- Clarin.com
- Opinión
- 04/12/14
Tribuna.Andrés Cisneros
Especialmente a partir de 1983, los países vecinos no son un peligro para la causa argentina en Malvinas. Antes bien, en reiteradas oportunidades, el conjunto de América latina ha expresado su apoyo a nuestros derechos y tomado medidas que favorecen a los intereses argentinos. Sin excepciones. En el caso puntual de los ejercicios navales de la Marina brasileña y la Royal Navy británica, de ninguna manera comprometen la impecable conducta que históricamente ha mantenido nuestro vecino en el tema. Ante todo, esas maniobras se hacen como práctica defensiva de sus yacimientos petrolíferos presal, en la costa brasileña, por lo que nadie puede imaginarlas vinculadas de ninguna manera a Malvinas. Por otra parte, es razonable esperar de nuestros vecinos un alineamiento a favor de Argentina en ese conflicto, pero ello no supone, necesariamente, que se enemisten con Gran Bretaña.
Todo lo contrario, cuantos más lazos económicos, comerciales y de todo tipo establezcan ellos con Londres –al igual que nosotros- con más elementos se contaría para un acercamiento de las partes en dirección a una solución acordada. El tema de Malvinas no se va a resolver contra los ingleses sino con los ingleses. Brasil es el país de la región con más peso en el mundo y resulta lógico que el Reino Unido trate de estrechar lazos con ellos, quienes, por otra parte, tienen una larga tradición diplomática que les impediría cooperar en cualquier maniobra que perjudique a la Argentina. Lo tenemos claro, porque a nosotros nos pasaría lo mismo.
Más aún, el conflicto por las islas puede agravarse en pocos años cuando llegue el momento de discutir la soberanía sobre la Antártida, también disputada con Gran Bretaña. Si tal problema estalla, no debemos llegar tan solos, como siempre hemos estado en Malvinas. Brasil es un país con vocación y posibilidades de potencia mundial y, en tal condición, seguramente vería con gran preocupación un megaconflicto en el Atlántico Sur, cuya parte superior baña sus costas y corresponde a su zona de influencia. Las reglas de la Historia son inexorables y, a su debido tiempo, Inglaterra deberá sentarse a discutir recursos y soberanía en el polo y en el Atlántico Sur con quienes tenemos legítimos derechos a que esa zona no permanezca vacante para siempre. Un frente atlántico de intereses con Brasil y Uruguay –más Chile desde el Pacífico, con quien también disputa Gran Bretaña- nos facilitaría incluir a Malvinas y, paradójicamente, permitiría a los gobernantes británicos explicar a su opinión pública que, en tal caso, el interés de la Corona pasaría por aceptar que se sume a las islas a esa enorme negociación, paso bilateralmente improbable después de la guerra de 1982. En tal perspectiva, el papel de Brasil, con su peso en el mundo y en la región, cobraría la mayor de las importancias.
Andrés Cisneros, EX VICECANCILLER
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