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02/04/13 – Clarin
“Malvinas guardará por siempre nuestra memoria”
Las Malvinas son nuestro territorio por geografía y por historia. Su defensa y amparo guardará por siempre nuestra memoria, generación tras generación.
En 1830, junto con los primeros argentinos que nacieron en Malvinas, Luis Vernet gobernó estas islas que las autoridades de Buenos Aires mandaron poblar. Patrimonio nacional por herencia española y súbdita virreinal, el ilustre patriota, nuestro pabellón azul y blanco, con orgullo hizo flamear. Aquel gobernador disfrutó viendo a los primeros infantes argentinos que nacieron en este territorio al que amó y a su primera hija, “Malvina” bautizó, dándole la gracia y el privilegio de ser la primera niña en llevar este nombre.
Un pasado y un presente injustos, con Gran Malvina al oeste y al este Soledad, son visitadas por espíritus patriotas y fuertes vientos con aire de libertad. Fueron incautadas y despojadas por una potencia imperial, sin advertir que forman parte indivisible de nuestro ser nacional.
En el siglo XX, la aventura belicista de una dictadura militar, puso aviso al mundo del conflicto insular. Hoy la niebla en retirada, permite una curiosa mirada al campo santo ausente de acero, donde antes reinaba el cruel mortero que con su boca de fuego iluminó la noche y abrió el juego, contra el viejo invasor. El recuerdo eterno será para los bravos soldados que apoyó toda la gente, porque defendieron la Patria, ofrendando su vida con altruismo, a la hora de la lucha en que dijeron presente. Sus cuerpos forman parte de estas islas, que con su sangre regaron. En tanto, otros retornaron, sin gloria ni honor, mientras el pueblo indiferente les dio la espalda después de tanto horror.
Sus almas desiertas de gloria lloraron y la multitud ausente de los soldados se olvidaron. Sin embargo, a pesar de las dificultades, una vez más, el pabellón con orgullo flameó, un 2 de abril de 1982.
José Luis Castellano
Voces que se unen en el reclamo por las Islas
Esta carta fue dirigida a la madre de un compañero caído en combate en la guerra por las Islas Malvinas. Es un pequeño homenaje a aquellas heroínas que esperaron nuestro regreso.
“Señora, tengo que decirle algo y le juro no me animo. Fui amigo de su hijo. Combatimos por lo mismo, éramos como hermanos, lo compartíamos todo, los mates, los cigarrillos, hasta su foto, aquella foto que usted en la partida le dio. Por eso, con una foto, señora, soñamos dos, soñamos con el regreso y abrazando esa ilusión tratamos de darnos fuerzas para salir de ese horror. ¿Su hijo? Su hijo fue un valiente. Que sin temer al destino le puso el pecho a la bala que buscaba mi camino. Yo se que no es lo mismo que su hijo no regresó y quizá esa sea mi condena, señora, el no haber quedado yo. Pero si algún día quiere saber algo más de aquello, llámeme, señora, que yo voy a estar a su lado para gritar en silencio que su hijo fue mi hermano, que su sangre hoy es mi sangre, y si usted va buscando un hijo, señora, yo voy buscando una madre”.
Edgardo Zapata
Están y pertenecen a nuestro territorio, un territorio fértil y dispuesto a abrirse, a compartir, no a ser usurpado. Hace ya demasiados años que fueron ocupadas por aquellos que no están conformes con lo propio, disconformes con lo que tienen y necesitan extender sus brazos y manos temblorosas y sucias para “agarrar” lo que no les pertenece y adueñarse de lo ajeno. Son ladrones, esos que viven de lo de otros. Rapiñas que erigen templos y palacios con lo que han robado. Se empecinan en avalar el robo como si fuera parte de su esencia, un robo permitido legalmente porque ellos lo dicen. Y no importa que el mundo entero se levante y grite a viva voz que el territorio ocupado no es de ellos, y el colmo, para agregar disgusto, denigran el “ser argentino” con una votación inventada y loca.
Se aglutinan alrededor de lo que no es de ellos y lo defienden con buques de guerra, armas sofisticadas y palabras vacías, huecas de lucidez. No es fácil lidiar con locos, tal vez la única sea mostrarse tan locos como ellos y perseverar en el reclamo aún ante sus oídos sordos, hasta que se cansen, hasta que envejezcan los obstinados, y comiencen a crecer los lúcidos, los que aman lo propio, los que aceptan lo que son y valoran lo que tienen. Esto continúa.
Maia Zuretti
Ya no son de nadie. No me hables de soberanía. Se ahogó en 1982 con sangre de 649 Argentinos, 255 ingleses y 3 isleños. No me digas lo que es de quien porque ya no me importa poseerlo.
Solo hablame de la tristeza de los muertos y las madres que los amaron. Hablame de lo que nos une. No de lo que separa. Las islas no son ya de Argentina ni de Gran Bretaña. Las islas son de los que murieron por ellas. Y ellos nos dicen: regálenlas al viento. No hagáis política aquí.
Por ello, las islas deben ser un estado independiente o compartido. Un símbolo viviente de la paz que saben construir pueblos iluminados. Se lo debemos a los inocentes que allí murieron.
Julian Randle
Pareciera que una cosa no tiene que ver con la otra, pero, ¿nos imaginamos unas Islas Malvinas manejadas por Argentina? Y es muy probable que pase lo que está pasando en la base Antártica Orcadas: queremos recuperar a nuestras hermanitas perdidas, pero no cuidamos lo que ya tenemos y fatalmente hay fauces abiertas inglesas y chilenas que quieren fagocitarse parte de nuestra Antártida ¿Así cuidamos nuestro territorio?
Lidia Fontela
Quizás deberíamos hacer un referéndum entre todos los argentinos hacia el mundo entero explicando porqué las Islas Malvinas son argentinas, como hicieron los kelpers.
Ellos saben que las Islas Malvinas son argentinas, por legado, historia, ubicación geográfica, ocupación con habitantes argentinos y gobernación (Vernet) de las mismas. Queremos ser los derecho-habitantes de las Islas porque ese territorio es nuestro desde 1810 y fue usurpado por la colonia inglesa veinte años después, llevando mas de 200 años de usurpación y depredación de nuestro mar del sur.
Realicemos los más urgente un referéndum para que los argentinos expresemos nuestra voluntad de contar con dicho territorio como nacional y de la República Argentina por siempre.
Osvaldo Scellato
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