jueves, 28 de marzo de 2013

Malvinas: el referéndum obliga a repensar políticas

POR JUAN GABRIEL TOKATLIAN DIRECTOR DEL DEPARTAMENTO DE CIENCIA POLITICA Y ESTUDIOS INTERNACIONALES DE UNIVERSIDAD DI TELLA

Malvinas: el referéndum obliga a repensar políticas

27/03/13 – Clarin

El reciente referéndum convocado por Gran Bretaña en las Islas Malvinas ha generado, antes y después de su realización, distintas reacciones entre funcionarios, políticos y analistas, tanto desde el oficialismo como en la oposición. Llamativamente, el espectro de voces puso de manifiesto una coincidencia: el que ese es un hecho relativamente intrascendente, destinado sólo para consumo de los británicos, sin respaldo internacional de actores gravitantes y carente de consecuencias sobre el reclamo de soberanía de Buenos Aires.

A pesar de ser interesante, esta concordancia es poco constructiva y provechosa pues refleja una mirada excesivamente coyuntural. Si se analiza el tema con un lente menos estrecho y un horizonte más generoso se podría apreciar la trascendencia de este referéndum.

Un conjunto de principios, normas y prácticas han sido esenciales para la convivencia en el sistema internacional. En el plano regional, el uti possidetis juris , el respeto a la soberanía, el principio de no intervención y la solución pacífica de controversias, entre otros, han constituido pilares jurídicos que facilitaron la configuración de los Estados y el que América Latina se haya convertido en la región más pacífica del mundo. En décadas recientes el apego a la democracia y la defensa de los derechos humanos fueron robusteciendo la paz y la estabilidad en el área.

Ahora bien, en un marco global, y en los últimos lustros, es evidente quese han acelerado las mutaciones en el campo del derecho internacional.

Si tomáramos dos conceptos clave -la soberanía y la autodeterminación- es evidente que el segundo ha ido avanzando, en la letra y la praxis, mientras que el primero ha ido fluctuando y retrocediendo. Desde antes del fin de la Guerra Fría, pero con más intensidad después del desmoronamiento de la Unión Soviética, una conjunción de factores materiales, diplomáticos, militares, culturales y tecnológicos ha erosionado la idea de soberanía y redefinido la noción de intervención.

En igual magnitud, pero en sentido inverso, las concepciones sobre la autodeterminación y la autonomía han adquirido nuevos contornos y alcances.

En el caso específico de la autodeterminación, se observan desarrollos conceptuales y propuestas de solución sui generis que han encontrado varios adherentes y algunos contradictores. Un ejemplo, entre varios otros, de alternativas especiales es el de Kosovo que a la fecha ya cuenta con 100 reconocimientos diplomáticos. En general, hasta el momento parece predominar una interpretación cada vez menos restrictiva de la autodeterminación, más estrechamente vinculada a la protección de los derechos humanos y a la salvaguarda de la identidad, y muy abierta a procesos de experimentación.

El abanico de condiciones para invocar aquel principio se ha multiplicado desde una práctica histórica más ligada a la autodeterminación como acción remedial ante un pasado colonial o injusto hasta su aplicación más presente a nivel subnacional, a favor de minorías y para grupos homogéneos dispersos geográficamente. Todo lo anterior podría tener consecuencias imprevisibles. Dicha imprevisibilidad, a su turno, no sólo afectaría negativamente el reclamo argentino de soberanía sobre las islas, sino también, por ejemplo, a muchos países en la región. ¿Y si en la Isla de Pascua (Chile) o el Archipiélago de San Andrés y Providencia (Colombia) se convocaran referéndums de autodeterminación? ¿Podrían derivar en fragmentación eventuales demandas de autodeterminación en Bolivia y Brasil?

El referéndum en Malvinas bien puede significar un nuevo paso cuya lenta legitimación a nivel mundial podría tener efectos perjudiciales para el país.

Lo sucedido debiera conducir a un replanteamiento estratégico en la Argentina. Tres frentes de aproximación resultan indispensables para fortalecer la tesis de soberanía del país. Primero, colocar la cuestión Malvinas en un marco más amplio incorporando asuntos como el futuro del Atlántico Sur y la Antártida y sosteniendo esa política con genuinos recursos materiales y propuestas conceptuales.

Segundo, procurar la convergencia de intereses tangibles con países de Latinoamérica, con Estados Unidos y con naciones extrarregionales respecto a las derivaciones de vulnerabilidad e inestabilidad de una expansión desmedida y distorsiva del principio de autodeterminación.

Tercero, reforzar el argumento diplomático del país distinguiendo la diferencia fundamental entre dialogar y negociar y asumiendo que el referéndum abre un espacio para tratar mejor a los isleños como sujetos, mientras se crean condiciones para convenir bilateralmente con Gran Bretaña.

Lo ocurrido en la votación de Malvinas, nos plazca o no, agrega unnuevo matiz a la situación tensa entre Londres y Buenos Aires. Ni el desdén artificial ni la ampulosidad gestual son buenas consejeras: es hora de repensar y reorientar la política hacia las islas.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Para la AFIP, las compras en Malvinas son del extranjero

19 MAR 2013 03:24h Clarin

RESTRICCIONES AL DÓLAR

Para conseguir dólares hay que marcar en el sistema que se viaja al Reino Unido.

PorNATASHA NIEBIESKIKWIAT Clarin
natashan@clarin.com
  • Bandera. Una imagen de las calles de las Islas Malvinas durante el referéndum de la semana pasada. / LORENA LUCCAAmpliar

Bandera. Una imagen de las calles de las Islas Malvinas durante el referéndum de la semana pasada. / LORENA LUCCA

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La presidente Cristina Kirchner ha llevado la cuestión Malvinasa sus máximas instancias. Ayer, inclusive, ante el nuevo Papa, Francisco, a quien le pidió que intermediara con Gran Bretaña en el conflicto de soberanía. El Gobierno también busca canales de presión a las islas, a través de los ministerios de Relaciones Exteriores, de Agricultura, Ganadería y Pesca, de Planificación. Y ha involucrado también a las fuerzas armadas en los controles navales del Atlántico Sur.

Sin embargo, de las varias contradicciones que contienen la política de restricciones al dólar, surge una bastante curiosa.

El Gobierno comulga y avala que gastar en un viaje al archipiélago, represente para los argentinos salir al extranjero. Es que todo gasto en tarjeta que comprenda las Malvinas se le aplicaba el 15% extra, lo que de ahora en más aumentará al 20%.

Un pasaje a las islas cuesta U$S 1.850 ($ 9.431) por la ruta de los sábados con LAN, la única que las une con Sudamérica. Y desde ayer aumentará el 20% a U$S 2.220 ($11.317) Hace, Buenos Aires, Santiago de Chile, Punta Arenas, Mount Pleasant, lo que por lo general implica el gasto de una noche de ida a la ida y otro a la vuelta. Si el vuelo es por Río Gallegos, lo que se puede hacer sólo un sábado al mes y regresar el otro.

Ahora bien, desde el vamos, resulta una aventura de capítulos imposiblesllevarse dinero en efectivo para solventar los gastos sin el 20% porque el monto que concede la AFIP siempre resulta escaso. De esa manera, surge el segundo tramo del viaje a las Malvinas “no argentinas”: como las islas no figuran en el listado de la agencia recaudadora, hay que marcar en el sistema que se viaja al Reino Unido. Pero el pasaje dice otra cosa, y puede entonces rechazarlo.

A veces es posible obtener alguna respuesta positiva, cuando se lo pide por Internet. Segundo problema: si el sistema acepta el contribuyente del contribuyente, suele autorizarlo a comprar dólares y no libras esterlinas, la moneda de circulación en Malvinas. A su vez, la divisa estadounidense vale menos que la libra, por lo que siempre se termina recurriendo a la tarjeta.

En Malvinas la hotelería, los paseos, suelen pedir reserva de antemano. Un “bed & breakfast” (cama y desayuno) puede cobrar la noche unas 60 libras ($ 462); mientras que en un hotel más lujoso, la noche cuesta 130 libras ($ 1.001). De esta manera, mientras todos los turistas pagan en Malvinas entre 420 ($ 3.235), y 910 libras ($ 7.008), los argentinos, 504 ($ 3.882) y 1.092 libras ($ 8.410). Las islas son para el turismo internacional como para sus habitantes, un lugar de costos altos. Sin embargo, pudo comprobar este diario, la alta inflación de Argentina, encuentra allá productos de supermercado, más baratos. En los sitios que aceptan tarjeta se puede pagar con Visa argentina, de crédito y débito.

Malvinas: Cristina pidió al Papa que llame a Londres a dialogar

POR LEONARDO MINDEZ  Clarin
Le solicitó una intermediación con Cameron para abrir la conversación por la soberanía.

Malvinas: Cristina pidió al Papa que llame a Londres a dialogar

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EL VATICANO. ENVIADO ESPECIAL - 19/03/13 Clarin

Es uno de los caballitos de batalla de la agenda internacional de Cristina Kirchner. Pero igual sorprendió a muchos (incluso a integrantes de su propia comitiva) que en su primera reunión a solas le solicitara al Papa Francisco su intermediación para que el gobierno británico acepte dialogar sobre la soberanía de Malvinas.

La Presidenta lo comparó con la actuación del cardenal Samoré, a instancias de Juan Pablo II, en el conflicto con Chile por las islas del Canal de Beagle que evitó una guerra inminente en 1978.

“Ahora estamos ante una oportunidad histórica diferente, mucho más favorable. En el Reino Unido y la República Argentina hay gobiernos democráticos y no hay peligro de naturaleza bélica más allá de la militarización que el Reino Unido está teniendo sobre el Atlántico Sur.

Argentina es un país más que pacífico, y por lo tanto lo único que queremos es que se cumplan las múltiples resoluciones de Naciones Unidas para sentarnos a dialogar. Esto es lo que le pedimos al Santo Padre: su intermediación para lograr un diálogo entre las partes. Nada más que esto ”, explicó la Presidenta.

Aunque hay muchos detalles que hacen difícil la comparación entre el actual diferendo por Malvinas y aquel del Beagle, hay una valla que asoma como infranqueable: Jorge Bergoglio difícilmente puede ser tomado como imparcial en este asunto por el gobierno británico. Por su condición de argentino, desde ya, pero también porque se expidió públicamente en el pasado sobre la cuestión: “ Las Malvinas son nuestras ”, dijo en 2010 el entonces arzobispo de Buenos Aires. “Venimos a rezar por aquellos que han caído, hijos de la Patria que salieron a defender a su madre, la Patria, a reclamar lo que es suyo de la Patria y les fue usurpado”, agregó en 2012 una misa en honor de los caídos, a en el 30° aniversario del conflicto bélico. El primer ministro británico, David Cameron, dijo que está “en desacuerdo” con esas frases. Ayer, voceros del Foreign Office aseguraron que “ la Santa Sede es clara en considerar que la cuestión de las islas Falkland (Malvinas) es de índole bilateral ” (Ver “Para el Reino Unido...”).

Uno que se mostró contentó con el planteo de Cristina fue el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez. “Como ex combatiente (estuvo en el teatro de operaciones del Atlántico Sur), me puso muy feliz que la Presidenta le pidiera al Papa la mediación por las islas. Es una reconciliación de los sueños más sentido de uno”, dijo ayer, apenas arribado a Roma. “¿Pero usted cree que el Reino Unido puede tomarlo como un medidor neutral?”, lo consultó Clarín. “Bueno, nadie creía que Bergoglio podía ser Papa. Hay que rezar y tener fe”, concluyó.

jueves, 14 de marzo de 2013

Tras el referéndum, Cristina llamó “consorcio de okupas” a los kelpers

POR GUIDO BRASLAVSKY – Clarin
Fue la primera reacción oficial. La Presidenta elogió la posición de EE.UU. que anunció que seguirá “neutral”.

Patio. La presidenta Cristina Kirchner habló ayer en el Salón de las Mujeres y luego saludó a militantes K en un patio de la Casa Rosada. /PRESIDENCIA

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13/03/13-Clarin

En el final de un largo discurso casi de divulgación científica, en el que habló de los incas y las vicuñas, de las propiedades de las plantas andinas y los proyectos en el área de ciencia, entre otros tópicos, Cristina Kirchner descalificó en fuertes términos el referéndum llevado adelante por los kelpers en el que ratificaron su deseo de seguir siendo un territorio de ultramar británico. La Presidenta lo definió como “una parodia de referéndum” y parafraseando un título de tapa del diario Ambito Financiero de ayer, el cual celebró, dijo que esa consulta fue una “reunión de consorcio de okupas a ver si seguían ocupando el edificio ilegalmente. Claro, el resultado era cantado”, se mofó.

Cristina se mostró complacida por la postura del “principal aliado” de los británicos, los Estados Unidos, cuyo gobierno reconoce la existencia de un conflicto de soberanía e invita a las partes a dialogar. La Presidenta calificó esa postura como “muy importante”. Destacó además las declaraciones de la portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland, quien ayer dijo que Washington reconoce “la administración de facto del Reino Unido de las islas”, pero que el referéndum no cambia la postura de su país, y alentó a las partes a resolver la disputa por la vía diplomática y el diálogo.

“Diálogo, diálogo, diálogo.

Es lo que vinimos reclamando insistentemente los argentinos ”, sostuvo la Presidenta. También leyó párrafos de un artículo del diario británico The Guardian para coincidir con su autor en que la consulta en las Islas fue una “provocación”. Y agradeció a la oposición por la “postura monolítica” en torno a la cuestión Malvinas.

En su primera aparición desde que suspendió la semana pasada actividades ante la muerte de Hugo Chávez, la Presidenta evitó referirse a los temas más candentes, como el conflicto docente en la provincia de Buenos Aires que tiene a millones de chicos sin clases; los graves incidentes en Junín tras el asesinato de una chica de 17 años; o la caída de la mayor inversión que se hacía en el país con la salida de la minera brasileña Vale.

No perdió oportunidad, en cambio, de criticar a este diario por el título en su página web “Duro mensaje del gobierno de Malvinas a Cristina Kirchner” -ese mensaje decía: “Presidenta Kirchner, nosotros no tenemos deseo de estar bajo el gobierno (argentino)”- (ver página 12). En interpretación de la Presidenta, “sostienen (en el título) que este es un problema de Cristina. Las Malvinas no son kirchneristas ni cristinistas, son argentinas. Esto no es crítico, es ridículo”.

El acto en la Casa de Gobierno fue para dar a conocer el “Plan Argentina Innovadora 2020” del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Antes que Cristina el ministro Lino Barañao se explayó desde el atril. Habló de la gestión y se reveló también como un contador de anécdotas.

Al terminar el acto, Cristina salió del Salón de las Mujeres y se asomó a las barandas del primer piso sobre la Galería de los Patriotas, donde integrantes de agrupaciones kirchneristas la vivaban. Tomó un micrófono, les habló de los “días difíciles” en Venezuela.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Malvinas: hay un tercer actor ineludible en el conflicto

POR JORGE CASTRO ANALISTA POLITICO. AUTOR DEL LIBRO “MALVINAS HOY” (DISTAL, 2013)

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12/03/13-Clarin

En la política no hay pasado ni futuro, sino un solo eterno presente”, dice Hegel. Por eso, referido a la política de la Argentina en la cuestión Malvinas, en los términos en que se presenta en la segunda década del siglo XXI, conviene realizar dos precisiones: ante todo, ratificar en forma plena e irrestricta sus títulos de soberanía sobre las Islas; y advertir que, como la política internacional es un mundo de realidades, ha surgido un tercer actor en el conflicto, que es la población isleña, a través de su autoridad política.

Tres décadas después de la guerra de 1982, el nuevo contexto internacional en Malvinas es el mejor que la Argentina ha tenido en los últimos veinte años.

El nuevo mapa geopolítico mundial surgido tras la crisis global 2008/2009, ofrece los siguientes términos: el eje del proceso de acumulación del sistema capitalista ha pasado irreversiblemente de los países avanzados a los emergentes, y entre éstos, los tres principales son China, India y Brasil; ha terminado la hegemonía unipolar de EE.UU., que duró 17 años (1991-2008), y su lugar lo ocupa ahora una plataforma de gobernabilidad del sistema mundial, expresada en el Grupo de los 20 (G-20), en la que Washington comparte las decisiones estratégicas con China, India y Brasil, y de la que la Argentina es integrante.

El hilo rojo central de la acumulación capitalista no circula más por EE.UU. y Europa, sino que se ha trasladado a Asia y América del Sur (Brasil), y el comercio y las inversiones del mundo se orientan ahora hacia el Este y el Sur, no rumbo al Oeste. El mapamundi se ha dado vuelta, por el crecimiento de los países emergentes y el vertiginoso despliegue de su nueva clase media.

El conflicto Malvinas ha escalado por dos motivos. Se han cumplido en 2012 treinta años de la guerra de 1982, que constituyó para Gran Bretaña una sorpresa estratégica -una de las escasas en la historia de los conflictos bélicos-, en la que experimentó el mayor número de bajas desde la Segunda Guerra Mundial, superior incluso a las que sufrió en Irak y Afganistán, sumadas.

En segundo lugar, se ha producido un punto de inflexión en el conflicto, que ha modificado su naturaleza. Es la decisión tomada por el Mercosur y Chile, encabezados por Brasil, de prohibir el acceso a sus puertos de buques con bandera de la autoridad política de las Islas.

El conflicto dejó de ser bilateral y se ha transformado en regional.

En el momento en que Brasil hizo pública su decisión, se encontraba de visita en Brasilia el secretario del Foreign Office, William Hague. Y allí señaló que las prioridades del Reino Unido en el plano del comercio e inversiones no se encuentran más ni en Europa ni en EE.UU., sino en el mundo emergente, y que Brasil y América del Sur han sido identificados como esenciales para sus intereses en el mediano y largo plazo.

En Asia y América del Sur se resuelve el éxito o el fracaso de los intereses británicos en el siglo XXI, según el gobierno de David Cameron. Esto le otorga a Malvinas un relieve geopolítico y económico mayor al que ha tenido en cualquier otro momento de la historia.

El Atlántico Sur ha dejado de ser el “mar vacío” que era en 1982, en el que los únicos protagonistas eran la Argentina y Gran Bretaña, sin que hubiera otros intereses en juego. Ahora es un “mar lleno”, profundamente trasnacionalizado, con múltiples actores y cada vez mayor relevancia internacional.

El Atlántico Sur es la última reserva ictícola que queda en el mundo, debido a que la depredación sistemática ha vaciado los otros mares. De ahí que las flotas pesqueras del mundo entero estén desplegadas allí, ante todo las de Asia (China) y la Unión Europea. También se encuentran en esta región las más grandes reservas petrolíferas del mundo actual, que son las del “pre-sal”, en cuya explotación Brasil y Petrobras invertirán US$ 1 billón en los próximos diez años.

Hay una tercera novedad de envergadura, y es que ha surgido un tercer actor, y la disputa ya no se limita ya a Londres y a Buenos Aires. Ese tercer actor es la población de las Islas, que actúa con autonomía del gobierno británico, expresada a través de su autoridad política.

Esta autoridad dispone de amplios recursos para sustentar sus decisiones.

El canon pesquero y petrolífero se paga exclusivamente en Puerto Stanley/Puerto Argentino, no en Londres, y el ingreso per cápita de su población es de US$ 60.000 anuales, superior al de las Islas Británicas.

Por último, y estratégicamente crucial, es que se ha modificado en sus raíces el posicionamiento global de la Argentina con respecto a 1982.

Entonces, era un país hondamente aislado, convertido en paria internacional por la violación masiva de los derechos humanos, y estructuralmente, por su carencia casi absoluta de inserción en la economía global, al haber perdido prácticamente la totalidad de los mercados para sus exportaciones agroalimentarias, con excepción de la Unión Soviética.

Ahora, la Argentina se ha convertido en un país relevante en el nuevo contexto global, en su condición de gran productor de alimentos, en el momento en que la demanda de este rubro crítico se duplica en los próximos 20 años, y cuando la población mundial pasa de 7.000 millones a 9.000 millones en las próximas tres décadas. Por eso,la producción alimentaria se ha transformado en el punto principal de la agenda internacional, y en primer lugar del G-20. Hay un nuevo actor en el conflicto Malvinas, y el contexto mundial es el más favorable que la Argentina ha tenido en 20 años. El campo de lo posible se ha ampliado.

Elección en Malvinas: Unánime voto de los kelpers para seguir siendo británicos

POR NATASHA NIEBIESKIKWIAT-Clarin
El “Sí” cosechó el 99,8 % de los votos. Sólo tres isleños manifestaron que no quieren mantener el status de “Territorio británico de ultramar”. La Argentina consideró “ilegal” el llamado a la elección.
Festejos kelpers tras el referéndum en Malvinas. (Lorena de Lucca)

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PUERTO ARGENTINO. ENVIADA ESPECIAL - 12/03/13

Cuando en junio del año pasado el gobierno británico de las Malvinas llamó a la población a votar en un referéndum para decidir si querían seguir siendo o no territorio de ultramar británico, en Londres y aquí tenían bien estudiado el resultado. Tras dos jornadas de votación entre el domingo y ayer, el “Sí” obtuvo un triunfo arrollador. De acuerdo a lo anunciado por Kieth Paddgett, el jefe del operativo electoral, pasadas las 11 de la noche de ayer aquí (la misma hora en el continente),1.513 personas votaron que quieren que las islas sigan siendo un “Territorio británico de ultramar” y apenas 3 se inclinaron por el “No”. Con el resultado puesto, el gobernador británico en las islas, Nigel Haywood, dijo aClarín y al resto de los medios presentes: “Espero que la Argentina escuche este mensaje”.

Ya antes de anunciarse los resultados, cientos de isleños que viven en Puerto Argentino se agolparon en las inmediaciones de la catedral, en el llamado Arch Green, donde estalló una fiesta comunitaria con música y comida (Ver página 7).

El primer ministro británico, el conservador David Cameron, y quien ha protagonizado duros choques con la administración de Cristina Kirchner, reclamó ayer al mediodía a la Argentina que “respete” el resultado, mientras que hasta anoche ningún miembro del gobierno nacional habló del resultado.

En Argentina, desde el Gobierno a sectores de la oposición han rechazado el referendum, al considerarlo “ilegal”, por empezar, porque en la base del reclamo de la soberanía se denuncia que los isleños fueron una “población implantada” con la ocupación militar británica de 1833.

En los hechos, el referendum no cambiará nada. Más aún, dejará a los isleños en la misma condición de antes, británicos, lo que para muchos favorece a la Argentina en el sentido de que la discusión sigue siendo con el Reino Unido y no con las islas. Sin embargo, todo lo que se ha mostrado al mundo a través de las cámaras de los periodistas que llegaron de todas partes es que la población rechaza fuertemente cualquier posibilidad estar bajo jurisdicción argentina.

El sábado, para la llegada de la prensa en el vuelo semanal de Lan, los lugareños formaron con sus vehículos un gran “Yes” (Sí) sobre la ladera de una elevación para que los filmaran. Y el domingo, cientos de 4x4, camiones, jinetes, motociclistas, bajaron de otra ladera a la ciudad en una muestra de “britanicidad” que se repitió durante todo el fin de semana.

Hubo banderas británicas por todas partes y leyendas muy ofensivas para la Argentina.

Ayer, quien más llamó la atención fue una mujer de unos cincuenta años con “peluca británica” y también se exhibieron calcomanías con la leyenda FALK U ARGENTINA, junto al dibujo de un hombre con el dedo medio en alto que dejaba claro el mensaje.

Como la mayoría de las personas votaron el domingo, en las puertas del Stanley Town Hall, el antiguo edificio de la municipalidad, la fila para votar fue muy corta todo el día de ayer. Durante la jornada llovió, salió el sol, nevó y granizó. Dentro del edificio, los votantes depositaban su papeleta bajo las miradas congeladas en fotografías de 32 gobernadores británicos. Al fondo, las imágenes de la reina Isabel y el principe de Edimburgo.

Una curiosidad sobre cómo son las elecciones en Malvinas –una comunidad de 2.563 personas con un nivel de inseguridad casi nulo y delitos también muy escasos y sólo relacionados al abuso de alcohol o sexual– es que los votantes se presentaban ante las urnas sin carnet de identidad. Daban su nombre y los fiscales les creían.

El resultado demoró en llegar porque hubo que esperar en principio las urnas “móviles” que llegaban desde el campo y también la avioneta que trajo de vuelta las papeletas de los islotes más remotos del oeste. El recuento se hizo ante las cámaras de TV.

lunes, 11 de marzo de 2013

Malvinas: los isleños votan si quieren seguir siendo británicos

POR NATASHA NIEBIESKIKWIAT-Clarin
Están habilitados 1.672 malvinenses. La consulta se extenderá hasta el lunes. El Gobierno la considera “ilegal”.

El referéndum en las islas Malvinas. (Lorena Lucca)

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ISLAS MALVINAS. ENVIADA ESPECIAL - 10/03/13-Clarin

Con muestras de evidente ansiedad, los habitantes de las Malvinas irán entre hoy y mañana a las urnas para votar en un referéndum en el que deben decidir si quieren o no seguir siendo territorio de ultramar británico.

El plebiscito es eje de otra batalla diplomática entre la Argentina y el Reino Unido. El gobierno nacional lo considera “ilegal”, y como parte del reclamo de la soberanía del archipiélago abierto en las instancias de las Naciones Unidas subraya que los kelper s son “población implantada”.

Por su parte, Londres no sólo lo ha promovido, sino que lo ha incorporaron en su estrategia de permanecer ligado a las islas y a sus valiosos recursos naturales, al tiempo que les viene dando una autonomía. Así fue sucediendo paulatinamente, aunque no en su Defensa ni en Política Exterior, tras la victoria británica en la guerra de 1982.

Para medir el clima social que impera en las islas, basta con remontarse a la escena de ayer. Unos cincuenta vehículos esperaron bajo la lluvia y el frío a un grupo de periodistas internacionales que llegaron en el vuelo de Lan, que une las islas y Chile semanalmente. Ayer, incluyó la escala mensual en Río Gallegos. Las 4x4 se instalaron sobre la ladera de una elevación que da a la bahía de la capital. Y formaron un gigantesco“Yes” (Sí”) para que desde el lado de enfrente se los pudiera filmar y fotografiar. En los últimos días, además, los lugareños adhirieron a sus vehículos, a las puertas y ventanas de sus casas y negocios, banderas y leyendas pro británicas. Afiches por todos lados alentaban al voto, pero solamente promoviendo el “Sí A lo largo de la última semana, en Malvinas Clarín pudo comprobar que en otras circunstancias el “No” podría haber tenido más chances.

Podría por ejemplo, significar que quieren su independencia, y no ser ni argentinos ni británicos, un debate abierto hace tiempo aquí.

En consulta de Clarín, el consejero Dick Sawle aseguró que era por completo legal hacer campaña aquí por el “No”. Pero la presión social no lo habría permitido. Igual, Clarín conversó con argentinos que viven aquí y cuyos nombres se preservan, y también votarán por el “Sí”.

La toma por la fuerza de las islas en 1982 marcó un antes y un después en el ánimo popular. Aquí aún sostienen que la Argentina los puede “invadir”. L a prohibición de vuelos charters, y los controles a la pesca y el petróleo, más las amenazas de la presidenta Cristina Kirchner de cortarles el vuelo de Lan que sobre vuela el espacio aéreo nacional, marcaron otro hito en el malhumor local. Hoy, inflamados por el descubrimiento de petróleo, los isleños quieren a la Argentina sólo como “vecinos”.

Hoy, a partir de las 10 de la mañana abrirán cuatro centros de votación: en la isla del Este: el Stanley Town Hall y la escuela de Goose Green; en la isla de Oeste: la escuela de Fox Bay; y el Club de Puerto Howard. Habrá centros móviles para el campo y una avioneta para los islotes más remotos. Son 1672 los electores habilitados.

jueves, 7 de marzo de 2013

Malvinas: un referéndum que seduce poco a los inmigrantes

POR NATASHA NIEBIESKIKWIAT – Clarin

La mayoría de los que se establecieron después de la guerra de 1982 llegaron desde Santa Helena y Chile.

Compras. Un grupo de jóvenes malvinenses caminando ayer por las calles de Puerto Argentino. La votación del domingo y lunes es optativa y es necesario empadronarse. /LORENA LUCCA

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PUERTO ARGENTINO. ENVIADA - 07/03/13 – Clarin

Nada hiere más a la Argentina que sean los inmigrantes de pos guerra y no sólo los descendientes de los primeros colonos británicos de las Malvinas los que el próximo domingo y lunes voten por el “Sí” ante la pregunta del referendum: “¿Desea que las Islas Falkland retengan su estatus político de Territorio de Ultramar del Reino Unido?”.

Sin embargo, el cruce de los datos obtenidos aquí por Clarín, muestra el relativo impacto que por ahora tiene el voto en las islas de esos inmigrantes. Eso ocurre porque muchos de ellos no alcanzaron el estatus migratorio necesario para votar, o porque no se inscribieron en el registro electoral.

El Censo de 2012 arrojó 2.563 habitantes, de los cuales 1.973 tienen todos los derechos políticos, lo que en las Malvinas llaman ser poseedor del estatus de las Islas, que desde hace más de tres años es muy difícil de obtener. Sólo 1.672 se anotaron en el padrón electoral. El voto no es obligatorio, y los líderes de opinión están alentando el “Sí” pero también a la participación.

Clarín tuvo acceso al padrón electoral y allí cuesta encontrar apellidos de origen hispánico.

Hay más de 300 chilenos en las Malvinas, pero más de la mitad de ellos son trabajadores temporarios, y muchos otros residentes con permiso. De los 2.563 habitantes estables que contabilizó el Censo, 266 provienen de la isla de Santa Helena y 164 son de Chile (el 6,4%) mientras que 28 son argentinos.

Colonia británica, Santa Helena arrojó mano de obra barata a las islas en los ‘90, cuando Londres inyectó millonarios fondos para la reconstrucción de las Malvinas de posguerra. Cuando la isla situada frente a África Occidental obtuvo el estatus de Territorio de Ultramar, muchos santahelenos volvieron a sus casas o volaron hacia el Reino Unido. Varios de los que se quedaron aquí hablaron con Clarín, aunque no quisieron dar su nombre. Pocos irán a votar y muchos de ellos explican que se sienten inmigrantes y por eso no se registraron en el padrón electoral.

La migración chilena también tiene origen económico. Alex Olmedo llegó en 1990. Fue prosperando y hoy es dueño de uno de los principales hoteles, el Waterfront. Se hizo ciudadano británico cuando la legislación era flexible. Cuando habla produce el mismo efecto que los latinos muy integrados en los Estados Unidos. Se siente isleño “nato”, pero su acento es inconfundiblemente chileno. El domingo votará y festejará el “Sí”, dijo a este diario. “Mira, lamentablemente, entre las Falklands y la Argentina las relaciones no han mejorado para nada, e inclusive se han deteriorado muchísimo, especialmente en el período de los Kirchner, y es lamentable. Podríamos haber hecho bastantes avances, pero hay cosas que simplemente no van a cambiar. El referéndum es muy importante para nosotros porque refleja el sentimiento local y nos da mucha más fuerza, más identidad. Gran Bretaña y la Argentina nunca se van sentar a discutir ningún tipo de arreglo. No puede haber ningún tipo de conversación civilizada porque las señales son claras”, dijo.

Rodolfo Bourquez opina casi lo mismo que Olmedo, pero lo dice diferente. “El referéndum puede ser fruto de que Argentina en el último tiempo ha tenido mano dura con las Malvinas. Bastante dura”, reflexiona. “Argentina no puede ignorar que acá vive gente”, reclama, y dice que para comprender lo que aquí ocurre, hay que remontarse a 1982. “Los pueblos no pueden borrar con el codo lo que con la mano escribió la historia. Yo me tengo que aguantar que me pregunten por lo que hizo Pinochet. Argentina se equivoca”, considera. A las islas llegó por primera vez en 2002 con Sodexo internacional, que terceriza mano de obra para limpieza y mantenimiento. Por haber regresado por más de un año a Chile, perdió su residencia. Su hija de dos años nació aquí, pero la ley no la considera isleña porque su madre es chilena y la ciudadanía se transmite por sangre.

martes, 5 de marzo de 2013

Antártida

Inauguran en la Antártida una base científica que “camina” sobre el hielo

Es la Halley VI, que usan científicos ingleses. Costó US$ 45,7 millones y tiene pies capaces de elevarse y desplazarse.

Como en las películas. Muchos fanáticos compararon la Halley VI con los vehículos de la segunda entrega de la saga de “La guerra de las galaxias”.

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04/03/13 – Clarin

La Halley es una base antártica del Reino Unido situada cerca de la costa del Mar de Weddell. Desde su fundación en 1956 se edificaron cinco plataformas y todas sucumbieron bajo el peso de la nieve. Para corregir este imprevisto, la British Antarctic Survey (BAS) organizó un concurso de diseño. Se presentaron 86 propuestas de estudios de todo el mundo, y resultó elegido un modelo futurista de novedosa arquitectura polar. Tan futurista que los fanáticos no demoraron en compararla con los vehículos imperiales AT-TE Walkers usados en la película El imperio contraataca (1980), la segunda entrega de la saga de La guerra de las galaxias . Es que la nueva base “camina” sobre el hielo, o algo así.

La estación Halley VI, que fue inaugurada el 28 de febrero pasado, es obra de la firma Faber Maunsell y Hugh Broughton Architects, que con su ingeniosa estructural móvil intentará vencer las inclemencias meteorológicas del territorio helado. Cada unidad se asienta en unos soportes de altura regulable que finalizan en forma de patines o esquíes para que puedan deslizarse sobre la superficie antártica. Su construcción demandó US$ 45,7 millones.

El equipo de ingenieros empalmó la estación modular, que consta de siete laboratorios de color azul y un bloque central rojo, interconectados por corredores flexibles.

Los trabajos de construcción demandaron cuatro veranos australes.

Están acondicionados para soportar vientos habituales de hasta 100 kilómetros por hora y temperaturas que van desde los 30 grados bajo cero hasta los 55 grados bajo cero.

La primera estación Halley fue construida en 1956 y abandonada en 1968. La quinta comenzó a operar en 1989 y fue demolida a fines de 2012, cuando ya estaban listas las obras de la nueva versión.

El Halley VI está situado en la zona Brunt Ice Shelf, a unos 1.400 kilómetros del Polo Sur. En su interior se alojarán 70 científicos en verano y un promedio de 16 en invierno. La actividad principal del BAS es la investigación atmosférica (en 1985 sus técnicos detectaron el agujero en la capa de ozono) y también geología y glaciología.

Uno de los grandes inconvenientes que enfrentaron las expediciones que se adentraron en la Antártida fue que las placas de hielo se mueven unos 400 metros cada año en dirección hacia el mar. La acción del hielo y la nieve terminan por absorber cualquier edificación construida sobre el continente blanco. Todo esto hace que las estaciones científicas se deterioren en menos de 10 años.

Para sortear esta trampa ambiental, en caso de que la placa de hielo sobre la que se asientan se resquebraje no haría falta desmontarlos de su posición. Basta con engancharlos a un tractor de nieve que los desplace hasta una ubicación segura. Además, el material aislante que los recubre les permite adentrarse en el mar helado en la época de invierno y en verano, y alinearse en tierra firme antes del retroceso de los hielos.

Tanto el ensamblado como el mantenimiento no demanda una gran infraestructura y el orden de los módulos puede ser alterado sin dificultad. Y si las circunstancias lo requieren, es posible agregar nuevas unidades.

El complejo consta de un módulo central de color rojo, pensado para alojar las actividades comunes y recreativas. Mientras que los de color azul serán usados como laboratorios, oficinas, generadores de energía, una plataforma de observación y otras facilidades.

Están acondicionados con fuentes de energía renovables y emplean los mejores métodos para degradar los desperdicios. El resto de módulos se ubican flanqueando este módulo principal, y están diseñados para adaptarse fácilmente a las cambiantes necesidades de los diferentes programas científicos.

Los isleños se preparan para votar con el resultado puesto

POR NATASHA NIEBIESKIKWIAT – Clarin

En una semana dirán si quieren seguir siendo territorio británico. En un clima de indiferencia, la mayoría se inclina por mantener ese estatus jurídico para reforzar el rechazo al reclamo argentino.

Los isleños se preparan para votaren el referéndum en Malvinas. (Lorena Lucca / Enviada)

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PUERTO ARGENTINO. ENVIADA ESPECIAL - 04/03/13

Ya antes de caer el sol del último sábado, y hasta poco antes de la madrugada de ayer en las Malvinas, dos barcos privados llamaban la atención desde la costa de la bahía que bordea a la capital. Hay turistas a bordo y desde el Sherakhan, una de las embarcaciones, se oyen risotadas de hombres y mujeres que parecen divertirse con música a todo volumen. El pegajoso ritmo del Baile del Caballo (el Gangnam Style del cantante coreano Psy) entra por las ventanas de las casas de esta pequeña ciudad, y la Policía le cuenta a Clarín que ya se alista para actuar en caso de que lleguen las quejas de algún vecino.

La escena es inusual, pero presagia el futuro de las islas, donde se ven, como no se veían hace unos años, a ejecutivos y trabajadores de todas partes del mundo. El lugar luce cada día más cosmopolita, y hasta la gastronomía experimenta sus primeros platillos gourmet: en las mesas hay elegantes preparaciones con base de cordero, pescado y frutos silvestres. Una semana antes del referendum que tendrá lugar en este archipiélago el domingo 10 y lunes 11 y en el que los isleños votarán si desean o no seguir siendo territorio de ultramar británico, los habitantes de las Malvinas muestran un clima de indiferencia por el resultado que saldrá de las urnas.

Curiosamente, y tras varias conversaciones de este diario con lugareños, los escasos signos de pasión por la votación no son más que un sentimiento de seguridad y pragmatismo, por algo que sienten “un deber”, que los acerca a la discusión por la “independencia” sobre la que en realidad muchos guardan diferencias.

Gale Steen va paseando por la costa cuando Clarín la aborda. Ya es una señora en edad de jubilación, pero sigue trabajando restaurando casas. Sus primeros antepasados, los Blyth -cuenta- llegaron justo en 1833, el año de la ocupación británica en las islas cuya soberanía reclama la Argentina.

¿Va a votar en el referendum de la semana próxima? -pregunta Clarín.

Sí. Voy a votar.

¿Votará por mantener el estatus de territorio británico de ultramar o se inclinará por el “no”?

Voy a votar por el “sí”.

¿Por qué?

Porque pienso que es lo correcto en este momento en nuestra historia. Pienso que en el futuro podríamos ser independientes, pero no estamos listos aún.

¿Por qué cree eso?

Porque no tenemos la gente suficiente, porque tenemos mucho desarrollo por hacer. Y deberíamos elegir con qué desarrollarnos.

¿Qué cree votará la mayoría de los habitantes de las islas?

No lo sé, pero creo que la mayoría por el “sí”.

Un total de 1.672 electores, sobre una población de más de 2.500 habitantes podrán votar en el referéndum que convocaron los miembros de la administración de las islas. La campaña para que la gente vote empezó hace rato pero es discreta. Se ven banderas británicas flameando como nunca antes, muchas en los vehículos. Y hay afiches pegados en algunos sitios. El consejero legislativo Dick Sawle contó a este diario que cada persona puede hacer campaña por sí misma y también están habilitados para ello los políticos, pero de manera individual y no en nombre del gobierno. Aquí no hay partidos políticos. Por ejemplo, la imagen de Sawle aparece en un poster que dice “Tu país quiere que votes ‘Sí’ en Marzo 10 y 11. Referendum. Islas Falklands”. Esta semana, Sawle se sentará en algunos supermercados y en otros lugares públicos para explicarle a la gente qué y cómo se vota.

Habrá dos centros de votación en el gran islote del Este (Soledad, donde está la capital) y otros dos en el del Oeste (Gran Malvina). Habrá estaciones móviles circulando por el campo y un avión que llegará a las islas remotas del archipiélago.

Además, una misión de observadores internacionales llegará a las islas en los próximos días. El gobierno local guarda bajo llave la identidad de los mismos para evitar un “boicot” argentino, señalaron. Sin embargo,Clarín pudo saber que estarán al mando de un grupo de Canadá -país que apoya la posición británica-, y que habrá uruguayos y peruanos.

El referéndum en Malvinas o la autosatisfacción británica

 

Por Marcelo G. Kohen *

FUENTE  http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-215078-2013-03-05.html

El 10 y 11 de marzo próximos unas 1500 personas habilitadas para votar en las Islas Malvinas van a pronunciarse para decir si desean o no que las islas “continúen siendo un territorio británico de ultramar”. Sus organizadores lo llaman referéndum de autodeterminación. En realidad, debería llamárselo “referéndum de autosatisfacción”. Se trata de un plebiscito organizado por el gobierno británico para que ciudadanos británicos afirmen que quieren que el territorio en el que residen siga “siendo” británico.

Este puro ejercicio propagandístico no alterará en nada la situación existente. Las Islas Malvinas continuarán siendo consideradas por las Naciones Unidas como un territorio sujeto a descolonización. No es la potencia administradora quien decide sobre la manera de poner fin a una situación colonial y si el territorio debe cesar de estar inscripto en la lista de “territorios no autónomos” de la ONU. En el pasado, fue la ONU quien organizó y fiscalizó referéndum de libre determinación cuando estimó que ésta era la manera de descolonizar. El último de ellos fue el que permitió a Timor Oriental devenir independiente en 2002. Sigue pendiente el referéndum en el Sahara occidental, otro territorio no autónomo, para el cual la ONU estableció una operación específica: la Minurso (Misión de las Naciones Unidas para la Organización del Referéndum en el Sahara Occidental). El caso de las Malvinas está en las antípodas. Las Naciones Unidas no decidieron su realización. No lo organizan. No lo fiscalizan. No intervinieron ni intervendrán en lo más mínimo en él. El Reino Unido ni siquiera buscó su participación. El gobierno británico sabe que no contará con apoyo alguno de las Naciones Unidas, pues ya efectuó el mismo ejercicio en Gibraltar, sin obtener ninguna modificación del status de dicho territorio en la ONU. Tampoco logró incluir una referencia a la libre determinación en las resoluciones sobre Malvinas. La razón es simple. Contrariamente a los ejemplos de Timor Oriental y Sahara occidental, las Naciones Unidas han establecido que la manera de poner fin a la especial situación colonial de las Islas Malvinas es la solución de la controversia de soberanía entre la Argentina y el Reino Unido. En la solución de la disputa, se deberán tener en cuenta los intereses de los habitantes actuales de las islas, pero no se les reconoce a éstos la calidad de un pueblo distinto con derecho de libre determinación.

El Derecho Internacional distingue tres categorías de comunidades humanas: pueblos, minorías y pueblos autóctonos. Sólo los primeros tienen derecho de libre determinación externa, es decir, pueden decidir el destino del territorio en el que habitan. A diferencia de otros casos en que las víctimas del colonialismo eran pueblos sojuzgados, en el caso Malvinas la víctima fue un Estado soberano en los albores de su independencia. La Asamblea General no reconoce la existencia de un pretendido “pueblo falklander” con derecho de libre determinación. Son ciudadanos británicos que llegaron a las islas después de que la potencia colonial expulsara a las autoridades y población argentinas e impidiera que la población argentina pudiera regresar. Al mismo tiempo que se negaba a discutir la controversia con la Argentina, el Reino Unido controló desde siempre la política migratoria del territorio insular. Se trata de una población que no tiene un crecimiento demográfico normal, cuya composición depende de la llegada de personas provenientes esencialmente de la metrópoli. El número total de habitantes ha rondado los dos mil desde hace más de un siglo. Cuarenta por ciento de la población actual llegó a las islas hace menos de diez años y ese porcentaje se repite aproximadamente censo tras censo, con residentes que parten y otros que arriban. Sin contar los miembros de las fuerzas armadas británicas, 14 por ciento de los habitantes reside en la segunda “localidad” de las islas, creada después de 1982, la base militar de Monte Agradable. Los habitantes nacidos en las islas son una minoría. El cuerpo electoral está constituido únicamente por aquellas personas que poseen ciudadanía británica. Aplicar la libre determinación a semejante población sería desvirtuar el principio para perpetuar una situación de colonialismo territorial. Por supuesto, eso no quiere decir que sus habitantes no gocen de otros derechos. Simplemente, mil quinientos ciudadanos británicos no tienen el derecho de decidir una controversia de soberanía entre la Argentina y el Reino Unido que envuelve más de tres millones de kilómetros cuadrados entre territorio y espacios marítimos, una superficie mayor que la de la Argentina continental y doce veces la del Reino Unido.

Para intentar ocultar esta manipulación del principio de libre determinación, el gobierno británico despliega actualmente una nueva estrategia. Ya no habla más, como hasta hace poco, del carácter “eminentemente británico” de las islas. Ahora se trata de vender la imagen de la existencia de un pueblo falklander, totalmente distinto y separado del pueblo británico, y por supuesto, del argentino también. Quien lee la propaganda británica puede creer que se trata de un “pueblo” que vive en las islas desde hace nueve generaciones y que está compuesto por gente de orígenes muy diversos. Las cifras mencionadas hablan de una realidad muy diferente. Por primera vez en la historia, el censo del año pasado no menciona cuántos son los habitantes nacidos en las islas. Tampoco menciona la nacionalidad de sus habitantes. Se preguntó a la población cómo se sentía desde el punto de vista de la “identidad nacional”. Las cifras publicadas son que 59 por ciento respondieron “Falkland Islanders” y 29 por ciento “británicos”. En realidad, muchos de quienes hoy se autoidentifican como “isleños” son británicos llegados del Reino Unido, como funcionarios o en particular al momento de la bonanza económica motivada por los permisos de pesca. La mitad de los miembros de la Asamblea Legislativa se encuentra en esta situación. Por su parte, aun una persona que tenga ciudadanía británica y estatuto local, si ha declarado “su lealtad o adhesión a un Estado extranjero”, no puede ser elector o candidato. No hace falta mucha imaginación para saber cuál es el Estado “extranjero” en cuestión. En cuanto a los pocos habitantes argentinos, lo son únicamente por ser cónyuges de residentes con ciudadanía británica. Como lo prueba la práctica existente desde hace mucho tiempo, la ley no escrita impone que no se otorguen permisos de residencia a los argentinos y menos aún que puedan comprar tierras u otras propiedades. Hasta herederos argentinos han sido obligados a vender propiedades recibidas por sucesión. Durante diecisiete años, ninguna persona con documentación argentina podía siquiera visitar las islas. La mano de obra para las tareas que los británicos no desean realizar es garantizada por una presencia chilena y de Santa Elena, otra colonia británica en el Océano Atlántico.

La maniobra británica tiene muchas paradojas. ¿Por qué no haber hecho el referéndum mucho antes, si la cuestión se debate en las Naciones Unidas desde hace casi medio siglo? Si Londres la pone en práctica ahora, es por cuatro razones fundamentales. Primero, porque la Argentina logró en los últimos tiempos volver a colocar la cuestión Malvinas en la agenda internacional. Segundo, porque la solidaridad sudamericana en particular va más allá de la sola posición de principio, para adoptar medidas concretas. Tercero, porque el gobierno argentino puso fin a la política británica de obtener arreglos prácticos con el fin de explotar los recursos naturales del territorio en disputa y de sus espacios marítimos, sin negociar la controversia de soberanía. Cuarto, porque resulta cada vez más difícil a Londres sustentar su negativa a negociar. Su última operación mediática consiste en mostrar a la Argentina como el país renuente al diálogo. La Argentina no se opone a la presencia de isleños en las negociaciones. Naturalmente, cada una de las dos partes decide por sí misma la composición de su delegación. Pero para ello debe haber negociaciones, no imponerle a la otra parte su posición y no excluir lo que constituye la cuestión central: la disputa de soberanía. El gobierno británico desea únicamente que la Argentina acepte negociar sobre la manera de facilitarle la explotación unilateral de la pesca y el petróleo, y que lo haga con el llamado gobierno de las islas como una tercera parte en la disputa. En otras palabras, que haya dos partes británicas y una argentina y que no se aborde la controversia de fondo. De ello se trató en el show mediático organizado por el canciller William Hague en Londres hace un par de semanas.

La operación refrendaria británica difícilmente hubiera tenido eco alguno en el siglo pasado. Es la tergiversación del derecho de libre determinación por parte de la potencia colonial que más tardó en reconocerle su carácter de regla jurídica. El Reino Unido sólo lo hizo cuando la mayoría abrumadora de sus antiguas colonias ya se había emancipado. Aun así, lo hizo de manera fragmentaria y procedió a violarlo, como lo muestra la expulsión de los dos mil habitantes autóctonos del archipiélago de Chagos. Por supuesto, no hubo referéndum de “autodeterminación” cuando el gobierno de Margaret Thatcher restituyó Hong-Kong a China, su legítimo titular. Menos aun se les concedió la ciudadanía británica plena a los cinco millones de chinos que habitaban el territorio, como lo hizo el mismo gobierno con los dos mil habitantes de las Malvinas, éstos de origen europeo. En otras palabras, la libre determinación es un falso argumento para mantener los últimos resabios del Imperio Británico, sin justificación jurídica alguna.

La propaganda británica, a la que han sucumbido algunos intelectuales argentinos, apunta a mostrar que lo que cuenta son los habitantes y no los territorios. No siempre este atractivo aforismo es cierto. Por ejemplo, después de la Primera Guerra Mundial, Francia invocó que no correspondía organizar un plebiscito en Alsacia-Lorena, ya que desde 1871 –año del traspaso del territorio a Alemania– miles de franceses habían preferido irse antes que estar sometidos a la soberanía alemana, y que en contrapartida, miles de alemanes se habían instalado en él. Cuando la población sueca de las Islas Aland, bajo soberanía finlandesa, planteó su libre determinación para integrarse a Suecia, la respuesta fue una amplia autonomía, pero bajo la soberanía de Finlandia. En casos recientes de controversias territoriales dirimidas ante la Corte Internacional de Justicia, los fallos reconocieron la soberanía de un Estado aunque el territorio en cuestión estuviera habitado por ciudadanos del otro. Por ejemplo, cien mil nigerianos que habitan en la península de Bakassi, muchos de ellos desde varias generaciones, se encuentran bajo la soberanía de Camerún. La Corte de La Haya reconoció que los derechos adquiridos de dichos habitantes deben ser preservados por el Estado soberano, algo que en el caso de las Malvinas la Argentina ya se ha comprometido a hacer en la Constitución nacional.

La propaganda británica se esfuerza por hablar de la “democracia” isleña. Ni siquiera es un referéndum con un mínimo de debate. Nadie hace campaña por el “no”. En una sociedad estrecha en la que cada uno sabe todo del resto, cualquier disonancia es sinónimo de traición. Ni siquiera los “independentistas” osan llamar a votar “no”. La posición argentina es tergiversada y la lectura de la historia y del derecho aplicable a la disputa que se inculca es deformada. El gobierno de David Cameron, que ha aceptado que Escocia decida seguir o no siendo miembro del Reino Unido, exige allí que el referéndum se organice con todas las opciones explicadas claramente y con asesoría de expertos independientes. El contraste es evidente. También lo es que para que los escoceses puedan decidir sobre su independencia, el gobierno británico haya estimado que era necesario su consentimiento y que una secesión unilateral no era válida. En Canadá, la Corte Suprema considera que aun si un plebiscito en Quebec arrojara un resultado favorable a la independencia, ello no sería suficiente. Quebec debería negociar con las otras provincias y el gobierno federal sobre si accede a la independencia o no. Ejemplos elocuentes que, salvando incluso las grandes distancias que separan los casos mencionados con el de las Malvinas, muestran que la opinión de los habitantes de un territorio no basta para decidir su destino.

Londres y su administración local insisten en que las Malvinas ya no son una colonia. Se trata en realidad del mismo sistema con ropaje nuevo. El 10 y 11 de marzo, los electores británicos votarán para que Londres continúe nombrando a dedo al gobernador de las Islas, tradicionalmente un diplomático del Foreign Office que pisa las islas por primera vez cuando asume, luego de haber sido embajador en algún país. No es una mera figura decorativa. El gobernador tiene capacidad para implementar una ley o tomar una decisión aun en contra de la opinión de la Asamblea Legislativa o del Consejo Ejecutivo. El comandante de las fuerzas británicas es una figura inscripta en la “Constitución” de las islas. Junto al procurador general –nombrado por Londres– forman parte de la Asamblea legislativa, aunque sin derecho a voto. La “Corte Suprema” está constituida por un juez que también viene de Londres.

La Argentina tiene mucho más que ofrecer que este sistema colonial británico de manejo de territorios. Unas Malvinas reintegradas efectivamente a la soberanía argentina tendrían una verdadera autonomía en la que sus habitantes elegirían ellos mismos a su gobernador y tendrían su representación en las instancias parlamentarias nacionales. Pero ese tipo de cuestiones sólo podrá discutirse cuando el Reino Unido cumpla con su obligación de resolver la controversia de soberanía por medios pacíficos. En otras palabras, cuando haya negociaciones sobre la cuestión central que separa a ambos países. Mientras tanto, el 12 de marzo todo seguirá igual, a pesar de la vana demostración muscular del Reino Unido.

* Profesor de Derecho Internacional en el Instituto de Altos Estudios Internacionales y del Desarrollo de Ginebra. Fue abogado de la Argentina ante la Corte Internacional de Justicia en el caso de las pasteras en el río Uruguay y ante el Tribunal Internacional de Derecho del Mar en el caso de la Fragata ARA Libertad.

viernes, 1 de marzo de 2013

El orgullo y la guerra de Malvinas

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28/02/13-Clarin

El primer ministro británico, David Cameron,reivindicó la guerra de Malvinas al atacar a un opositor cuando asistía a una sesión de la Cámara de Comunes en Londres.

Ayer Cameron acusó a un candidato laborista en Eastleigh de antipatriota porque el hombre había deseado que Gran Bretaña perdiera en 1982.

En una de sus habituales visitas al Palacio de Westminster, el premier apuntó contra el Partido Laborista porque su candidato en Eastleigh, John O’Farrell, había dicho que se sintió decepcionado cuando, en octubre de 1984, una bomba pasó cerca de “ella”, en referencia a Margaret Thatcher, y no había muerto.

“Esas son las palabras. Son una desgracia y espero que el jefe del Partido Laborista se levante y las condene aquí y ahora”, lanzó Cameron, del partido Conservador.

“No es increíble que el líder de la oposición no condene a alguien que aparentemente habla libremente de terroristas?”, amplió Cameron.

En tanto sobre Malvinas, expuso el pensamiento de O’Farrell que había deseado que Gran Bretaña perdiera la guerra de 1982. Cameron salió al cruce al señalar que esa guerra fue “uno de los momentos de mayor orgullo de la historia reciente ”, según definió.

“Este candidato, apoyado por el líder del Partido Laborista, tiene una escalofriante carencia de patriotismo”, concluyó indignado el premier británico.