recibió estando en la isla. “Me habrá llegado el 7 de junio, una semana antes de la rendición definitiva. En esos días la tuve en el bolsillo y me la sacó un soldado inglés, antes de subir al Irízar que nos traería de vuelta. Yo me quedé mirando al gringo para ver si me la devolvía, pero no pasó nada. Nunca más volví a pensar en esa carta hasta ahora”.
Dice que guardaban las cartas en una caja de balas vacía. Las cartas y todo lo que queríamos preservar seco, porque vivían mojados. También que habían dejado la plata de cada uno. "¿Si me acuerdo de lo que decía la carta? Claro que me acuerdo. Mi mamá me contaba que habían leído por la radio un telegrama que habíamos mandado junto a otro soldado catamarqueño, en el que avisábamos que estábamos bien. Mi mamá me decía que rezaba para que todo terminara pronto y que pudiera volver a casa. Y que confiara en la Virgen del Valle”. En medio del combate, esa carta representaba un pequeño momento de intimidad para Humberto. “Yo era jefe de mi división y no podía mostrarme vulnerable. Tenía que darle ánimo y levantar a los de mi división. Entonces cuando iba al baño, a unas letrinas que habíamos construido, leía esa carta y lloraba. Era mi pequeño momento de intimidad. Así recargaba energías para salir adelante”.
Elina Dominga Guaymás de Chasampi murió en 2011, pero las de Malvinas parecen historias que no pueden terminar de cerrarse. “Tengo que recuperar esa carta, porque forma parte de mi historia. Ya pedí ayuda a la Cancillería pero me dijeron que no podían hacer nada”, dice Humberto. "No sé por qué, pero la carta no me hizo acordar a Malvinas. La carta son las manos de mi mamá". 

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