Publicado en Cartas al Pais del Diario Clarín - 3 de Abril de 2008
A los 20 años, y cumpliendo el servicio militar obligatorio, fui a Malvinas. No me avergüenza decir que sentí que debía ir a defender la Patria.Fui soldado de un ejército del que no me siento orgulloso. Ignoraba que en el país, miles de personas eran privadas de su libertad y asesinadas. Ignoraba que los que tenían la máxima responsabilidad en Malvinas, y tenían nuestras vidas en sus manos, también eran responsables del asesinato y persecución de ciudadanos. La dictadura militar llegó a su fin luego de la derrota de Malvinas, y me pregunto: ¿qué país tendríamos hoy de haberse ganado la guerra? ¿Cuántas víctimas más deberíamos contar? ¿Cuánto silencio en las aulas? ¿Cuánta censura en la información? ¿Cuánta inconfesable complicidad religiosa? ¿Cuántas identidades cambiadas? La derrota fue, tal vez, el mejor resultado para el que en aquellos tiempos era nuestro futuro, hoy nuestro presente. La victoria, de haber ocurrido en esas circunstancias, hubiese sido, tal vez, el peor enemigo de la justicia, de la vida, y del futuro. Los conscriptos que fuimos a Malvinas fuimos también víctimas de esa dictadura. Mi manera de rendir homenaje a los que dejaron sus vidas en aquel territorio es recordar los legítimos derechos que defendieron, y comprender la importancia de la recuperación de la democracia, a lo que contribuyeron sin saberlo. Por eso, celebro la única desaparición justificada: la de la dictadura genocida.
Gustavo Adolfo Medina.
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