POR ROBERTO GARCÍA MORITÁN *
23/12/13 - Clarin
La gestión de la política exterior se ha reducido en los últimos años a la modificación cíclica del organigrama de la Cancillería como si el cambio de jerarquía, de nombre de oficinas o de dependencia ministerial automáticamente produjera un despertar de políticas y una mejor defensa del interés nacional. Eso ha ocurrido reiteradamente en temas económico-comerciales sin producir ninguna ventaja comprobableen la balanza comercial ni en las negociaciones económicas internacionales. Tampoco, en el grado de asociación con terceros países. La nueva noticia ha sido la creación de una novedosa Secretaria de Estado en torno a las Islas Malvinas (que conducirá Daniel Filmus). Una decisión burocrática, cuanto menos, y polémica, al no estar acompañada de una estrategia diplomática responsable en lo que hace al Atlántico Sur.
Quizá la flamante repartición sea un reconocimiento de la necesidad de enmendar un lustro de sucesivos errores y graves desatinos diplomáticos en torno a Malvinas. El primero ha sido la discontinuidad de una política meditada, promovida con anterioridad a 2008. El segundo, el haber reaccionado ante cada provocación británica con estilos que afectan la razonabilidad de la posición argentina. El tercero es haber anulado el uso diplomático de la Embajada en Londres al convertir a dicha Representación en una inconducente barra brava. El cuarto es haber generado un innecesario abanico de exabruptos contra los isleños. El quinto y último fue haber dejado que Londres estableciera a la confrontación como una característica saliente de la relación bilateral que, en las actuales circunstancias,solamente beneficia a quién detenta el statu quo y no tiene interés ni urgencia en establecer una negociación diplomática.
En los últimos cinco años, la Argentina cayó en la estrategia británica de “la no relación” en lugar de sembrar hechos y perspectivas que fueran capaces de germinar para estimular con Londres un dialogo más constructivo.
Tampoco se intentó generar tejidos diplomáticos imaginativos para ampliar la base de intereses comunes. Al contrario, se dinamitaron hasta las pocas áreas de intensa cooperación diplomática que existían como fue el caso, por ejemplo, de la exitosa negociación conjunta del Tratado de Naciones Unidas sobre el Comercio de Armas Convencionales.
La confrontación por la confrontación misma no beneficia a los intereses de la Argentina.
La descortesía tampoco debería ser la única herramienta diplomática. El Palacio San Martín debería saberlo. Como no puede ignorar que la atmósfera en torno a la Islas Malvinas es hoy casi comparable a la que existía en 1982.
En las Islas y en Londres. También, por agotamiento, en la percepción de algunos terceros países.
Se han retrocedido, como era el propósito del Reino Unido, 30 años de diplomacia.
La Argentina tiene que recuperar el diálogo con Londres y con las Islas. Es una grave equivocación diplomática seguir profundizando las divergencias. La diplomacia de la perseverancia y la razonabilidad estratégica es el camino preferible a la confrontación, como lo deja en evidencia, en el campo multilateral y en particular en Naciones Unidas, las gestiones de los Cancilleres Dante Caputo, Susana Ruiz Cerruti, Guido Di Tella, Adalberto Rodríguez Giavarini, Rafael Bielsa y Jorge Taiana.
Es hora de recuperar la sensatez diplomática. Esperemos que la nueva Secretaría sea, por lo menos, una contribución en ese sentido.
* Vicecanciller de 2005 a 2008
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