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- 17/09/14
Aniversario. En septiembre de 1964, Argentina realizó una presentación ejemplar en la ONU. Hoy se debe recuperar la línea de esa pieza diplomática.
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- Roberto García Moritán Ex Vicecanciller Juan Gabriel Tokatlian Director Del DEPtO. De Ciencia Política Y ESTUDIOS INTERNACIONALES, Univ. TORCUATO Di Tella
La buena diplomacia, fundada en la razón y una visión estratégica, debería volver a ser el eje de la recuperación pacífica de las Islas Malvinas. Con esos atributos, hace medio siglo en septiembre de 1964, el Embajador José María Ruda, ex Vicecanciller y ex Juez de la Corte Internacional de Justicia, lo planteó con calidad y énfasis en el Subcomité III del Comité Especial de Naciones Unidas encargado deexaminar la situación con respecto a la aplicación de la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales. En esa oportunidad, en un discurso antológico que merece cuidadosa lectura y que representa un hito diplomático, reafirmó los derechos irrenunciables e imprescriptibles sobre las Islas Malvinas destacando en detalle todos los argumentos jurídicos e históricos como las características de la usurpación. La intención, según sus palabras, fue “la de persuadir a la comunidad internacional de que las Islas son parte integrante de la República Argentina ” y que “ el deber jurídico y moral de Gran Bretaña es devolverlas al verdadero dueño ”, afirmando el principio de la soberanía y de la integridad territorial de los Estados conforme con la Resolución 1514 (XV) de la ONU.
La exposición de José María Ruda fue categórica. Nunca antes se había formulado un discurso diplomático con tal precisión, incluso sobre la pretensión británica de desnaturalizar el principio de autodeterminación establecido en la Carta de la ONU. Quizás sea el momento para que los dirigentes políticos y los jóvenes rescaten ese testimonio trascendental.
A 50 años de la sesión del Subcomité y a más de 32 del fin del conflicto de 1982, es lamentable que la Argentina se encuentre peor que en septiembre de 1964 ya que, como consecuencia de la presentación de Ruda, se abrieron diversas perspectivas de negociación algunas de las cuales solo faltaba fijar la fecha para la transferencia efectiva de las Islas a la soberanía argentina como fue el caso del Memorándum de 1968. También por haber iniciado un proceso de cooperación y amistad con las Islas.
Nada de ello pervive.
En las últimas tres décadas, tras la guerra, se intentaron diversas experiencias con resultados ambiguos. Sin embargo, durante el reciente lustro el panorama se agravó.
El gobierno argentino, en el fondo, le ha hecho el juego al Reino Unido aceptando una lógica de confrontación que beneficia a quién procura asegurar el statu quo. El resultado distanció a la Argentina de su objetivo. Ese grueso error en nada favoreció el impulso, ni la persistencia, en la búsqueda de un clima capaz de restaurar un ámbito mínimo de diálogo diplomáticoque es central para lograr los propósitos que fija la Constitución.
Es hora de repensar el estilo diplomático así como los métodos que se persiguen respecto a Malvinas. Es necesario iniciar un ciclo renovado y constructivo de acercamiento a Londres. También de restablecer la vinculación con las Islas como se hizo en los sesenta tras la intervención del Embajador Ruda en la ONU. Que la experiencia del pasado sirva. Y para ello es indispensable asumir y comprender que no toda política de Estado lo es porque se la proclama. Solo habrá una política de Estado cuando se teja un fuerte consenso nacional con sólida consistencia temporal y coherencia estratégica; elementos a los que supo aportar Ruda y que se debieran rehabilitar con seriedad y serenidad.
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