martes, 16 de julio de 2013

Malvinas: los riesgos del anacronismo

POR VICENTE PALERMO POLITOLOGO (INVESTIGADOR PRINCIPAL DEL CONICET, MIEMBRO DEL CLUB POLITICO ARGENTINO)

15/07/13   Clarin

Lector, ¿sabe usted que hace pocos días tuvo lugar la reunión anual del Comité de Descolonización de las Naciones Unidas?

Muy probablemente no; los diarios no le dispensaron, esta vez, demasiada atención. Estas reuniones tienen por propósito discutir los casos entre estados miembros de las Naciones Unidas, considerados de naturaleza colonial. El caso Malvinas así fue considerado en los remotos tiempos de la década de 1960, cuando la Asamblea General emitió la Resolución 2065 sobre el tema.

Sin la oposición de Gran Bretaña en aquel entonces. En los últimos años, la diplomacia argentina ha concentrado su artillería en las reuniones de este Comité, llevando a él lo que considera el respaldo de los países de la región a la posición malvinera oficial: Gran Bretaña debe negociar la soberanía y los isleños no tienen en ello arte ni parte.

Si uno deja de lado el palabrerío para consumo interno, y las medidas, perfectamente inútiles, pero muy contraproducentes, destinadas a complicarles la vida cotidiana a los isleños, este es en esencia el nudo de la política argentina en la cuestión: el reclamo a Gran Bretaña, esgrimiendo el respaldo regional, el desconocimiento de los isleños, todo ello teniendo al Comité de Descolonización como su lugar principal.

Pero algo sucedió camino del foro. Hace poco, todo el mundo sabe, los isleños realizaron un referéndum, con el que reforzaron -para quien quiera así reconocerlo- su posición como conjunto humano titular de derechos y deseos, y su identidad malvinense, su decisión libre de seguir siendo británicos sin desdibujar la condición de isleños.

Y con ese marco, sucedió algo en el Comité de Descolonización: los británicos se están retirando del mismo.

No concurrieron. Tampoco lo hicieron los isleños como venían haciéndolo en los últimos años, y encuadraron la decisión en el marco de una política general. Una vocera del Foreign Office expresó que “el Comité de Descolonización ya no tiene un rol relevante para jugar respecto a los Territorios Británicos de Ultramar. Describir nuestra relación con ellos como colonial es insultante para ellos tanto como para nosotros. Estamos consagrados a un relacionamiento moderno basado en asociación y valores compartidos”.

Para enfatizar, acto seguido, que the people de las Malvinas ya se ha expresado sin la menor ambigüedad.

No se trata aquí de discutir los buenos a malos argumentos británicos; el punto es que las novedades han dejado sin política a la diplomacia argentina (pero esto no es asombroso, no fueron pocas las voces que advertían que se había colocado en un callejón sin salida). El movimiento estratégico británico desnuda todas las debilidades del oficialismo malvinero. Todo indica que los precios internacionales del petróleo van a bajar, de modo que ahí tendremos un dolor de cabeza nacionalista menos. Argentina tendrá que hacerse cargo, de todos modos, que no solamente las Malvinas, sino también los archipiélagos Sandwich y Georgias no serán argentinos en ningún plazo imaginable.

Y que las prioridades en el diferendo no son territoriales: tienen esencialmente que ver con los valores que defendemos, con los pilares de nuestra comunidad política y con nuestra mejor integración en el mundo.

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